Capítulo 11: Amadeus Me Presenta a Unos Conocidos. [Editado]

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Me desperté con un terrible dolor de cabeza. Intenté moverme, pero una niña rubia me obligó a permanecer acostado. Sentí como si mis huesos estuvieran rotos, así que acepté a regañadientes. La chica me dijo que había pedido mucha sangre y que necesitaba reposo. Me dieron ambrosia y comida muy extraña.

Amadeus llegó unas horas después, luciendo casi intacto. Me dijo que estuve inconsciente dos días. También me contó que los espíritus recuperaron la conciencia después de la pelea y se fueron sin decir absolutamente nada.

Parece que no murieron campistas durante la batalla, pero si hubo muchos heridos, que fueron atendidos de inmediato por los hijos de Apolo.

Los otros dos días que estuve ahí, traté de ayudar en lo que pude, que no era mucho, puesto que me costaba mantenerme de pie por el dolor punzante que sentía en mi abdomen.

Mi cuerpo tenia vendas en todos lados, una en la parte baja de mi abdomen, otra en mi cabeza y algunas cuantas en varias heridas que me hice durante la pelea.

Cuando pude caminar, esperé a que los enfermeros estuvieran distraídos, luego salí corriendo de la enfermería. Caminé por el bosque, queriendo organizar un poco mi mente, con respecto a todo lo que había pasado. Sentí miedo, y quise llorar, pero respiré hondo y me dije a mí mismo que no lo haría. Pasé junto a una zona que los lugareños llamaban "El Puño De Zeus", que era una roca gigante en medio de la maleza. Allí estaba Kormak, encerrado en una jaula, tirado en el suelo, se veía muy mal; tenía moretones en todos lados, su cara estaba ensangrentada y su ojo izquierdo estaba morado, casi negro. Él volteó hacia mí, y me asusté. Unos chicos musculosos, que estaban junto a la jaula, voltearon a verme también. No eran precisamente agradables a la vista, pero aun así, me sonrojé cuando sus miradas tan rudas y desafiantes se posaron en mí.

—Chico, ¿qué haces aquí? —me preguntó uno de los chicos.

—Quiero hablar con él... —respondí, señalando a Kormak.

Ambos semidioses parecieron dudar un poco, pero finalmente se hicieron a un lado. Me paré frente a la celda.

—Me honras con tu presencia... —tosió un poco después de decir eso.

—No vine por ti, solo vine porque quería que me respondieras algo —me arrodillé con algo de dificultad.

El me frunció el ceño.

—¿De verdad hacías esto por venganza? —pregunté.

—¿Tu qué crees? —escupió con sarcasmo.

—La verdad, pienso que estás loco y que hiciste todo esto por poder —le recriminé.

Su ceño se frunció más, también apretó la mandíbula.

—¡¿Poder?! —Golpeó uno de los barrotes del calabozo—, ¡hice esto porque ustedes son unos malditos creídos. Los héroes del olimpo, la esperanza del mundo. JA! —Gritó—. ¡Hay semiespíritus que han salvado el mundo sin recibir ningún tipo de reconocimiento! —Le fruncí el ceño—. Dioses...—se le salieron las lágrimas—. ¡son como mi familia, crecí con ellos. ¿Tienes idea de cómo se sentía verlos morir sin que nadie los ayudara?!

—Así que decidiste arrastrarlos a una guerra. ¡Eso es estúpido!, literalmente hiciste lo mismo que les hacían a ustedes... —me interrumpió.

—Quería que nos prestaran atención. Hasta hace una semana, ustedes no sabían de su existencia —apretó los puños.

—¡Esta no era la manera! —Exploté—. ¡Asesinaste a muchos, a mi madre. Todo esto se pudo resolver si solo hablabas! —respiré hondo y volví a mirarlo—. No todos son malos, hay bastantes semidioses que seguro estaban dispuestos a ayudarlos... —Volteamos hacia los hijos de Ares, quienes asintieron.

Artemis: Semidioses Y Espíritus (1)  [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora