Apreciaciones externas de un romance no admitido.

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(Años antes. 4 días antes de que la ballena zarpara a la expedición del continente oscuro).


El sonido del agua cayendo era absoluto y el vapor se había espesado tanto como la niebla de una playa, revoloteando por las ranuras de la puerta, escapándose de las baldosas del baño para ir a parar en el edredón de la habitación del hotel. Leorio dejo que el agua remojara su cabello por unos minutos, el bar no se iría a ninguna parte de todas formas. En su mente la imagen de un Kurapika con traje (y seguramente principios de anemia) absorbía su preocupación, apenas si había podido lidiar con el roce mordaz de Gon con la muerte, aún no estaba de buenas para tener que ir a ver a otro amigo al hospital. La negativa de la entrega del correo y el poco interés por la generación de un reencuentro hizo que Paladiknight adivinara bastantes cosas. No es que Kurapika fuese un mal mentiroso, suponía que solo lo conocía bastante bien.

Lo primero era que se había aislado, lo segundo era que estaba comiendo mal, lo tercero era que parecía más determinado y enajenado. De pronto fue testigo del desglose y desborde de los resultados de pasiones mal enfocadas, había sido algo doloroso, el pensaba que sus amigos se merecían lo mejor, pero Kurapika estaba lejos de cualquier cosa positiva. Siéndose sincero, lo veía venir, no esperaba ser un mártir, solo no estaba de acuerdo con su modo operandis. Al fin y al cabo, sus objetivos podían conseguirse sin ser un apático de mierda y sin tener que llevar a su cuerpo a situaciones límites.

Hablando de limitantes, el viaje en la ballena comenzaría dentro de 3 días, debía preparar bastantes cosas. Una de ellas era el desarrollo de una lista de vacunas pertinentes. Dudaba que el continente oscuro contara con enfermedades ya reconocidas, era más probable que aquellas blasfemias a la salud humana no tuviesen nada que ver con lo visto dentro del mundo explorado, sin embargo, si te va a pillar una avalancha, es mejor llevar algo de tela encima en vez de ir completamente desnudo.

Eso le había dado de cierta forma una excusa, Kurapika no tenía que darle su Gmail, pero se encargaría personalmente de que el pinchazo en el culo le doliera. Seria amable y preguntaría por su historial, bueno, si es que este contestaba. Salió de la ducha rápidamente, se encargaría de llamarlo para entregarle las instrucciones del calendario medico pertinente y después de aquello, tal vez probaría suerte con una linda chica en el bar. Después de todo, el viaje sería peligroso, podría ser la última vez de compartir algo con alguien del sexo opuesto. Mientras abotonaba su camisa y abrochaba su corbata frente al espejo, no puedo evitar pensar ¿Qué estaría haciendo Kurapika en este momento?

El hecho de que todos se estuvieran preparando para lo que probablemente era, un viaje de ida al infierno no significaba que el resto de su trabajo desapareciera. Un hecho que a Hanzo se le recordó desagradablemente cuando él y Kurapika necesitaban salir para "atender una llamada", que era un asunto de negocios para "patear los traseros de la mafia rival que seguía los objetivos de su organización".

En circunstancias normales, Hanzo hubiera pensado que dos contra diez habrían sido probabilidades injustamente gratuitas, sin embargo, en el debido panorama actual dos cazadores contra diez miembros regulares de la mafia parecía excesivamente inclinado su suerte. Al menos el ninja pensaba que daba la chance de que fuese menos aburrido, estaba con Kurapika después de todo, esto significaba que ni siquiera estaban deteniendo su conversación mientras luchaban.

-... Habrá varias publicaciones de guardaespaldas pronto-, explicaba Kurapika, agachándose, mientras tejía fracturas de huesos y narices a su paso. Su tono no muto de lo informal y conversacional. -Todos deberíamos esforzarnos por aplicar a un clasificado de guardaespaldas. Esto asegurará que alcancemos la máxima cobertura y comunicación.

-Kurapika, ¿Podemos hacer esto más tarde? - Hanzo preguntó. Estaba casi empezando a calentar, pero quería concentrarse de todas maneras. Se agachó, sacó las piernas de debajo de un mafioso y le dio un codazo en el esternón en una fracción de segundos. El movimiento fue suave, sin esfuerzo, elegante, y más bien deseó tener una audiencia más agradecida por ello. Raramente un ninja podía pelear con alguien que aplaudiera su habilidad. Kurapika, al parecer, se negó a ser esa audiencia adoradora.

Perdidos en York Shin (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora