A finales de 1979.
—Vamos a tener que acostumbrarnos a esto —. El Detective Lee Seokjin se tumbó en la enorme cama con dosel y deslizó una mano por una de las columnas de madera grabadas pensativamente. —Fragmento de lujo. —Murmuró.
—¿Qué, dormir en la misma cama, o ser mi "chico"? —. El Detective Kim Namjoon, el compañero de Lee desde hace seis años, sonrió ante el hombre blanco y menudo mientras metía su ropa doblada en el armario de roble que iba a juego con la cama.
Lee había terminado esa tarea, había puesto su ropa en los dos cajones que había junto a Kim pasados dos minutos de entrar en la habitación.
Normalmente Seokjin era el maniático del orden, mientras que Namjoon tendía a dejar las cosas pasar, pero cuando el alto hombre sentía la necesidad de hacer algo con sus manos. Por el trabajo descuidado de Seokjin de sacar su ropa (bueno, Namjoon notó, que no era lo que su compañero habría hecho normalmente) ni de lejos. El hecho de que estuvieran deshaciendo sus maletas en el RamJack era una prueba de ello.
—Ambos —dijo Seokjin. Pero todavía no comprendo por qué tengo que ser tu "chico". ¿Por qué no puedo ser yo el papaíto? Soy lo suficientemente macho.
Namjoon suspiró. Otra vez no. Estaba empezando a pensar que Lee estaba quejándose de su apaño para molestarle. Una pequeña sonrisa en los labios de su compañero le dijo que su impresión era probablemente correcta.
—Accedimos a que tú fueras el chico porque eres tan pequeño y hermoso como un oso de peluche rubio, ¿Recuerdas? —Miró por encima de su hombro y le sonrió a Seokjin, quién se había girado, para disfrutar más de la mullida cama. Namjoon sabía que su compañero odiaba que le tomaran el pelo por su buen aspecto, su pelo rubio y su buena complexión. Seokjin no era precisamente bajito, con su metro ochenta de altura, especialmente comparado con el metro ochenta y cinco de Namjoon. —También, porque se te da mejor mover el culo añadió Namjoon.
—Creo que puedo prometerte que no habrá que llegar hasta eso —Namjoon respondió secamente. Pero las palabras de su compañero hicieron que su parte baja del cuerpo se tensara. Después de todo continuó, tratando de apartar las palabras de Seokjin de su mente mientras metía los calcetines en el cajón, —El Capitán Im nos dijo de infiltrarnos, pero no de infiltrarnos bajo las sábanas.
—Sí, sí. Lo sé. Recuérdame otra vez por qué nos dieron esta misión. —Seokjin refunfuñó. Rodó sobre la manta para estar boca abajo y miró a su compañero en el espejo que había en el armario. —Oh, sí... porque ninguno de los detectives de Narcóticos que debería hacer esto está lo suficientemente cómodo para fingir ser "gay". Pero parece que nosotros sí.