Capítulo 7: La casa de Wilson**
Cerré los ojos con fuerza y eché la cabeza hacia atrás, presionando un dedo debajo de mi nariz para detener el sangrado. Traté de respirar por la boca, intentando mantener el mareo bajo control, pero no sé cómo, perdí el equilibrio y caí de espaldas, aterrizando de culo.
Ouch...
Justo en ese momento se abrió la puerta, y entreabrí los ojos al sentir una bola peluda saltar sobre mí, olfateándome y ladrando de repente.
—¡Ragnar! —regañó Wilson, levantando al perrito y alejándolo de mí. Me miró con confusión—. ¿Estás bien? ¿Qué haces en el suelo?
Me extendió una mano, que acepté para levantarme, aunque mantuve el dedo bajo la nariz y la cabeza inclinada hacia atrás.
—¿Qué estás mirando? —preguntó Wilson, alzando la vista al techo como si buscara lo que yo estaba viendo.
Solté una pequeña risa.
—Intento que el cerebro no se me salga por la nariz —improvisé.
—Yo pensé que estabas viendo cómo se te volaban las ideas —respondió él, con una sonrisa juguetona.
Lo miré entrecerrando los ojos, sin mucho entusiasmo por su comentario.
—¿Qué? Es gracioso —dijo, al notar que no me había reído, pero al final sonreí un poco por su ocurrencia.
—Sí —admití. No solía sonreír o reírme, pero no quería que el momento fuera incómodo justo al llegar a su casa. Sabía que me agradaba estar con Wilson, y deseaba que nos lleváramos bien.
Sí, aquí estaba, tratando de ser amable y amistosa porque realmente quería que él fuera mi amigo.
Una completa novedad para mí.
—Vamos, pasa —dijo, ayudándome a entrar. Me quité los zapatos, como era mi costumbre, y bajé un poco la cabeza. Al menos la sangre ya no escurría.
Lo seguí hasta la cocina, con Ragnar pegado a mis talones, olfateándome sin parar. En la encimera, una mujer estaba sentada en un taburete, leyendo un libro. Era hermosa, con un vestido floreado y un maquillaje impecable, casi como si esperara ser fotografiada para una revista de amas de casa de los años 90.
Alzó la vista y me sonrió. Tenía una sonrisa encantadora, y noté cierto parecido con Wilson.
—Ella es mi mamá, se llama Ana —dijo Wilson.
Le devolví la sonrisa mientras me acercaba, extendiendo la mano.
—Hola, señora Ana —dije—. Un placer, soy Borsun.
Ella se levantó y, en lugar de estrechar mi mano, me dio un abrazo. Por un segundo, me quedé inmóvil. No estaba acostumbrada a los abrazos ni al contacto físico en general; siempre mantenía mi distancia. Pero ella se apartó rápidamente, y en el movimiento, su flequillo se corrió, revelando una cicatriz profunda en su frente, disimulada bajo maquillaje.
Vaya... se veía dolorosa.
Ana notó mi mirada y rápidamente se acomodó el flequillo, sonriendo con suavidad. Le devolví la sonrisa, aunque mis pensamientos giraban en torno a una misma pregunta: sería descortés preguntar, pero...
¿Qué les habría pasado a ambos?
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Últimos Deseos De Amor (Editando)
Fiksi RemajaEl nuevo chico Wilson Walter es el tema de conversación en el Instituto, para Borsun que ya está cansada de la rutina, el nuevo chisme no le parece interesante hasta que una mala conexión de bluetooth hace que sus vidas se crucen de una manera inesp...