El Agujero: Nacimiento

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I

El primer día que Ripley entró al agujero pensó que iba a ser el último. Y así con la mayoría de los días que le siguieron. En el Agujero, una pandillera cumplía su condena sin ningún tipo de contacto con el exterior. Si morías ahí, las tuyas se enteraban porque el día que se suponía que debías salir, no lo hacías. La Anguila que la llevó hasta su celda, Mc Cale, la detuvo unos instantes en un rincón para enseñarle una cucaracha en el suelo.

-¿Ves a esa cucaracha? - dijo Mc Cale.

Ripley la miró.

-Es la líder las Cucarachas. Acá vos sos exactamente igual que ella. Es más, ella está en menos peligro que vos, porque ella no mató a ninguna de las nuestras. Oh, si, nosotras también somos una pandilla. Las más hijas de puta que te puedas imaginar. Y, en el tiempo que pases acá, no nos vamos a olvidar lo que hiciste. Y en caso de que vos lo hagas, nos vamos a encargar de recordártelo.

Ripley fijó los ojos en Mc Cale.

-No me mires, hija de puta. Te voy a arrancar la cabeza si lo volvés a hacer.

Ripley dejó de mirarla y agachó la mirada.

-No se te ocurra volver a mirarme, ¿me entendiste?

Ella asintió con su cabeza. La Anguila la sujeto del brazo y la metió en la celda con su nueva compañera: una Coyote.

-Ey, inútil. Te presentó a tu nueva amiga. Dos princesas. Que lindo. Espero que se lleven bien entre ustedes. Esperen un minuto, no me importa si se llevan bien. Putas de mierda.

Corrió los barrotes y cerró la celda con llave.

-Acórdate, esa cucaracha va a venir a reclamar su territorio.

Mc Cale se fue y Ripley se sentó en la cama de abajo. María, la Coyote que estaba recostada en la cama de arriba se levantó y se mojó el rostro y el cuello con el agua de la canilla.

-Hace un calor de morirse acá adentro.

Ripley la miró sin contestarle. María se secó las manos y se presentó ante Ripley.

-Hola, soy María - dijo extendiendo su mano.

Ripley no contestó al saludo y dejó pagando a María. Se recostó dándole la espalda a esta.

-Está bien, pero esa hija de su madre de Mc Cale tiene razón, mejor que nos llevemos bien, porque vamos a estar un tiempo largo encerradas entre estas cuatro paredes.

Ripley pensó para sí misma "No tengo que llevarme bien con nadie. Y menos con alguien como vos. Simplemente dejáme en paz y vamos a estar bien, ¿ok?"

II

Pero eso de "no tengo que llevarme bien con nadie" no era cierto del todo. Todos ahí sabían quién era Ripley así que lo más seguro para mantenerse con vida en lo que durase su estancia allí era acercarse a las demás Águilas que estaban encerradas en el Agujero. Solamente había que hacer unas señales de humo y esperar a que alguien las viera. Y que mejor que iniciar un "incendio" para hacerse notar. El segundo día en el patio divisaron esas señales cuando Ripley fue tras Mc Cale.

-!Mc Cale, rata de mierda! - gritó Ripley mientras se acercaba rápidamente hacia la Anguila para asestarle un golpe de puño en la nariz. La sangre comenzó a brotarle y Ripley le dio otro golpe, esta vez en la mandíbula, que la hizo caer al suelo. Las demás reas comenzaron a gritar eufóricas mientras Ripley se subía encima de Mc Cale para seguir golpeándola. Pero eso duró lo que las demás Anguilas tardaron en agarrarla y arrastrarla hacia el Hoyo. El Hoyo era el lugar en donde llevaban a las castigadas. El lugar en donde la oscuridad se apoderaba de vos y no te permitía respirar. Un lugar que podía enloquecer a cualquiera. En las semanas que Ripley pasó ahí, se imaginó todo: a las Anguilas visitándola y recordándole como iba a ser su estadía allí, a las pandilleras que había matado que volvían para torturar su mente, a las amigas de afuera ayudándola a sobrevivir, a las posibles aliadas de adentro y a algún viejo amor que todavía le hacía latir el corazón.

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