Mermelada.

133 4 2
                                    


(Actualmente)

-Ya veo- Dijo Leorio en un tono que sonó demasiado lúgubre, ocultando las pequeñas lagrimas tras sus anteojos, él se alejó levemente y suspiro -Entiendo- Dijo finalmente y se volteo, dirigiéndose a la mesa donde había dejado el papeleo.

- ¿Tienes un lápiz? - Pregunto ya frente a ellos.

-Yo...- Kurapika miro levemente hacia su alrededor, aún conteniendo demasiado sus emociones, pero sintiendo la urgencia de ser practico y encontrar un maldito lápiz para cerrar el trato. Después de todo, con cada segundo su oscilación iba creciendo. Claro que amaba a Leorio, demasiado para admitírselo, porque nunca había sido bueno mintiéndole a él tanto como lo era mintiéndose a si mismo.

-Yo no tengo ninguno. Lo lamento- Dijo finalmente.

-Ya veo, yo tampoco.

- ¿Trajiste los documentos, pero no un lápiz? - Kurapika alzó una ceja con algo de escepticismo.

- ¡No molestes! ¡Pensé que te retractarías!

-¡¿Por qué pensaste eso?! ¡Fui bastante claro!

-¡Claro que lo fuiste, idiota!- Leorio vocifero, nuevamente estaban discutiendo, Kurapika estuvo a punto de replicar pero cuando Leorio se volteo para plantarle cara y seguir con su pseudo bravuconería impulsada por el despecho, pudo ver las lágrimas asomándose al borde. Sutiles y resilientes, mas parecido a las de un niño que aun se esfuerza en hacer una pataleta después de que ya le dieron un veredicto que las de un adulto que estaba terminando con una unión civil. Kurapika se detuvo entonces, no seguiría peleando, no podía.

-Conseguiré uno con Vicent- Declaró finalmente, en un acto de cobarde de huida, se volteó con la excusa fresca para poder tener un tiempo para pensar. Sus pasos avanzaron hasta la puerta exterior, al salir cerró con cuidado, esperando mantener un ruido mínimo, por alguna razón pensó que si algo rompía la gélida calma de aquel momento todo se derrumbaría, y de pronto lo noto, con las rodillas débiles y la garganta apresada: no podía seguir. Su espalda cayó sobre la puerta con el suficiente cuidado para que Leorio no lo oyera, solo se quedo allí por un momento, incapaz de dar un paso más, ver a Leorio tan sorpresivamente lo había desconfigurado, no esperaba sentirse tan afectado, pero el agua fría le había golpeado en la cara como un gran pedazo de hielo. Esto era el fin. Después de esto, ya no podría volver a ver a Leorio...nunca mas en la vida, y la idea de aquello lo hizo temblar hasta sus cimientos, sin embargo, no tanto como la imagen del hospital susurrándole que era lo correcto.

Trago saliva rápidamente y se permitió bajar la guardia por un momento, su mente divago buscando algo que lo hiciera sentir mas estable, más decidido...y entonces llego a aquello.

(Años antes. 1 mes después de volver de la expedición del continente oscuro)

Kurapika esperaba afuera de un local, un abrigo más amplio que la propia longitud de su cuerpo lo cubría de la fría noche de York Shin, realmente se había negado a aceptarlo, pero Leorio insistió de todas formas bajo una cantidad insoportable de argumentos médicos que no tenía ganas de oír.

El más alto entonces salió del 24 hrs, trayendo cambio en efectivo, cena de microondas y un pack de cervezas en una bolsa, su camisa a esa hora reposaba fuera de su pantalón y su corbata estaba algo desabrochada, unas finas ojeras y una barba mal afeitada denotaba que estaba cansado del ultimo ciclo de estudio intensivo que había superado. Kurapika había vuelto hace poco a la ciudad, no lo comento abiertamente, pero Leorio estaba seguro de que todo había terminado finalmente.

No obstante, aquello más que significar alguna especie de termino en cuanto a tormentas y viejos temores, representaba una etapa muy delicada para el sentir de Kurapika, las noches habían sido difíciles, Leorio se quedó con él, pretendía hacerlo mientras todo mejoraba por lo menos. El más alto avanzó hasta donde estaba su amigo y le hablo.

Perdidos en York Shin (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora