CAPÍTULO 17

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Abro la boca para dejar que su lengua explore mis labios. No nos aguantamos a llegar a casa y nos besamos con necesidad en el coche. Estamos frente a mi casa, pero parece darnos igual.

Me desabrocho con rapidez el cinturón de seguridad para acercarme más a su cuerpo. Es de noche y los cristales del coche están tintados, osea que no nos preocupa el exterior, sumando el hecho de que no pasa nadie por la calle.

-Joel y Bea están en casa.- Me separo a regañadientes para hablar sobre su boca, esperando a que me diga que Fer no está y podamos ir a la suya.

-Joder, Fer también.- Dice desesperado, y yo giro mi cabeza para dejar besos sobre su mandíbula, besos lentos y húmedos que hacen que se desespere.-Nunca lo hemos hecho en el coche.-Dice el canario cegado por el deseo, haciendo una propuesta que no termina de convencerme.

-No quiero follar en el coche, es muy incómodo.- Digo sobre su cuello, mientras paso mis manos por sus brazos y hombros.

Pedri rueda los ojos, y en un movimiento rápido me agarra del muslo más lejano a su cuerpo y me levanta con fuerza para alejarme de mi asiento y hacerme caer sobre su pelvis, quedando sentada a horcajadas de su cuerpo que sigue sentado sobre el asiento. Desliza una mano hacia la palanca y mueve el asiento hacia atrás para darnos más espacio.

Me aferro a sus hombros ante la sorpresa y le miro a los ojos mientras me muerdo el labio y niego con la cabeza. Unos mechones de pelo caen hacia delante y rozan su cara por la posición. El canario reacciona rápidamente y agarra la goma de pelo que se encuentra en mi muñeca y se encarga de hacerme un desastroso pero eficiente moño, y yo no puedo evitar reír ante su impaciencia.

-Siempre hay que probar cosas nuevas.- Susurra el moreno contra mis labios y me agarra con fuerza de la nuca para volver a besarme.

Me derrito cuando agarra mi labio inferior entre sus dientes y tira de él con fuerza, arrancándome un gemido que soy incapaz de contener. Sus manos recorren con lentitud todo mi cuerpo mientras nos besamos. Las pasa por mis muslos y aprieta mi culo repetidas veces, lo empuja y me hace sentirlo completamente duro debajo de mi.

La fricción nos encanta y nos dedicamos a mover nuestras caderas en conjunto para aumentar el roce y conseguir algo de alivio. Sus manos acarician mi espalda y se meten por debajo del polo del bar y lo levanta hacia arriba para quitármelo. Levanto mis brazos para ayudarle en su tarea y finalmente quedo en sujetador frente a sus ojos, que me miran como si quisiera comerme. Siempre me mira así, y me hace sentir la persona más preciosa del mundo.

-No me cansaría nunca de verte así Jud.- Desliza sus labios por mi pecho y clavículas, mientras sus manos que siguen acariciando mi espalda se dirigen al broche del sujetador y lo desatan con facilidad, haciendo que caiga en alguna parte del coche.

No me deja casi reaccionar cuando comienza a darles atención a mis pechos. Los besa y los chupa, los muerde en algunas partes y yo siento que podría correrme. Sube sus manos y aprieta uno de ellos mientras besa el otro. Tiro mi cabeza hacia atrás totalmente excitada, y en cuanto lo hago el canario sube sus besos hasta mi cuello y se encarga de subir su otra mano para no dejar ninguno de mis pechos desatendidos.

Reparte húmedos besos por toda la superficie de mi cuello y me derrito. Muerde la piel de mi cuello y grito, a sabiendas de que dejará marca y no me importa. Saca su lengua y la desliza desde mi clavícula hasta mi mandíbula, mientras yo aprieto mis manos sobre sus hombros intentando aferrarme a algo para saber que estoy en el mundo real.

-Podría pasarme la vida tocándote.- Dice en sun susurro sobre mi cuello, y su aliento caliente contra mi piel sensible hace que me estremezca, y por mucho que me guste la idea, lo quiero a él.

Caricias | PEDRI GONZALEZ //+18// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora