Después de la cena, Calisto me acompañó a la habitación y se llevó a Judith a su cuarto, justo al lado del mío. Yo me quejé, diciendo que no me molestaba ya que la cama era lo suficientemente grande para las dos. En realidad no quería admitir que dormir con ella me reconfortaba.
- Tendrás tiempo para jugar con ella mañana princesa, pero ahora necesitas descansar. Todavía no te has recuperado del todo.-
- Pero podría despertarse y asustarse por no verme, o podría caerse de la cama y hacerse daño con el sueño o ...- Calisto cubrió mi boca con su mano y luego descendió por mi pómulo hasta acariciarme el mentón. Una pequeña sonrisa adornaba su rostro.
- Por mucho que me guste que te emociones por estar con nuestra hija, tu salud es mi prioridad ahora mismo. Y siempre lo será.- entonces, me besó la frente y se alejó por el pasillo.
Entré en mi habitación y deslicé mi espalda por la puerta hasta sentarme en el suelo. Muchas cosas habían pasado y necesitaba poner orden a mis pensamientos.
No había muerto y para colmo tenía una hija del futuro con el hombre que aterra a todo el imperio. En ese momento me di cuenta de algo. Si tenía una hija en el futuro, ¿significa eso que había más historia después del final?. Hasta hacía unas horas estaba decidida a acabar con mi vida para volver a mi mundo, y había dado por supuesto que al obstruir la ruta, el juego me devolvería automáticamente. Por otra parte, significa que en el caso de acabar la ruta de Calisto y tener el "final feliz" no volvería tampoco.
Un pensamiento se cruzó por mi mente. ¿Y si la Penélope original fuera la madre de Judith?, eso tenía más sentido. Al yo acabar la ruta, el juego cambiaría nuestras almas a sus posiciones originales y ella sería la que viviría feliz para siempre. Con Calisto y una hija...
Y yo volvería al piso diminuto y a estudiar y trabajar para subsistir. Y ahí fue donde me di cuenta de que no quería volver. No había nada que me atara más a ese sitio. Ni familia, ni amigos. Nada.
Pero entonces, ¿Qué pasaría con el alma de la auténtica Penélope?. Había muchas preguntas y no tenía suficientes respuestas, pero decidí meterme en la cama y esperar al día siguiente.
Me desperté sintiéndome completamente recuperada, pero de un momento a otro, un escuadrón de sirvientas irrumpió en el cuarto y comenzaron a prepararme para el día.
Estaba agobiada, nunca había tenido tantas sirvientas a mi cuidado ni cuando estaba en el ducado Eckart. Normalmente, Emily preparaba mi baño mientras yo elegía el vestido que me pondría ese día. Pero aquí, todo estaba decidido de antemano.No es que me molestara particularmente, la moda no era un tema que me generara especial interés, pero no podía evitar añorar los días tranquilos en la mansión.
De un momento a otro, Judith entró por la puerta y vino corriendo a mis brazos.
-¡Mami!- gritó. Las sirvientas, incómodas, se retiraron después de que les diera permiso.Miré a la niña y la senté en mi regazo. Ella, sin esperar un momento me abrazó nuevamente.
-Cariño, debes tener más cuidado. Si corres tan rápido podrías caerte y hacerte daño.--Lo sé Mami, pero estaba aburrida y no podía ir con Papá porque está reunido con esos vejestorios.- dijo con una sonrisa en su cara. Recientemente me había dado cuenta de que Judith pasaba mucho tiempo con Calisto en su línea temporal. El era el único que podría enseñarle esas palabras a la niña.
Acaricié sus rizos dorados y la atraje contra mi pecho.
Judith empezó a palmearme el vientre. Extrañada, la miré con una pregunta silenciosa en mi cara.
-Mami, ¿puedo ver ya a Caleb?-
¿Caleb? No había oído ese nombre nunca.
-¿Caleb?, ¿es un amigo tuyo?-Judith río.
-No, es mi hermano. Papá me dijo que cuando tú tripa ya no fuera grande podría verlo.-Mi cerebro tardó un poco en procesar esa información.
-Ya veo, un hermano...-.
Agarré a Judith y corrí por los pasillos hasta la sala de conferencias donde estaba Calisto. Sin importarme con quien estuviera reunido entré en la habitación.
Calisto levantó la mirada desde su asiento irritado, pero en cuanto nos vio su expresión se suavizó al instante.
-¿Princesa?, ¿Judith?-
-Necesitamos hablar. Ahora.-
Entonces, una voz que me provocó escalofríos sonó desde la parte opuesta de la mesa.
-Tambien me alegro de verte, Penélope. Parece que estás completamente recuperada.- exclamó el duque.
Estaba aterrorizada, hace unas semanas, este hombre mandó a sus guardias a custodiar la puerta de mi habitación y no permitirme salir, condenándole al aislamiento involuntario.
Intenté mantener una expresión neutral mientras sudor frió descendía por mi nuca. Todavía sentía un resentimiento terrible contra ese hombre.
Ahora, tenía que encontrar las palabras adecuadas para explicarle toda esta situación.
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La niña de los ojos rojos.
FanfictionPenélope ha decidido acabar con todo, pero la inesperada llegada de alguien en el momento oportuno la salvó de sucumbir ante el veneno. Ahora, tendrá que convivir con dos rubios que probablemente acaben con ella. Las personalidades no son exactas a...