—Gracias a los dioses pudimos encontrar el camino de nuevo al Campamento — suspiró un chico moreno al chico rubio que iba a su lado.
—Sí, tienes razón. Lo primero que voy a hacer al llegar será echarme una buena siesta— dijo, adormilado, el chico rubio.
Ambos se adentraron entre los arboles de un pequeño bosque. Tuvieron que forzar un poco la vista, ya que estaba un poco oscuro.
Pero el chico rubio cayó al suelo y fue arrastrado hasta una parte más profunda del bosque. El chico moreno corrió tras él, gritando su nombre.
—¡Bryan! —gritó el chico rubio desde algún lugar.
El chico moreno se detuvo en medio de la oscuridad y volteó a todos lados, asustado. De repente unos ojos brillantes resplandecieron entre la oscuridad; un chico alto, con el cabello castaño, y fornido, salió de entre los árboles.
—Un hijo de Mercurio... Interesante —dijo burlón—. Bueno, quería matar al pelirrojo, pero me conformo contigo y el rubio.
El chico moreno sacó su espada, que estaba sujetada en un cinturón en su cintura, y se le fue encima al chico de ojos amarillos, que lo esquivó muy rápido.
El chico de ojos amarillos golpeó la nuca del chico moreno, tirándolo al suelo. Luego le puso la mano en el cuello. El chico moreno se quejó y sus ojos se pusieron blancos.
El hombre de ojos amarillos lo soltó. El chico moreno se arrodilló, tembloroso, le lanzó un puño al chico de ojos amarillos, quien se burló.
—Mis poderes... —chilló el moreno.
—¿Asustado, pequeño semidiós?
Me desperté de golpe, respirando con dificultad. Enfoqué la vista, aún era de noche. Amadeus se acercó a mí, luciendo preocupado.
—¿Estas bien? —me preguntó.
—Sí, solo fue una pesadilla extraña — comenté.
Amadeus entrecerró los ojos.
—¿Qué soñaste? —indagó.
—Nada, era un tipo con ojos amarillos —me encogí de hombros. Amadeus no pareció convencido, pero asintió y se sentó en el piso —. Y bien, ¿A dónde vamos? —Pregunté emocionado.
Llevábamos un par de horas de viaje, creo que 5 o 6, para ser exactos.
—Primero quería ir directamente a Nueva York, pero creo que antes debemos hacer una parada para recoger provisiones. Además de que ver si mis padres por fin me responden los Mensajes-Iris, en la isla no pude hablarles— dijo Amadeus, rascándose la nuca.
—Pues no tendríamos que buscar provisiones si ALGUIEN no hubiera acabado el resto de la comida, al negarse a comer pescado —gruñó Evandia, desde la parte trasera del bote.
—Me niego a comer peces— Amadeus se puso de pie y se asomó por un lado del mástil. La miró frunciendo el ceño.
—Cobarde... —reprochó Evandia en voz baja.
Amadeus resopló, indignado.
—¡Soy el nieto del dios del mar. No estoy siendo cobarde, solo tengo principios!— gritó.
Alelia los interrumpió. Ella estaba en la proa.
—¡Cállense, llevan todo el viaje discutiendo por lo mismo. Me tienen harta! —se quejó esta.
Después de que esos tres discutieran por casi una hora más, llegamos a un puerto. Miré las edificaciones muy bonitas que había en el muelle; rojas, amarillas y... ¡Hechas de cristal!
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Artemis: Semidioses Y Espíritus (1) [Editado]
FantasyEn una isla habitada por excepcionales mujeres, mejor conocidas como las Amazonas, cubren bajo su protección a un joven que no conoce su origen, y que un día despierta su interés por el mundo exterior cuando conoce al fabuloso hijo de Percy Jackson...