4. Día tres

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Me levanté pronto por la mañana y es que mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo que el anterior día había sucedido. No daba crédito.

Aquella mañana decidí quedarme en casa, con la excusa de tener que editar el vídeo para subirlo a redes.

Cuando salieron por la puerta, encendí el ordenador portátil y me senté en el sofá.

Conecté la tarjeta de la GoPro en el ordenador, pasé el video al ordenador y abrí aquel archivo en el editor de videos.

Comencé a editarlo, mientras recordaba lo vivido, hasta llegar al momento Ansiedad.

No recordaba que la cámara en aquel momento seguía grabando, con lo que se escuchaba y se veía todo lo que pasaba.

Cuando escuché el impacto de sus labios con los míos, el corazón se me aceleró, haciendo que diese al "Pausa". Suspiré antes de dejar el ordenador sobre la mesa del salón y tumbarme sobre el sofá.

Me había liado con Natalia y me había ¿Gustado?.

Suspiré recordando sus labios, mientras que con ambas manos me tapaba los ojos.

-Menuda liada...-.

Me levanté del sofá, abrí nuestra habitación, me vestí con las cosas de la moto y salí hacia la cocina, donde dejé una nota.

Me levanté del sofá, abrí nuestra habitación, me vestí con las cosas de la moto y salí hacia la cocina, donde dejé una nota

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Agarré el casco, las llaves y salí hacia la moto, la cual estaba aparcada en la plaza dentro de la urbanización.

Me subí en la moto, encendí la GoPro y salí de allí, en busca de nuevos paisajes y para despejar la mente. Que falta me hacía.

El calor no ayudaba en hacer mucho turismo, con lo que solo paré en uno de los pueblo del alrededor. 

Tenía su encanto, por supuesto, pero lo que más me llamó la atención de la zona en la que estaba, era que en todos los pueblos de la zona, el blanco era el color predeterminado para todo.

Todas y cada una de las viviendas que habían en el puedo, eran de color blanco, al igual que los restaurantes o tiendas.

Los hoteles también eran de color blanco, aunque a decir verdad, estos si que tenían pequeños detallen en dorado, pero muy sutiles.

Callejeé por las calles de aquel calmado pueblo, hasta llegar a una plaza pequeña, donde una terraza decorada por plantas llamó mi atención.

Podía ver pequeños gatitos juguetear con las plantas, no me lo pensé mucho, aparqué la moto y me adentré en el bar.

-Hola, buenos días. -Saludé-.

-¡Bienvenida! ¿Qué te puedo servir? -Preguntó el camarero con amabilidad-.

-¿Tienes zumo de melocotón?-.

-Mmmm, no, solo me queda de piña, naranja y manzana. Lo siento-.

-Bueno, pues de piña está bien. -Sonreí-.

572 km 「Albalia G!P」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora