Hoy empecé mi día diciéndote te amo. Ahora que estoy por acostarme me pregunto: ¿Te lo merecias hoy?
No tenias por qué reaccionar de esa manera, de verdad que no. No se te pidío nada del otro mundo, solo un poco de colaboración.
Tal vez visto desde fuera parecía algo insignificante, pero a mi me dolio en el momento en el que terminaste de pronunciarlas, me dolió al vez la rabia en tus ojos, me dolió cuando ví lágrimas en los suyos. Pero tu... tu ni siquiera lo notaste (o a lo mejor sí pero no te importó lo suficiente).Yo lloré igual que ella y, al igual que ella, esperé no verla para soltar las primeras lágrimas.
Y sinceramente aún no comprendo tu enojo. Ella no pidió nada que no pudieras cumplir, nada que requeriese esfuerzo.
No tiene justificación alguna.Así que te lo prohibo.
Te prohibo actuar así frente a todos.
Te prohibo alzar la voz de esa manera.
Te prohibo faltarnos el respeto.
Te prohibo volver a gritarle a mamá.Andrea Solórzano.
Domingo, 7 de Mayo del 2017