⊱3 Cap⊰

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Lo quería lejos, muy, muy lejos. Tenerlo cerca me irritaba, me daba ganas de escapar y jamás volver. Escapar, cada madrugada que me levantaba por su llanto esa opción cruzaba por mi cabeza. Era una de las mejores opciones que tenía, alejarme, nunca más verlo. Tanto que había querido que nazca y una vez en mis brazos solo quería que desapareciera. Porque saber la verdad no era fácil, sabía cuánto daño me haría. Cuánto daño nos haría.

Pero tal y como algo en mí lo quería lejos, otra parte no podía despegarse de él.

Cada que lloraba me alertaba de la peor manera, me la pasaba todo el día pegado a él. Pendiente a todo lo que necesitara, pendiente de que no le faltara nada. Cada cosa que le pasaba, yo la sabía. No pasaba ni un minuto en que no le tuviese un ojo encima.

Obsesión, dirán unos. Madre primeriza, dirán otros. Yo le echo la culpa a toda persona bajo el apellido Kim por mi comportamiento con Jungkook.

Lo peor era que yo no era el único.

A Jungkook no le gustaba estar mucho tiempo en brazos de Nam, no dejaba que ninguno de la familia lo tocara a excepción mía, y Nam, en casos especiales. No se despegaba de mi lado, si pasaba mucho tiempo en que no lo tuviese en brazos hacía el berrinche de su vida. No le gustaba la atención de los demás, solo le gustaba que yo le mirara.

A veces odiaba eso, a veces me hacía muy feliz. Mi relación lobo-persona era un caos a ese punto. El tonto peludo gritaba "mío, mío" cada que tenía cerca a Jungkook, lo reclamaba, lo amaba. El tonto lo sabía, claro que lo sabía. A veces me hubiera gustado que tuviera un botón de apagado, así paraba, así dejaba de recordarme la situación en la que estaba.

Los meses pasaban y Jungkook crecía. Él gateaba, luego ya hablaba. Como todo bebé la palabra "papá" saliendo primero de sus labios, y luego aprendiendo el resto. La segunda palabra que aprendió no fue mamá, fue mío. La repetía una y otra vez, principalmente si yo estaba cerca. Namjoon se reía, porque a él le parecía gracioso. A mí me generaba un revoltijo en el estómago.

Siguió creciendo, aprendiendo a caminar ahora. No había lugar al cual no me siguiera. Antes, cuando ni gatear sabía, me encerraba en una habitación y gritaba en una almohada para liberar la frustración, ahora ni eso podía hacer. Iba al baño y me seguía, a la cocina y me seguía. No me dejaba solo, en ningún maldito momento.

Aunque pude tener un pequeño respiro cuando fue a preescolar. Jungkook se negaba, decía que no quería, que no le gustaba. Más de una vez ha llorado para no ir. No pensaba dar el brazo a torcer. Él iría, quisiera o no.

Las primeras semanas a mí tampoco me gustaron. Sentía que algo andaba mal, mi lobo estaba ansioso, yo estaba ansioso. Luchaba con mis ganas de ir a buscarlo, de abrazarlo. No estaba bien, él tenía que ir a la escuela, tenía que conocer gente, hacer amigos.

Tenía que alejarse de mí.

A la tercera semana el torbellino se calmó. Jungkook ya no hacía berrinches, parecía hasta resignado a la hora de irse. Se iba con el ceño fruncido y llegaba de la misma forma. No le gustaba, siempre me lo decía.

"¿Qué tal la escuela, cariño?" Era la pregunta usual cada que íbamos en el auto de vuelta a casa. Él siempre miraba por la ventana, con los brazos cruzados.

"Fea, apesta. No me gusta, mami." Siempre, pero siempre, respondía exactamente lo mismo.

"¿Hiciste algún amigo, al menos?" Mi diestra para ese entonces soltaba la palanca de cambios y se dirigía a su melena, acariciando, dándole cariño.

"No, los niños son tontos, yo quiero estar con mami, no con ellos."

Con el pasar de los meses las respuestas eran exactamente las mismas, ni hablar con el correr de los años.

A los seis años me llamaron por el comportamiento de Jungkook.

"No juega, no se acerca a los demás niños. No comparte, es antipático." Esas eran las cosas que su maestra siempre me decía, quería que yo revierta esa situación, ella decía que si no se revertía ahora, luego sería difícil de cambiar. Lo intenté, siempre lo intenté. Él es el que no quería revertirlo, se negaba.

Cuando tenía nueve el director fue el que me llamó esta vez. Al parecer, Jungkook había golpeado a un compañero. Él se excusaba diciendo que no tenía la culpa, que fue la de su compañero por tocar sus pertenencias. "Me lo dio mi mami, y lo que me da mi mami no se toca". Eso fue lo que dijo, citándolo tal cual, al frente de su director, de su maestra y de mí.

Su compañero a su lado tenía el ojo morado y el labio partido, miraba a Jungkook con odio, enojo. Lo único que pude hacer fue pedirles perdón al padre del niño y a su director. Sabía que lo que él hacía estaba mal, pero no encontraba forma de corregirlo. Mamá me hubiese dicho que con una buena bofetada todo se solucionaba, que así aprendería. Pero yo no tenía el corazón para hacerlo, eso significaría dañarlo, y mi lobo gruñía con molestia de tan solo pensar en herirlo.

Intentaba explicarle, de la forma más amable posible, que esas cosas no se hacían. Que debía ser amable con el resto, que no debía golpear a nadie. Pero aun así seguía igual de necio.

Aunque algo en mí se desequilibró cuando Jungkook tenía diez. Fue en una reunión familiar, estábamos todos en la mesa, cenando. El abuelo solo había soltado esa pregunta de forma inocente, él en verdad no sabía nada.

Nadie nunca supo nada.

"Y, pequeño Jungkook. ¿Piensas encontrar a tu destinado algún día?" Lo dijo para corroborar, después de todo era hijo de un Kim. Esa misma pregunta nos las hizo a Baek y a mí cuando teníamos su edad.

"No, no quiero un destinado. Yo solo quiero a mi mami"

Todos rieron, mientras que Jungkook estaba concentrado en su plato comiendo, todos rieron. El niñito de mami, decían. Lo tienes muy malcriado, decían. No pensarás lo mismo en unos años Kookie, decían.

Luché por no ahogarme con la comida, luche por no correr hacia adentro a llorar. Luche, en verdad luche por mantenerme normal en ese momento. Nam pareció notar que algo iba mal, tomó mi mano por debajo de la mesa y me preguntó bajito qué ocurría, para que solo yo escuchara. Le sonreí, a modo de respuesta. Intentando disimular que todo estaba bien, que todo era normal.

Nada era normal, y eso era lo que me aterraba.

Jungkook lo sabía, no conscientemente, pero él lo sabía. Él sabía lo que estuve intentando ocultar por años. Él sabía uno de mis más grandes secretos. Uno de nuestros más grandes secretos.

Tarde o temprano dejaría de ser indiferente, tarde o temprano me confrontaría por esto. Yo lo sabía, claro que lo sabía. Pero no quería que ese día llegue, no hoy, no mañana. Rogaba que no fuese pronto, rogaba que se mantuvieran inocente.

Por favor, Jungkook, no crezcas. Te ruego, por favor, no crezcas.

Impuro ⊱kootete⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora