04

392 39 6
                                    

La amistad entre Matthew y Hanbin desde antes se caracterizó por estar llena de complicaciones. Durante la adolescencia mezcló sus sentimientos, siempre siendo un cobarde para decirlo en voz alta porque nunca salían las palabras adecuadas, haciendo todo más confuso.

Matthew fue su primer amigo y su primer beso, nadie olvida su primer beso. Ellos compartieron infancia, recuerdos y una que otra tontería de adolescentes. ¿Cómo podría desligarse tan fácil de él?

En ese entonces se negaba a reconocer que le atraían los chicos, mucho menos aceptaría que sentía atracción por su mejor amigo. Cuando uno se enamora de alguien tan cercano siempre da pistas en su comportamiento o manera de tratarte, ya sea reduciendo el tiempo que pasa contigo o es el tipo que intenta hacerte sentir igual, cualquiera de ambas son pequeñas señales no tan complicadas de notar.

Hanbin decidió mantener su distancia con Matt, desconocía aquellos sentimientos y clasificarlos como correctos o no eran las batallas que enfrentaba.

El chico de quince años cerró su libro dando fin a otro día más de escuela, viernes, un verdadero milagro. Agarró su mochila y salió del salón de clases sin esperar a Matthew, no lo quería cerca, y hoy se lo dejaría bien en claro por si se cruzaba con él.

Caminó con los audífonos puestos evitando el sonido ruidoso de los alumnos. El fin de semana era un tormento para Hanbin, solo, sin nada que hacer y con tiempo para pensar en sus problemas. Los adultos tenían razón al decir que mientras creces la vida es más complicada, pero Hanbin lo supo desde muy pequeño, que nunca se haya quejado era distinto.

El verano en Seúl se hacía más sofocante, así que fue a la tienda de conveniencia más cercana en busca de una bebida que pudiera refrescar su garganta. Ingresó y pudo ver la gran variedad en el mostrador, tomó una y sin apetito de buscar algo más para almorzar fue directo a pagar.

Había una sombra delante suyo y cuando volteó pudo reconocer a Matthew que se notaba disgustado. Sin ganas de conversar, pagó y fue directo hacía la salida evitando mirarlo, sin duda el menor lo seguiría y con un poco de culpa eso lo hizo sonreír.

Se sentó en uno de los bancos donde el árbol cubría con sus grandes ramas y hojas otorgando sombra.

— Caminas muy rápido. —dijo sentándose a su lado. — No creas que no lo entiendo pero no está bien ignorarme sin darme una explicación, como si fuera culpable de lo que sientes.

— Lo sé, pero es difícil.

Matthew supo que Hanbin empezó a gustar de él, como un personaje de libro así de tonto como para enamorarse de un amigo y llevar a la basura tantos años de amistad.

— No te veo de esa forma, si nos damos una oportunidad y todo sale mal, ya no podremos volver al pasado. —le dijo con más calma.

En el fondo Hanbin sabía que Matthew guardaba el mismo sentimiento por él, pero era demasiado orgulloso para decirlo siendo el miedo la causa principal.

— Dame un tiempo para aclarar todo, suena patético pero creo que es lo mejor.

— No, vas a seguir siendo mi amigo, esto pasa siempre, te alejas y ahí es donde todo se torna serio. —agarró una de sus manos sintiendo su calidez.

— Deja de ser dramático, nos vemos casi a diario en la escuela, sólo quiero un espacio lejos de ti.

Matthew lo miró mal, se preocupó pero luego comenzó a reírse, siempre reía y eso hizo el ambiente más cómodo.

— Yo no quiero estar lejos tuyo. —lo miró con esos ojos que solo podían ser para él, los mismos que confunden un corazón tratando de luchar.

— Deja de hacer eso.

— ¿Qué estoy haciendo Hanbin? —se acercó a su rostro, no era la primera vez que lo tenía tan cerca por lo que ni se inmutó.

— No te hagas el idiota sabes muy bien que parte de lo que siento es por tu culpa y luego vienes con tu discurso de que no podemos estar juntos. —se enojó, como no hacerlo cuando tus sentimientos parecían dejados a un lado.

— Puedo hacerlo, pero no quiero. —respondió para después dejar un pequeño beso en la comisura de sus labios.

Porque así era Matthew, jugaba con su corazón todas las veces que quería, acompañándolo como una sombra cegando su camino para luego hacerlo cambiar de dirección. A donde quiera que vayas tu sombra te acompaña, no importa donde viajes, siempre te encuentra sin poder escapar. Matthew era la sombra de Hanbin.

Zhang Hao se encontraba en el sillón de la sala viendo alguna serie para evitar su presencia, aún cuando lo dejó ingresar a su casa no quiso hablar de lo vivido en la mañana.

Puede comprender su estado por lo mismo que se mantiene alejado de él, se sirve un poco de agua en la cocina y camina en silencio a la habitación de su novio. Allí ve una bolsa encima de la cama con unos globos flotando por la habitación, era el regalo que tenía preparado Hao para él, sin ánimos de abrirlo se va al armario de su novio para recoger una de sus prendas.

Ve la sudadera doblada y la agarra dejando a su vista una pequeña libreta de color oscuro con imágenes sobresaliendo. Lo abre pudiendo apreciar toda la página desgastada llena de letras, la de al lado igual y cuando pasó la página lo mismo.

Nunca le comentó que escribía ni mucho menos que tenía un diario, una de las imágenes cae en el piso llamando su atención, era una polaroid, y en ella pudo ver a Zhang Hao de joven con el rostro pegado a un desconocido ambos muy sonrientes.

Hanbin se quedó desconcertado, se supone que esta era su primera relación, ¿por qué su novio le mentiría?

Good Enough - HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora