Capítulo 31

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Arden

En mi vida siempre desee tener super poderes, pero no de esos tontos de ser invisible o volar, de esos no. Desde niño anhelo controlar a los demás, ordenar en sus acciones, revertir malas decisiones, provocar que las cosas tengan el resultado que quiero, tal vez si hubiese tenido ese poder quizás no estaría derramando sangre a borbotones, incluida la mía.

— Arden! Arden —a lo lejos escucho como repiten mi nombre —Arden

Mi subconciente no sale del limbo en el que se encuentra, se repite una y otra vez en mi cabeza la sonrisa de mi mejor amigo, los momentos juntos, estaba tan lleno de vida, tenía tantos sueños sin cumplir.

— Arden para!!! —su tono de voz me hace regresar a la realidad —le estás dando una muerte muy fácil

Reacciono a sus palabras y tiene toda la razón, no puedo darle una muerte digna a quien no respetó la vida de un hermano, de uno de los miembros más importantes de esta manada, Gibran no se lo merece.

El nudo que está estancado en medio de mi garganta no me deja respirar, no me permite tomar un aliento de vida, la rabia circula por mis venas y en vez de sangre, tengo impotencia. Salgo del espacio donde estoy como puedo, las heridas están en carne viva, las de la piel y por primera vez en mucho tiempo, las del alma.

Hazel sigue mis pasos, no tengo cabeza ahora para pensar en Kenen o en traidor que dejé medio muerto. Por fin el aire puro me recibe, y aspiro como si no hubiera respirado en mucho tiempo. Trato de que mis pulmones obtengan oxígeno y aunque lo hacen en el fondo se siente un ardor que cuece mi alma.
Me doy vuelta y está ella con una expresión tranquila, sus ojos puestos en mí, en total silencio y sin poder controlarlo más, mis lágrimas salen en el mismo instante en el que sus brazos rodean con delicadeza mi cuerpo.

— Suéltalo —susurra —date la oportunidad de aliviar tus cargas

Y así lo hago, no hay nada más cálido que sus abrazos, nada más reconfortante que su delicada voz, nunca había expresado mis emociones en frente de nadie, pero con ella no puedo fingir, simplemente soy yo.

Lloro, por Gibran, por la parte mala de pertenecer a este mundo en el que la muerte no analiza antes de llevarse a alguien, por mis padres ya que en su momento no lo hice, por sentir el dolor de la traición, porque no la esperas nunca, y llega de la mano de la persona que menos imaginas, porque te revienta. Lloro lo que no lloré en todo el transcurso de mi vida, lloro hasta que no me quedan más lágrimas que llorar.

Vuelvo a recordar todo lo perdido y no puedo permitirme perder a nadie más, seco mis lágrimas y regreso a mi estado natural, ahora más ligero, con las ideas frescas.

— Regresemos a casa hijo —Arthur aparece —lo has hecho muy bien

Escucho a Even dando órdenes de mantener a Kenen y al traidor en cautiverio con la mayor vigilancia mientras que abordo un coche rumbo a casa con Hazel y los lobos.

Llegamos y el vacío de que falta alguien no se va. Descalzo, con heridas profundas en la espalda, llagas en las plantas de los pies y sangre seca y pegajosa incrustada por toda la extensión de mi cuerpo, intento subir a mi habitación.

Haz sigue tras de mí siguiendo cada paso que doy, con su ayuda logro despejarme de la ropa y entrar en la bañera, sus delicadas manos junto a una suave esponja limpian las heridas de mi espalda, las de mis pies, las de mi piel. Sus ojos se conectan con los míos de manera increíble, son imanes que su único objetivo es atraerse. Sigue su vista fija en mí hasta el momento en el que Lebrun entra como si un espíritu malvado se hubiera apoderado de él, de un salto se mete a la bañera, salpicando el agua con sus grandes patas y lo único que consigue es lastimarme.
Hazel y yo nos miramos y no podemos evitar reírnos y él inocentemente lametea mi cara alegre, vierto un poco de su shampoo estrujando sus pelos ya no tan blancos por estar manchados de sangre. Duramos varios minutos en esa labor y como mismo entró, de repente sale del baño con el pelaje completo de espuma.

Los Lobos de Needville © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora