Siento que he perdido la guerra. Sinceramente, nunca creí poderla ganar. Siempre sentí tener un enemigo demasiado grande, pero es terrorífico cuando el gatillo que dispara justo en el blanco viene de quienes creías tus aliados. Porque a pesar de estar casi muerta, yo tenía algo de esperanza.
Siempre fui una niña gorda. Y al principio eso no parecía un problema para los adultos alrededor. El problema comenzó cuando fui creciendo. Entonces mi gordura comenzó a ser un problema. Tenia que ser una niña delgada. "Cuando entré al colegio adelgazará", "cuando use braquets adelgazará", cuando se enamore adelgazará", "cuando entre a la universidad...". A pesar de que todas esas cosas pasaron, nunca adelgacé, fui engordando a medida que fui creciendo. Intenté mil dietas, intenté con ejercicio, intenté con pastillas e intenté muriéndome de hambre. Pero nada parecía funcionar.
Mi mamá dice que es cuestión de voluntad. Rompo las dietas porque quiero comer lo mismo que ellos están comiendo a lado mio. Dejo de hacer ejercicio porque soy muy perezosa. Y dejé de aguantarme el hambre porque sé que no sirve de nada si a la final voy a estar escondiendo comida para comérmela a escondidas. En esa batalla murió la niña delgada.
Por otro lado, desde siempre los familiares de mi papá y mi mamá me han dicho que soy bonita. Siempre me han dicho que mis cejas parecen pinceladas de algún artista, que mi nariz es pequeña y perfilada, que mi boca es chiquita, que mis pestañas son rosaditas y mis mejillas son apretables y se sonrojan con facilidad.
Los familiares se han encargado de dejarlo claro en incontables reuniones familiares: "lastima que sea gordita porque mi niña es hermosa".
Un día me dije que no le prestaría atención a esos comentarios. Aunque claro, una cosa es decirlo y otra hacerlo. Así que después de intentar y fallar, me decidí a intentar prestarle atención únicamente a los comentarios positivos. Está bien, me decía, yo soy gorda, pero soy bonita. Yo soy bonita. Sin embargo, lo malo de ver tus virtudes a través de ojos ajenos es que son esos los mismo que pueden arrebatartelos.
Porque hoy me desperté temprano y me peiné mi cabello chorrón. Y así esponjado como es él, me hice una trenza para hacer quehaceres. Supongo que no me agracia mucho, porque esos ojos ajenos acaban de decírmelo con seguridad: "qué horrible tienes el pelo" y no entiendo, porque me peiné como raramente hago y mi cabello es chorrón igual que el de ella pero me dice, "sacaste el pelo de tu abuela" y de repente, escucho el sonido del gatillo: "Uy mija, tienes muchísimas canas ¡Qué horror! Ojalá me tarden en salir a mí, no me quiero ver vieja" y después de eso, un disparo: "qué feo".
Murió la niña bonita. Y la niña inteligente está mirando aterrada.
Mierda.
Domingo, 19 de mayo de 2024
