Dos idiotas y un cigarro

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(Actualmente)

Basho se quejó con Senritsu por cambiar de hotel nuevamente, odiaba todo ese drama sentimentalista de mierda que lo tenía cargando maletas cada 3 días y contaba con una opinión muy dura sobre los acontecimientos que habían orillado a Kurapika a tomar estas ridículas medidas. Senritzu solo sonrió ante su mal genio.

-Debes darles tiempo- había dicho.

Bacho pensaba que tenia razón, sin embargo, esperaba que fuese pronto, no solo por el cansancio físico que todo aquello implicaba, sino porque él había estado mas involucrado de lo que alguna vez pidió en la vida personal de Kurapika y ahora, se sentía mal porque cargaba con aquello sin poder hacer mucho para ayudarlo.

-¡Son unos idiotas!- dejo salir, refiriéndose al rubio y a cierto doctor de mal genio que conocía con real frustración, mientras entraba a malas una pesada caja con archivos legales. Senritzu solo sonrió, ella pensaba lo mismo, lo escuchaba en el corazón de Kurapika constantemente. Sin embargo, apresurar platicas y acusaciones nunca era un buen augurio para la resolución de conflictos, por lo menos no de los que Kurapika y Leorio tenían en aquel momento.

Una vez terminado el traslado, Kurapika se encerró a organizar alguna estrategia para los siguientes conflictos legales que se avecinaban. El territorio Kurta contaba de un aproximado de 300 hectáreas, aquella se fijaba en el ecosistema bosquoso-junglar de Lukso y albergaba al menos 3 cementerios relevantes (Uno de ellos era aquel improvisado en el cual dio luto a su tribu caída). Todo había empezado debido a que estos terrenos parecían estar gestionados por particulares, quienes, enterados de la desaparición de los ojos escarlata en el mercado negro, habían sido motivados a realizar excavaciones buscando restos de aquellos pertenecientes a la tribu. Uno de los cementerios fue cruelmente explotado en la búsqueda de los ojos, obviamente se consideraron factores como la descomposición de los ojos enterrados allí hace millones de año. Sin embargo, la falta de reconocimiento sobre los kurtas como parte de la especie humana levanto la sospecha de que su organismo podía funcionar diferente, lo que desembocó la excavación de todas formas. Kurapika había sentido ganas de vomitar, tanto por repudio como por vergüenza hacia la ignorancia ajena. Los kurtas morían y se descomponían como cualquier otro ser, sus ojos estaban hechos de tejidos biológicos normales, salvo por la peculiaridad del color escarlata, no eran minerales y no eran demonios. La erosión y los microorganismos no los perdonaban a ellos, así como a casi ningún ente orgánico de la tierra.

No obstante, los huesos parecían ser de utilidad, para los coleccionistas de carne aquello era mejor que nada. Ante el escenario que estaba a punto de montarse Kurapika pareció retroceder, fue una vuelta de bilis y malos recuerdos. Estaba cansado y después de haber gastado parte de su vida en la venganza y recolección de los ojos escarlata, esperaba poder detenerse. Fue traumático sobrevivir, más de lo que había esperado, nunca hubiese pensado que aquello podría pasar, la cabida de una oportunidad fue algo que solo había imaginado en sueños. Pero en algún momento paso, estaba allí y ya no tenía nada que hacer, fue difícil, pero poco a poco había empezado a recomponerse, cuando todo esto paso. Se sintió incierto y maquiavélico, su vida era proteger esto, pero esta vez la batalla no se daba en el bajo mundo de las mafias, sino entre las artimañas y vacíos legales de las constituciones de cada país y particular involucrado, por lo que allí estaba nuevamente, jugando el mismo juego, pero con diferentes reglas.

Reviso la documentación en su escritorio, según la actualización de Mizaiton, la asociación aun tenia las manos atadas, por ende, estaban solos para iniciar su siguiente movimiento. Bebió un largo sorbo de café y miro el conjunto de papeles sobre la mesa, había malos días realmente, pero pese a todo prefería aquellos, porque al menos se inclinaban a un plan de acción preciso. Estar estancados en la situación actual era lo peor que podía pasar, el apoyo de la asociación de cazadores solo podía mantenerse durante un tiempo determinado antes de que alguna otra cosa raptase su atención, y hablando de la profesión de cazadores, realmente había muchos fenómenos que podían generarse y necesitar ser urgentemente atendidos. Era simple, los procesos judiciales que se estancaban nunca llegaban a nada, no importa que tantos planes y aplicaciones guardase en numerosas carpetas, o cuantos testimonios recolectara, sin una instancia para apelar la cosas se quedarían así. Además, era iluso pensar que el gobierno de Lukso no estaría para ese entonces preparando sus jugadas, no era el único que guardaba sus ases bajo la manga.

Perdidos en York Shin (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora