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T/N POV

—Ponte de lado otra vez, por favor.— Oí una voz que me decía.

Hice lo que me pidieron y entonces vi la luz de la cámara.

Vale, esto es lo que pasó.

Athena y yo fuimos arrestadas después de que un vecino llamara a la policía al ver el alboroto en mi porche, así que en ese momento estaba tomando fotos del arresto.

Estaba en la cárcel con un labio roto y en mis zapatillas de calamardo, en pocas palabras me veía como un desastre. Los cabrones querían quitarme la muleta porque podría o no haber golpeado a Athena con ella pero Ariana les convenció de que no lo hicieran ya que no podía andar bien sin ella.

Una vez que terminaron mi sesión de fotos me trasladaron a una celda para que pudiera esperar a que mi padre o Ariana pagaran mi fianza.

Increíble.

Patearle el culo a Athena valió la pena, me sentí muy bien.

No había mucha gente en las celdas y en la que me metieron solo había una chica sentada en un rincón.

El oficial me cerró la celda en las narices y me dijo que me pusiera cómoda.

Gilipollas.

Me senté en lo único que parecía estar para eso.

—Bonitas zapatillas.— Me complementó la chica del rincón que parecía de mi edad o más joven quizás.

—Gracias, es Calamardo.— Moví los pies. Ella soltó una leve risa.

—Sí, me he dado cuenta.

—¿Sabes cuánto tiempo tenemos que estar aquí?— Le pregunté.

—Ni idea, supongo que hasta que alguien pague tu fianza.

—Eso suponía.— Murmuré. Nos quedamos en silencio hasta que ella volvió a hablar.

—¿Por qué estás aquí, has robado en una tienda de zapatillas?— Me reí entre dientes.

—No. Le di una paliza a mi ex amiga que se acostó con mi mujer mientras yo estaba en coma.

—Joder, eso no me lo esperaba.— Dijo con los ojos ligeramente abiertos.

—Sí, yo tampoco, bueno¿por qué estás tú aquí?— Pregunté y ella parecía un poco indecisa en decírmelo. —No tienes que decírmelo si no quieres.

—No, no pasa nada... Me involucré con algunas... malas personas y me pillaron anoche, fui una especie de sacrificio involuntario para que el resto pudiera escapar. No soy una criminal, no me malinterpretes, tengo dos hermanos que cuidar, así que necesitaba el dinero, pero supongo que ya se los habrán llevado el sistema.— Explicó derrotada.

—No te preocupes, no te juzgo, sé que a veces tenemos que hacer cosas que no son una bonita historia que contar para sobrevivir, pero así es la vida.

—Sí.— Suspiró. —Por cierto, soy Alexandra. Pero todos me llaman Alex.

—T/N. Pues... tenemos que esperar a que venga alguien y pagar la fianza. —Repetí intentando mantener viva la conversación.

—Sí, pero dudo que alguien me pague la fianza, probablemente acabaré en la cárcel.— Dijo Alex apoyando la cabeza sobre las rodillas.

—No digas eso, saldrás de aquí.— Se rió entre dientes.

—Lo dudo.— La miré:

—Saldrás.

—Claro.

Seguimos hablando un rato, pero me di cuenta de que Alexandra no era muy habladora, era un poco cerrada, así que no insistí y me limité a hablar de cosas al azar, como de dónde había sacado las zapatillas.
No sé cuántas horas pasaron hasta que volvió un agente.

Rejecting Eternity (Ariana/tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora