─Bueno, no escatiman gastos con la decoración de aquí dentro ─dijo Namjoon sarcásticamente. En realidad, el Caballero Oscuro parecía ser una especie de bar, y estaba más amueblada de forma sencilla que cualquier habitación que había visto hasta ahora en la opulento y lujoso resort.
La iluminación era débil, negra por las paredes y el techo, haciendo la habitación sudadamente claustrofóbica. Un largo, refinado mostrador de mármol negro corría a lo largo de la habitación, y detrás de el un hombre calvo con bíceps del tamaño de la cabeza de Namjoon limpiaba hoscamente los vasos con una diminuta toalla blanca. Algunas mesas estaban dispersas alrededor, y varios hombres sentados en ellas, bebiendo diversas bebidas y hablando en voz baja.
—¿Esto es todo? ─Le susurró Namjoon a su socio pretendiendo inclinarse y besarlo en el cuello mientras le hablaba─. ¿Este es el espeluznante lugar que Baekhyunnie nos advirtió? No está pasando nada aquí.
─Uh, bebé, creo que toda la acción está allí. ─Seokjin señaló una esquina de la sala que Namjoon no había notado antes. Vio una puerta cubierta por una larga cortina de cuero negro. Ahora que escuchaba, podía oír que sonaba como a música y otros ruidos provenientes de detrás de aquella siniestra longitud de cuero─. ¿Vienes? — Seokjin ya se estaba moviendo hacia la puerta, y Namjoon suspiró con resignación.
─Después de ti ─dijo él, cuadrando los hombros. Al mismo tiempo ellos empujaron la cortina negra sorprendentemente pesada y entraron en otro mundo.
La primer cosa que Namjoon vio cuando entró en la oscura trastienda fue una ancha pantalla de cine que parecía cubrir la mayor parte de la pared del fondo. En ella, un tanto predecible, estaban reproduciendo una película porno gay.
«Adivino que Heidi no estaba disponible,» pensó Namjoon, sonriendo un poco. Los dos hombres en la pantalla sin duda parecían disfrutar de su trabajo. El actor de pelo oscuro estaba chupando y lamiendo el miembro de su compañero rubio con entusiasmo, y como pudieron atisbar, él engulló el eje entero en su boca abajo de las pelotas mientras el otro hombre gemía y se aferraba a su cabello.
─Más al punto, ¿para qué es la sala de espectáculos si enseñan películas como estas aquí? ─Susurró Namjoon en voz baja.
─No sé, tal vez es para...
Seokjin no pudo acabar su pensamiento porque repentinamente un enorme gancho de carne envolvió la parte posterior de su cuello y una voz baja gruñendo detrás de ellos dijo: ─Vaya, si no es la pequeña broma de ayer. Tengo un regalo para ti, rubia, y me prometí que te lo daría si te veía otra vez.