⊱Prólogo⊰

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Mi familia es algo... Especial. Si, especial.

Porque, ¿qué familia tiene la suerte de que todos sus integrantes encuentren a sus destinados? Muchos allá afuera esperan con ansias el día en que lo encuentren, y puede o no ser que lo hagan. ¿Los Kim? Desde que nacen ya tienen asegurado aquello. 

Muchos lo llaman suerte, otros lo envidian. Yo, personalmente, creo que es una condenada maldición.

Todo alfa u omega bajo el apellido Kim tenía la certeza, a ciencia exacta, que en algún momento iba a encontrar al suyo. No importaba cuándo, algún día lo hacía.

El abuelo conoció a su destinada en preparatoria, cuando tenía diecisiete, ambos ya se habían presentado, así que tuvieron la suerte de saberlo en el instante. Al principio lo llamaron amor a primera vista, con el pasar de los años, luego entendieron que era mucho más que eso.

Papá conoció a mamá cuando tenía ocho años. Ninguno pertenecía a una jerarquía aún, pero no se separaron del otro jamás. Mamá era nueva en el Instituto, y a papá se le había asignado enseñarle toda la escuela. Suerte o casualidad, ninguno de los dos supo decirlo.

Baek, mi hermano mayor, literalmente el universo le puso a su destinado al frente de él el mismo día que se presentó. No basta aclarar que por consecuencia ambos entraron en un celo... intenso. Qué maravilla, ¿no? Pasar tu primer celo con tu luna. Hermoso.

Y luego estoy...yo. Si, mamá y la abuela intentan alentarme, pero quizá tampoco sea algo para desesperarse. Digo, no creo que sea tan malo ser el único Kim sin un destinado. Aunque todos digan que aún queda tiempo para que pueda encontrarlo, a mi sinceramente ya no me importa. Tengo veinte años, una pareja y una vida feliz. Y no, no es mi destinado. Pero tampoco me hago tanto drama por eso.

O al menos, no me lo hacía hasta que él... nació.

Impuro ⊱kootete⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora