07

235 27 6
                                    

Zhang Hao subió al elevador y presionó uno de los botones para llegar al piso de su departamento. Añoraba por una vez en su vida llamar a ese espacio: un hogar. Las risas no tardaron en escucharse. Unos niños sostenían un par de juguetes entre los dedos, mientras la mujer trataba de calmar al bebé que lloraba sobre su pecho.

El carrito del niño mayor chocó contra los pies de Zhang Hao. Obligado se agachó y lo recogió del piso.

—¡Zhang Hao! —dijo el niño, lanzándose para darle un abrazo. —¡Mami! ¡Mami! ¡Es Zhang Hao!

—Sí, mi vida, puedo verlo —contestó la mujer—. ¿Cómo has estado, Zhang Hao? Ya no te veo tan seguido, sólo a ese chico alto que sale todos los días.

No había nada más maravilloso que el abrazo de un infante. Un gesto inocente, sin malicia y genuino. Los niños abrazaban porque lo sentían y para Zhang Hao el abrazo del niño pudo curar un poco su corazón.

Durante unos segundos la vida dejó de doler.

Cuando levantó la mirada, se encontró con el rostro preocupado de la mujer. Enseguida se puso de pie y trató de no notarse nervioso.

—Es... mi novio —contestó Zhang Hao

El pequeño niño llevó una mano hacia su boca, dejando salir un quejido de sorpresa. Zhang Hao soltó una sonrisa al verlo.

—¿Novio? Mamá, ¿los niños pueden tener de novio a otro niño?

—Lo siento, no quise causar problemas. —intentó disculparse Zhang Hao.

La mujer negó con la cabeza, tomando de la mano al pequeño para que ingresara de vuelta a la casa.

—No llegamos a esa conversación todavía. Es un niño curioso, siempre está preguntando de todo. Está en esa etapa donde necesito darle mayor atención o  buscará respuestas en alguien más.

—Creció desde la última vez. —dijo Zhang Hao.

—Sí, y... bueno no sé si deba decirte esto pero no te noto bien, Zhang Hao. ¿Sucedió algo? Puedes venir a vistar a los niños y jugar con ellos como antes. Sabes que te adoran y te quieren más que al inútil de su padre.

Zhang Hao sonrió genuinamente está vez. Alzó del suelo al segundo hijo de Dahyun y el pequeñín de tres años comenzó a reír producto de las cosquillas. La mirada de la mujer no cambió, su gesto de preocupación seguía allí esperando por una respuesta.

—Estoy bien, lo prometo —se defendió Zhang Hao—. He tenido malos días pero lo importante es que sigo aquí, ¿verdad?

—Querido, no me gusta que hables de esa forma. Te quiero aquí mañana para que juegues con los niños, ¿está bien?. Los harás reír y te olvidarás de cualquier problema que esté sucediendo.

—No puedo, Dahyun. Tengo cosas que...

—Zhang Hao, he vivido lo suficiente para saber que significa ese rostro tuyo. Durante varios meses quise acercarme para encontrar una explicación del porqué me dejaste de visitar. Somos amigos y éramos cercanos, y creo que tu novio tiene mucho que ver en esto.

La vergüenza lo consumía. Los ojos de Dahyun reflejaban decepción. Antes de poder formular una respuesta, el bebé de Dahyun comenzó a llorar, tan fuerte que Zhang Hao sintió el sonido mezclarse con el suyo.

—Es mejor que me vaya, Dahyun. Gracias por todo. Créeme que las cosas están bien, puedo manejarlo.

—Niño tonto. No aprenderás hasta que te suceda lo mismo que a mí. ¿Te acuerdas lo que me hizo?

—No. Él no es así. Nunca me intentó golpear o...

—Vendrás a mi casa mañana. Me contarás todo lo que ha sucedido o iré a buscarte con los tres niños a tu puerta y tendré que conocer de cerca a ese hombre.

Good Enough - HaobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora