⊱5 Cap⊰

289 42 0
                                    

Era viernes por la tarde, Kook había traído un par de amigos a la casa. Estaban viendo películas en la sala y comiendo snacks. Era lindo ver que tuviese gente de su edad al lado. Todavía me acuerdo cuando se negaba a tener amigos, y luego tan solo hace dos años atrás había en la puerta tres chicos buscando a Kook para salir. Jungkook se había negado una y mil veces, hasta no paraba de repetir que jamás los había visto. 

Esos chicos insistieron, tuve que hacerlos pasar porque Kook en verdad se veía decidido a no ir. Estuvieron una hora para que saliera, dos de ellos le decían las ventajas de salir, y el tercero me contaba cómo es que se habían interesado en el raro del salón.

Hoseok, Yoongi y Jimin, ellos eran quienes estaban en mi puerta ese día. Los dos primeros convenciendo a mi hijo, uno con más paciencia que el otro, y el último relatándome como habían dado por finalizada su vida social en el Instituto al que asistían.

"Soy el nuevo, ya sabe, a veces es difícil integrarse. Me acerqué a Hobi y Yoon hyung primero, me habían invitado a almorzar con ellos". Contaba él, feliz, como si hubiese sido el mejor día de su vida. "Mientras comíamos vi a Jungkook en una de las mesas de la esquina solo. Y me dije: 'ey, ¿y ese qué tiene?'. Porque, vamos, no había ni una sola persona sin compañía, y él se veía... enojado, como si odiara a todo el mundo.

>>Al parecer no lo pensé, sino que lo dije en voz alta. Yoon me dijo que era el "raro" del salón, que la mayoría de ahí se conocían desde que eran niños, pero que jamás pudieron hablar con él. Entonces se me ocurrió acercarme, para hablarle. Hobi casi escupe todo, me dijo las mil y un razones del por qué no hacerlo. 'Él es grosero y trata a todos muy mal, es como si tuviera un problema con todo mundo. Llega a ser muy hiriente, no trabaja con nadie, hace todo solo. Ya todos se han rendido con él'. 

>>Sinceramente, me importó muy poco y me acerqué igual. Ni siquiera le dije hola que ya me estaba mirando como si quisiera matarme y me dijo que me vaya a la mierda. Me senté igualmente, dejando la bandeja en la mesa y le saludé. Se fue hecho humo, como si hubiese hecho algo realmente malo. Los chicos después de eso dijeron que lo dejara ahí, y como ya verá no lo hice. Costó un poquito, pero digamos que empezamos a llevarnos mejor"

Fue hasta que Jimin se cansó y literalmente lo arrastró fuera de la casa. Kook me miraba en busca de ayuda, sus labios pronunciando mudos "ayúdame, Taehyung". Yo sólo le saludaba, deseándole un buen día. Y años después aquí estaban, los cuatro en la sala de mi casa viendo películas. Si, a veces Jimin venía y me acusaba conductas de Kook, como si ellos tuviesen cuatro años. Porque hasta el día de hoy Kook seguía sin saber cómo tratar a nadie que no sea, bueno, yo. Todos en la familia le decían el nene de mamá por eso, a él no podía importarle menos eso. Estaba feliz por el apodo. Estúpido tonto.

Se escuchan risas desde la sala, me asomé un poquito a ver, y los encontré a todos atacando a Kook con los cojines y él intentando cubrirse con los brazos. Me hubiese gustado saber el contexto de eso, pero me mantuve al margen al verlos felices a todos. Era lindo. 

Volví a lo que estaba haciendo, estaba preparando la cena para la noche. Tenía la maldita costumbre de hacerla bastante temprano, pero era bastante práctico considerando que Nam solía llegar tarde por el trabajo. Solo recalentar y servir, así de fácil. 

Revolvía con la cuchara de madera y tarareaba mientras, moviéndome en un pequeño bailecito. Cocinar era aburrido si solo te quedas quieto sin hacer nada, así que normalmente es lo que solía hacer. 

En eso siento unos brazos escurridizos en mi cintura, junto con un pequeño beso en mi nuca. Me hubiese gustado quedarme impresionado, o rígido por alguna incomodidad. ¿Pero cómo podría? Sabía quién era, y mi lobo solía reprocharme horas enteras cada que rechazaba su tacto. 

Jungkook se inclinó un poco, buscando algo en el estante. Un vaso, creo, lo supuse por el ruido del objeto al ser dejado en la mesada luego. La mano que había buscado el vaso volvió como imán hacia donde estaba inicialmente. 

Seguí cocinando, después de todo era algo que solía hacer. Pero había algo... nuevo en eso. Empezó a repartir besos por mi cuello, mimosos al principio, húmedos luego. Creo me debilité un poco, porque Kook me sostuvo con más fuerza.

Apretaba la cuchara mientras seguía revolviendo. Solo es otro de sus juegos, me repetía una y otra vez para dejar de prestarle atención. Pero luego apagó la cocina, me dio vuelta, y enterró su cabeza en mi cuello, siguiendo con lo que estaba.  Me aferré a la mesada, débil e intentando contenerme. Mi lobo tonto andaba correteando feliz, el muy tonto se emocionaba con tan poco.

"K-Kook, para". Medio susurré, medio jadeé. "Pueden v-vernos." Intenté alejarlo, pero se aferró más, se incorporó, mirándome, sus ojos oscuros y penetrantes sobre los míos, sentí mis piernas temblar.

"La cocina es un lugar cerrado, no van a ver una mierda, mi amor." Sentí el aire atascarse en mi garganta. "Y sinceramente, me alegra que no puedan ver nada"

Había algo de burla en su voz, al principio no entendí. Y luego, en un abrir y cerrar de ojos chocó sus labios con los míos. Necesitado, desordenado, frenético. No sé qué se me dio por corresponder, poco en mí se sintió mal al hacerlo, pero el cargo de conciencia aun así estaba. Y aunque estuviera, no manejaba mi cuerpo. Me derretía, se sentía bien, muy bien. Aunque en el fondo sabía estaba mal, no podía parar de pensar que sus labios eran lo mejor que había probado. 

Kook se aferraba a mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo, pegándome más a él. Instintivamente llevé mis manos a sus hombros, apretándolos, medio arañándolos. Me quedaba sin aire, deduje que él también, pero poco nos importó. Era la primera vez que el tonto me besaba, y aunque quisiera verlo como algo repulsivo, no lo era.

Desde la sala, desgracia o salvación, se escuchó la voz de uno de los chicos. Nos separamos, jadeantes y mirándonos a los ojos. Mis mejillas adornadas de un leve carmín, mientras en sus labios había una sonrisa de pura satisfacción.

Y solo se fue, volviendo a la sala con sus amigos. Desapareció de mi campo de visión y me dejó solo en la cocina, con las manos temblando y el corazón a mil.

Impuro ⊱kootete⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora