Capítulo 9

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Los días siguientes fueron más o menos iguales. Me despertaba por la mañana, desayunaba en mi cuarto y luego leía en uno de los sofás de la terraza. Por la tarde, después de comer, a veces bajaba al jardín y otras me las pasaba bordando una manta que pretendía regalarle a Judith cuando volviera. Hasta entonces no me había dado cuenta, pero algunos de los nuevos sirvientes solían estar pendientes de mí en todo momento. 

Empezó como encuentros casuales en los pasillos de la mansión, mientras volvía de la biblioteca o del jardín. Un par de sirvientas estaban limpiando unos jarrones justo al lado de mi puerta, nada fuera de lo común. Lo extraño es que los limpiaban siempre que entraba o salía de mi cuarto. Siempre estaban ahí. Luego, en los jardines o la biblioteca siempre me encontraba con los mismos sirvientes, también a todas horas. Y cuando trataba de saludaros, huían de ahí y se escondían.

Ya cansada de esos comportamientos, dos semanas después decidí con ayuda de Emily, acorralar a una de las sirvientas de los jarrones.

- ¿Por qué estáis siguiéndome?- Demandé. Algo que había aprendido desde que transmigré es que Penélope puede ser escalofriante cuando se lo propone. La muchacha, alterada, miró a ambos lados del pasillo en busca de ayuda, pero gracias a Emily estos estaban vacíos.

- No sé de lo que está hablando princ-señorita Penélope.- Espera, ¿iba a llamarme "princesa"?.

La agarré de la muñeca y entramos a mi cuarto. Después de sentarla en una de los sillones me senté en el opuesto para tenerla cara a cara. Crucé los brazos y alcé mi barbilla en un gesto desafiante.

- Trabajas para Su Majestad el Príncipe Heredero, ¿verdad?.- Era más una afirmación que una pregunta. La sirvienta, al ver su fachada descubierta, intentó negarlo por todos los medios, pero yo lo tenía cada vez más claro.

- No intentes negarlo, es inútil. Solo conozco a una persona capaz de infiltrar a gente en el ducado Eckart que me llame "princesa" sin insultarme. y no creo que seas tan idiota como para maldecirme a la cara. 

La chica palideció. Estaba claro que no esperaba que la descubriera. Al final suspiró y me lo contó todo. 

- Su Majestad el Príncipe Heredero nos mandó a mí y a mis compañeros para protegerla, princesa. También nos encomendó reportarle los acontecimientos que la incumban a usted.- Su expresión era seria y regia, ya no era la asustadiza sirvienta de antes. Ahora se comportaba como un auténtico espía.

Me dijo que Calisto había aprovechado el cambio de personal para infiltrarles, hacía unas semanas. Y que los informes eran transportados por un ave que mandaban cada dos días. 

- ¿Cuándo llega el siguiente pájaro?.- Pregunté.

-Hoy, princesa. Llegará sobre medianoche.-

-Bien, quiero enviarle una carta, ¿es posible incluirla entre los informes?.-

- Por supuesto, se lo haré saber al encargado de preparar al pájaro.-

Complacida por su respuesta, se despidió y salió por la puerta. Acto seguido entró Emily, con una mirada curiosa.

- ¿Consiguió la información que buscaba, señorita?- Inquirió con un brillo especial en sus ojos. Obviamente esperaba que se lo contase todo.

-Ahora te lo cuento, pero antes ¿podrías traerme un sobre y papel para cartas, por favor?.-

-Claro señorita, ¿Qué tipo de sobre debo traer con el papel?- No tuve que pensarlo mucho.

-Dorado,- sonreí- que sea dorado.

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Estimado Príncipe Heredero:
Me alegra informarle de que estoy en perfectas condiciones, tanto física como moralmente. Espero y deseo que usted se encuentre en la misma situación.

Ha llegado a mí conocimiento que su persona está curioso por mi estado actual dado que me encuentro en en ducado Eckart y usted está ocupado trabajando por nuestro glorioso imperio.

Por consiguiente y con el objetivo de aminorar su consternación le solicito una esfera de comunicaciones mágica.

A sí mismo, me veo en posición de preguntarle sobre el pequeño proyecto y su estado.

Un cordial saludo,
Penélope Eckart.
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A priori la carta puede sonar sosa y demasiado formal, pero existe la posibilidad de que sea interceptada y no puedo dar a conocer la existencia de Judith ni dar a entender que tenemos ese tipo de relación. Porque no sé que tipo de relación tenemos ahora mismo.

Sí, se supone que tenemos una hija en el futuro, lo que da a entender que en algún momento empezamos a salir oficialmente. Nunca le di mi respuesta a Callisto, así que no estamos saliendo, pero a su vez he residido en su palacio como invitada, por lo que tampoco se puede decir que somos solo conocidos. Así que somos... ¿amigos? Incluso ese término sonaba ridículo, los amigos no se besan, ni tienen cenas a la luz de la luna ni cuidan a su hija del futuro.

Le entregué la carta a Emily para que la sirvienta la incluyera en el informe. Era ya bien entrada la noche y tanto mi padre como mis hermanos estaban dormidos, los únicos que deambulaban los pasillos eran unos pocos sirvientes encargados de encender las velas y esperar por si alguno de los amos solicitaba algo.

cuando Emily regresó, me ayudó a cambiarme a una bata para dormir y se retiró, deseándome dulces sueños. Intenté dormirme, pero por más que lo intenté era inútil. No tenía sentido que siguiera mirando al techo hablando con las musarañas, así que me levanté, agarré un chal que me puse sobre los hombros y salí al jardín.

La noche era fresca, pero increíblemente agradable. Deambulé por los prados hasta que giré una esquina y vi a alguien hablando con un guardia. Más bien, susurrándole a un guardia como lo haría un amante. No me parecía decente estar observando a escondidas un momento tan íntimo, así que decidí volver a mi cuarto y dar por finalizada mi escapada nocturna.

Igual mañana recibiría una respuesta a mi carta, quien sabe. Esta vez, conseguí conciliar el sueño.




La niña de los ojos rojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora