5. Día Ocho

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Los días pasaban y mi actitud, como la de Natalia seguía siendo la misma. Un tira y a floja continuo.

Ella se pasaba el día con el móvil, mientras que yo lo hacía con la moto. Me dio por visitar los pueblos del alrededor, como buena turista que era.

Y aquél día no iba a ser menos.

Me enfundé mi traje, mis zapatillas y mi caso antes de salir de casa.

-A las 14:00 estoy aquí. -Avisé a mi madre-.

Cerré la puerta, me subí a la moto y encendí la cámara.

Mi mente aún seguía en el beso y tenía que quitármelo de la mente. Me puse a conducir, y cuando me di cuanta, estaba entrando por la puerta del bar de Markc.

-Hombre Alba. -Saludó el chaval-.

-Buenos días Marck-.

-¿Zumo de melocotón?. -Preguntó sacando una pequeña botella-.

Asentí con la cabeza, mientras que me sentaba en la barra. 

El bar estaba hasta arriba, y las mesas estaban totalmente llenas, con lo que me tuve que conformar con eso.

-¿Cómo estás? -Preguntó sonriente-.

-Bien, ¿Y tú?-.

-Bien. Hoy encima termino antes, ya que tengo una fiesta-.

-Joder como vives. -Pegué un trago al zumo-.

-Bueno.... Me lo merezco. -Se rio. -¿No crees?-.

Yo simplemente asentí.

-Pues si quieres puedes venir.... La fiesta es en la playa del pueblo en el que estás-.

-Que va, que va, si no conozco a nadie...-Volví a beber del vaso-.

-Me conoces a mí y suficiente-.

-Además, seguro que no me dejan ir sola y tendría que venir la mayor de los vecinos-.

-¿Y no os lleváis bien?-.

-Tenemos una relación.... Complicada. -Me carcajeé-.

-Venga va, nos lo pasaremos bien. ¿O eres una rajada? -Me preguntó con tono picante-.

-¿Rajada yo? Ni lo sueñes...-.

-A mi me parece que sí-.

-¿A qué hora? -Pregunté antes de beberme lo que quedaba de zumo de un trago-.

-Doce y media en el puerto, ponte guapa, por cierto, es fiesta ibicenca-.

-Ahí nos vemos. -Dije antes de dejar una moneda de 2€ y salir del bar-.

Qué fácil había sido convencerme coño.

Me coloqué el casco y salí de allí haciendo una pequeña ruta que había visto por Google, hasta que dieron las 14:00. Hora exacta en la que aparqué en la urbanización.

Subí las escaleras de la entrada y accedí al hogar.

-Ya estoy aquí-.

-Ahora vamos a empezar a hacer la comida. -Habló María-.

-Vale, voy a pegarme una ducha-.

Me dirigí hasta la habitación, donde la morena seguía sumergida en su teléfono móvil. Dejé mi móvil sobre la mesilla, viendo de reojo que la morena andaba viendo un partido de fútbol.

Agarré el pijama, un tanga, un sujetador y salí hacia la ducha.

Me di una ducha templada, me vestí y me tiré sobre el sofá, donde Marina, Santi y Helena jugaban al Uno.

572 km 「Albalia G!P」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora