2. Día uno

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La pesadilla comenzó a las 6 de la mañana, cuando sonó el despertador.

Levanté mi cabeza de la almohada y apagué la alarma tan molesta.

Me estiré sobre la cama, me levanté para ir al baño y  a continuación me dirigí hasta la habitación para vestirme.

Agarré unas mallas cortas negras, un top de color blanco, y mis Vans. 

Tras vestirme, salí hacia la cocina, donde me encontré a la Rafi haciendo café para llevar en un termo.

-¿Y papá? -Pregunté al no verlo por allí-.

-En el coche, configurando el GPS. ¡MARINA! -Llamó a mi hermana-.

-Hostias mamá, deja de gritar, que son las seis y cuarto de la mañana-.

-Es que me enerva que no se levante....-.

Marina con unos pelos de loca y en pijama, apareció por la puerta de la cocina.

-No veas como gritas mamá... Tata, me preparas unas tostadas mientras me preparo porfa-.

-Dale, espabila... Que te iba a decir yo a ti mamá. -Le sonreí. -¿Por que en vez de llevar el remolque para la moto... No voy yo en moto...? Digo, así nos ahorramos un trasto-.

-Si fuera por mí, dejaba hasta la moto. Así que no me toques la moral bien pronto por la mañana. -Decía mientras metía la decima capsula en la cafetera. -Cacharro de mierda, cualquier día lo cojo y lo tiro a la basura... Donde estén las cafeteras de antaño...-.

Me di media vuelta y comencé a hacer el desayuno de Marina y mío.
Preparé dos Cola-Caos y una tostada para cada una. Estaba la Rafi como para que le dijese que tenía que hacer ahora dos cafés más para sus hijas.

-Ya tienes esto Marina. -La avisé antes de sentarme en la mesa-.

Tras terminar con el desayuno, llevé mi equipaje hacia el maletero del coche, donde mi padre aún seguía con el GPS.

-¿Te ayudo papá?-.

-No cariño, acabo de terminar... No veas lo que me ha costado configurar ese trasto...-.

-Ya veo ya...-.

-¿Estáis ya listas?-.

-Mama está terminando con el café y Marina creo que se está peinando-.

-Voy a preguntar a los Lacunzas como van, que han ido a casa de los abuelos a dejar allí a Chupito, ¿Vienes?-.

-No gracias, déjame disfrutar los últimos minutos en mi soledad-.

Mi padre rodó los ojos y salió hacia la casa de enfrente, donde podía ver a los cinco meter maletas en el coche.

Menudo mesecito me esperaba...

5 horas y 45 minutos después

El coche finalmente se detuvo frente a una bonita urbanización.
Las casas eran individuales, de color blanco y todas tenían la misma estética.

Frente a la casa número 8, pudimos ver a la casera. La cual animosamente nos saludo desde la entrada.

Los nueve bajamos de los coches y nos acercamos hasta la entrada del hogar.

-Bienvenidos, un placer conoceros. -Saludo la mujer. -Pasad, os enseño la casa-.

La mujer abrió la puerta principal y nos adentramos todos allí.

572 km 「Albalia G!P」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora