El duque demandó explicaciones durante una media hora en la que tratamos de explicarle la situación que ni nosotros comprendíamos lo más calmadamente posible. Pero el duque no estaba muy por la labor de mantener la calma. Lo que más me sorprendió fue la tranquilidad de Callisto mientras le gritaban.
No le amenazó ni una vez. Al contrario, le dedicó sonrisas cordiales durante el resto de la reunión hasta que llamó a algunos criados para que escoltaran de regreso al duque, que estaba tan pálido que parecía que se desmayaría.
Continuó gritando por todo el pasillo hasta la salida. Entonces, se montó en el carruaje con el emblema del ducado y se esfumó, pero no sin recalcar que esperaría mi llegada en dos días.
Definitivamente no me gustaba la idea de volver a esa casa. sobre todo por Derrick y el servicio. Todos ellos me echarían en cara la situación de su querida señorita. Mis próximos dos meses no se vislumbraban para nada agradables. Suspiré. Siendo sincera, la mejor época de mi vida en este juego fue a partir de mi ceremonia de mayoría de edad, cuando Callisto me trajo a su palacio y obviamente me repudiaba la idea de tener que poner un pie en esa mansión.
Me bañé y cambié de ropa sin la ayuda de las criadas. Había sido un día demasiado largo. Me estaba secando el pelo cuando alguien llamó a la puerta. Judith ha estado viniendo a mi cuarto todos los días desde que me desperté, así que supuse que era ella.
-¡Adelante!-. Grité. Me sorprendió un poco ver a Callisto cuando me giré, pero en parte me lo esperaba.
-Hola.-
-Hola.- Respondió.
- ¿Necesitas algo?.- Cuestioné. Soné un poco más borde de lo que hubiera querido, pero las palabras ya habían salido de mi boca.
- Necesito hablar contigo.- Espetó. Sonreí amablemente cuando le indiqué que se sentara en una mesilla de té que había en mi habitación tratando de suavizar mi comentario anterior.
Nos sentamos cara a cara. Callisto tenía una expresión seria y me pareció ver un atisbo de preocupación en sus ojos cuando lo miré, pero desapareció tan rápido como llegó y creí haberlo imaginado.
-¿Pasa algo? Te noto preocupado.-
Levantó la mirada, que hasta ese entonces estuvo dirigida a sus manos cruzadas delante de la mesa. se tomó unos segundos para contestar, como si estuviera sopesando lo que diría a continuación. Entonces habló.
- ¿Qué quisiste decir antes con que Judith no era la única en la línea de sucesión directa?
Me sonrojé. Había esperado que se olvidara de mi pequeño comentario y se centrara en otras cosas principescas. No quería sacar el tema de que era muy probable que tuviéramos más hijos a parte de Judith, porque ambos sabíamos perfectamente lo que significaba y era un poco vergonzoso para mí.
Al ver que no contestaba, Callisto se levantó súbitamente de la mesa y me agarró de los hombros. Parecía realmente preocupado.
- ¿Hay más?-. Parecía realmente preocupado, como si el simple hecho de tener más hijos a parte de Judith fuera un idea horrible. Me enfadó.
- Sí, hay más niños a parte de Judith.-
Su rostro se contrajo de asco y calló en la silla como si le hubieran dado una torta.
Estaba realmente enfadada con el en ese momento. ¿Era el echo de tener más hijos realmente tan desagradable para él?.
Me crucé de brazos y lo encaré, reteniendo unas lagrimas que amenazaban por salir.
- ¿Es la idea de estar conmigo tan desagradable que te asquea el echo de que tengamos otro hijo en el futuro?.-
En cuanto pronuncié las palabras, levantó la vista a mis ojos.
- ¿...Contigo?.- Murmuró, como analizando la palabra. Entonces, lo más extraño ocurrió. Se hecho a reír.
No me lo podía creer, realmente le parecía asqueroso mezclar su cuerpo con el mío. Me extrañaba que no lo hubiera expresado antes y que encima hubiera bromeado sobre ello. Pero en ese momento no pensé en nada más allá del hecho de que se estaba riendo en frente de mí.
Una lágrima solitaria resbaló por mi mejilla.
- Vete...-. Susurré.
Me miró y no pude retener el resto de las lágrimas que comenzaban a caer por mis mejillas sin control.
-!Vete¡, ¡fuera de aquí, no quero verte¡- Con cada palabra le daba un empujón cada vez más fuerte en dirección a la puerta.
Ya no me importaba que me viera llorar, ya no me importaba que me viera sufrir y que viera todos mis muros caer. Solo quería que se fuera y no volver a verlo jamás.
Callisto me agarró por los hombros mientras yo me retorcía y trataba de alejarme de sus brazos.
- Penélope. Penélope mírame, por favor.- Me agarró por las mejillas.
En ese momento lo odiaba a más no poder y la expresión se reflejaba en mi rostro claramente cuando me obligó a mirarle.
- No es lo que crees.-
-¿Y porqué te reías antes?.-
-Porque estaba feliz.- Sus palabras solo hicieron que me molestara más.
-¿Feliz?-Exclamé.- No me lo creo, te estabas burlando de mí porque la idea te resulta repulsiva.- Prácticamente gritaba las palabras. Callisto me abrazó fuertemente contra su pecho, a pesar de que le daba golpes constantemente.
- No me estaba burlando, y no creo que ninguna parte de ti pueda llegar a parecerme repulsiva. Estaba preocupado y asqueado, pero conmigo.-
No entendía nada de lo que estaba diciendo e intenté comprender de lo que estaba hablando pero continuó con la explicación.
- Normalmente, las emperatrices solo pueden dar a luz una vez en su vida porque la fuerza de un niño con la sangre del dragón es demasiado poderosa y las daña demasiado, por eso todos los emperadores anteriores, como mi padre, han tenido más esposas. Para asegurar la línea de sucesión.-
Callisto me llevó de vuelta a al mesa y se agachó delante mío. acto seguido, cogió mis manos entre las suyas y comenzó a acariciarlas dulcemente.
- Cuando me dijiste que había más niños a parte de Judith, pensé que en el futuro también tenía una concubina, y la simple idea de estar con alguien más que contigo me aborrecía tanto que cuando me dijiste que el segundo también era tuyo no pude hacer otra cosa más que reír. Siento que eso te diera una impresión diferente.- Para ese momento ya había dejado prácticamente de llorar. Entonces la preocupación en sus ojos de antes era... por mí.
Lo abracé y enterré mi cara en su pecho para que no viera cómo la vergüenza me teñía el rostro. Callisto soltó un suspiro, me besó la cabeza y correspondió al abrazo.
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La niña de los ojos rojos.
FanficPenélope ha decidido acabar con todo, pero la inesperada llegada de alguien en el momento oportuno la salvó de sucumbir ante el veneno. Ahora, tendrá que convivir con dos rubios que probablemente acaben con ella. Las personalidades no son exactas a...