Capítulo 12: El lado oscuro de Wilson

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Capítulo 12: El lado oscuro de Wilson

Cerré los ojos y respiré profundamente. Tenía que calmarme e intentar disfrutar, al menos para saber si valía la pena asistir a este tipo de fiestas otra vez, pero estar entre tantas personas me ponía intranquila. Empecé a jugar con mis dedos sintiendo como mi corazón empezaba a acelerarse con fuerza, mi garganta se cerraba.

«Solo son personas de tu edad, tranquila»

Llenándome de valor, entré a la casa de Gina con la esperanza de ir con Wilson otra vez para no estar sola, pero no lo encontré. El nudo en mi garganta se cerraba, no quería estar aquí, sentía que iba a llorar, maldición, no quería ser así, quería empatizar con todos, quería ser sociable pero... me aislé tanto para que nadie me hiciera daño que olvidé que yo nunca lograba encajar en ningún lugar, solo en mi pequeño espacio que yo lograba controlar, mis series y mis libros.

Iba a darme media vuelta cuando de repente Víctor tropezó conmigo parecía algo borracho. Él era el típico payaso de la clase, siempre buscando llamar la atención y haciendo bullying. Yo siempre intentaba evitarlo, no me sentia lo suficientemente segura cerca de él porque sentía que iba a meterse conmigo y sería el centro de burla de todos.

—¿Qué haces en el medio? —soltó una carcajada— ven a jugar.

Me empujó hacía una de la mesas donde jugaban UNO y no tuve más opción. Observé el juego, y luego mi vista se dirigió al patio a través del ventanal. Allí estaba Wilson, rodeado por el "clan Yoda", como él las había llamado, junto con otros chicos. Parecía relajado, pero las chicas a su alrededor se reían y gritaban mientras jugaban a girar la botella. ¿Wilson estaba jugando ese juego? Por lo que sabía, el reto más común era besar a alguien al azar.

Fruncí el ceño solo de pensarlo.

—¿Estás bebiendo? —preguntó Víctor, sacándome de mis pensamientos. No me di cuenta de que habían terminado una ronda y estaban por empezar otra.

—No —respondí.

Víctor, me ofreció su vaso. Sus ojos estaban rojos y su rostro también.

—Toma —insistió—, traga hasta el fondo.

El simple olor del vaso me revolvió el estómago. Era como oler mis horribles medicamentos.

—No, gracias —respondí, apartando el vaso y volviendo a mirar hacia afuera. Justo en ese momento, vi cómo retaban a Wilson. Las chicas lo empujaban hacia Gina, como si todo el grupo se hubiera confabulado para juntarlos. ¿Wilson iba a besarla?

Apreté la mandíbula, sintiendo una molestia inexplicable.

—Bebe —insistió Víctor, acercándose más y metiéndome el vaso en la cara.

Fruncí el ceño.

—No puedo beber —dije—, lo siento.

Su expresión cambió, mostrándose molesto.

—Toma —repitió, esta vez con más agresividad.

—No —respondí con firmeza, apartando el vaso y dirigiéndome al grupo—. Solo quiero jugar al UNO, ¿puedo?

—No —dijo Víctor, su tono agresivo—, solo juegan los que no son unos aburridos de mierda que se creen superiores por no beber.

Sus palabras me golpearon como una bofetada. No tenía idea de por qué no bebía, y mucho menos que me sintiera superior a los demás. Si acaso, me sentía más frustrada y pesimista que cualquiera en esta fiesta.

—¿De qué hablas, Víctor? Déjala en paz —intervino Jazmín, una de las chicas más amables de la clase—. Aquí hay espacio. Ven, Brun, siéntate.

Bueno, ya estaba acostumbrada a que dijeran mal mi nombre.

Iba a sentarme junto a ella, pero Víctor se interpuso en mi camino.

—Oye, deja de ignorarme —gruñó—. Dije que si no bebes, no juegas.

—No voy a beber. Por favor, déjame en paz —respondí, sintiendo la irritación crecer dentro de mí.

Víctor apretó la mandíbula y, de repente, me echó toda la bebida encima, empapándome la camisa.

—¡Oye! —exclamó Robin, uno de los chicos del juego, tratando de defenderme, pero Víctor lo empujó y lo hizo caer al suelo. Luego se volvió hacia mí, visiblemente alterado.

—¿Es esto lo que querías, mocosa? ¿Que me enfadara? —preguntó mientras daba un paso hacia mí. Tragué saliva, dando un paso atrás.

—Amigo, cálmate —dijo Gabriel, otro compañero, colocándose entre Víctor y yo. Pero eso no detuvo a Víctor, quien le dio un puñetazo a Gabriel, apartándolo de un golpe.

El corazón me latía con fuerza. Quería desaparecer, meterme en un rincón y no salir más.

—¡¿Te crees mejor que yo?! —gritó Víctor, cada vez más fuera de control.

Gabriel trató de intervenir nuevamente, pero Víctor lo derribó de un puñetazo. Luego se lanzó hacia mí, empujándome por el pecho. Caí sobre la mesa donde estaban jugando a las cartas, rompiéndola bajo mi peso. El dolor me recorrió la espalda y los ojos se me llenaron de lágrimas, mientras todos a nuestro alrededor observaban, paralizados de miedo.

Víctor, se acercó a mí con los puños apretados. Justo cuando pensé que no había escapatoria, Wilson apareció de la nada y, con un salto, le dio una patada en el pecho a Víctor, tumbándolo al suelo.

Últimos Deseos De Amor (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora