⊱4 Cap⊰

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Quizás los días pasaban demasiado rápido. Quizás las estaciones acababan en un abrir y cerrar de ojos. Quizá, las primaveras llegaban más rápido de lo que debían.

Quizá él estaba creciendo demasiado rápido.

A partir de sus diez años el correr del tiempo transcurría con velocidad, como si un día tuviese una edad y al siguiente otra. Era... extraño. Más que extraño, espeluznante. Con cada año que pasaba, podía asegurar que su mirada ya no era la misma. Sus lindos ojitos dejaban de destellar inocencia y comenzaban a verme con algo... más. 

Y luego solamente un día... él también lo descubrió. Aquello que era tan enfermizo, insano, estúpidamente indebido. Él lo supo, podía notarlo. Luego de ese día, sus ojos solo transmitían un deseo del cual me hubiese gustado no ser consiente. Pero lo era, jodidamente lo era.

Sus ojos empezaron a verme con ese maldito sentimiento impuro luego de presentarse.

Recuerdo ese día con tanta claridad, porque el celo del mocoso me afectó tanto como a él. Fue un día que Nam se apareció en su colegio de sorpresa para buscarlo, el pobre llegó a casa súper alterado con Jungkook en brazos, gritando y mil cosas. Entre ellas que había que meterlo a la ducha. Yo lo seguía, intentando ver qué carajo pasaba.

Ni me dejó ayudarle, lo metió bajo el agua helada de la ducha incluso con la ropa puesta. Kook gruñó, no gustándole la sensación del agua fría en su cuerpo. La lluvia artificial caía sobre él, y Nam intentaban mantenerlo quieto en su lugar para intentar calmarlo o lo que sea. En ese momento inhalé profundo, buscando paciencia de algún lugar por la falta de respuestas.

Fue una mala decisión.

Intenso, fuerte. Madera, libros y lluvia, con un casi imperceptible olor a whisky. Mis piernas temblaron y tuve que sostenerme del marco de la puerta para no caer. Fue recién en ese entonces que noté sus ojos en mí, hambrientos. Balbucié un par de cosas, no sé ni con exactitud qué mierda dije, solo quería salir de ahí, no podía estar ahí. Estaba mal, muy mal.

Me encontraba dividido entre la razón y el instinto. Algo me decía que corriera, que me ocultara, que me encerrara o que lo encerrara a él, daba igual, sólo quería deshacerme del puto calor intenso que comenzaba a sentir. Por otro lado, algo, o alguien, me decía que me quedara, que ayudara, que lo ayudara. Que reclamara lo que era mío por derecho, o que él reclame lo que era suyo por derecho.

Pero terminó ganando la razón cuando le vi las intenciones de acercarse. Tropecé, casi salí corriendo si no fuera por mi repentina debilidad. Quizá rompí algo en el camino, también se escuchaban los gritos de Nam de fondo. ¿Qué decía? No lo sé, no podía escucharlo con claridad.

Llegué a la cocina, me empapé el rostro y no sentí eso suficiente. Tomé un vaso, llenándolo por completo y echándomelo encima. El calor disminuyó un poco, lo suficiente al menos para estar algo más consiente. Caí de rodillas al suelo, desestabilizado, y algunas lágrimas caían por mi rostro camuflándose con el agua. 

Nam seguía gritando, le gritaba a Kook. Sonaba entre preocupado y molesto. Le decía que se quede quieto, que se quede debajo de la ducha, que deje de luchar. Al parecer Jungkook no hacía caso, porque los gritos siguieron un par de minutos más.

Se escuchó un portazo y gruñidos desde arriba, no tuve las fuerzas para ir a ver qué pasaba. No sabía que sucedería si me encontraba cerca de él en ese estado. ¿Todo saldría normal o sucumbiría ante sus hormonas? ¿Podrían las cosas seguir bien con Nam si lo segundo sucedía? No quería pensarlo, no quería pensarlo ni un poquito.

Nam apareció en la cocina al poco tiempo, sonriendo en mi dirección al verme en el suelo. "Es alfa, tenías razón". Salió de sus labios como si quisiera darme consuelo, sentándose a mi lado y dejando pequeño beso en mi mejilla. "Siempre tienes razón con él."

Quise llorar, pero en cambio le sonreí lo mejor que pude. No quería siempre tener la razón a todo lo que tuviera que ver en el crecimiento de Jungkook, no quería tener razón al conocerlo tanto como si fuera yo mismo.

Instinto de madre, todos dicen. Impuro destino, yo lo llamo.

Los días que duró el celo no me atreví a acercarme, le di toda la responsabilidad a Nam. Alegando que él era alfa y que yo no tenía mucho conocimiento de cómo tratar con un alfa presentándose, que él ya lo había vivido y por ende podía ayudarle. No rechistó, por suerte. Se quedó en casa todos esos días, estando al pendiente de Kook y todo lo que necesitara. Por mi parte no salí de la habitación, no le di explicación de eso. Solo le dije que no quería salir y ya. 

Aunque lo peor no fue el celo, sino todo lo que pasó después de él.

A Nam empezaron a darle horas extras seguido, lo que quería decir que Jungkook y yo estábamos demasiado tiempo solos en la casa. No me gustaba, odiaba eso. Se supone era mi hijo, y yo lo quería estúpidamente lejos. Escapaba, la mayoría del tiempo. Me escondía en mi habitación o tomaba largas duchas con el seguro de la puerta puesto. 

Lo feo y chocante fue cuando ya no me dijo más mamá, sino que empezó a llamarme por mi nombre, al menos mientras estábamos solos. Siempre se acercaba de más, siempre susurraba en mi oído queriendo que pierda la cordura y ceda ante él.

No quería ceder, no iba a hacerlo.

Y se sentía mal, porque mi nombre no podía escucharse tan bien de sus labios, porque sus manos no podían hacerme sentir mariposas cada que me tomaba de la cintura cuando cocinaba. Y no podía sentirse más incorrecto que me llame mamá, no podía sentirme bien si tenía a mi marido y Jungkook en la misma habitación. Porque Nam me miraba con amor y Kook de igual forma, solo que él lo disimulaba.

Uno era mi esposo, mi alfa. Y el otro mi hijo, mi otra puta mitad.

Estaba mal, no había día en el que no me levantara pensando eso. Pero luego me miraba, como si fuese lo único que existiera para él, y eso era suficiente para tener a mi lobo moviendo el rabo feliz.

Podía llevar las cosas mientras todo siguiera así. Caótico, pero igualmente manejable. Con Jungkook al margen y nadie sabiendo la verdad, yo en verdad podía vivir con eso.

La cosa fue cuando Kook cumplió la mayoría de edad. Él ya no quería esconder nada, decía que estaba cansado. Cansado de verme con otro, cansado de no aceptarlo, cansado de vivir en la farsa, cansado de que nadie lo sepa. Era un caos, y por más que le decía que no, que todo eso estaba mal, él salía y defendía a capa y espada sus ideas. 

"Porque tú eres mi omega, el destino así lo quiso. La luna así lo quiso. Y si ella lo decidió, y si ella decidió que fuera así, quiere decir que esto no está mal. Que esto está bien, que nosotros debemos estar juntos. Deja de verme como tu cachorro, Taehyung. Y por favor, comienza a verme como tu alfa"

Todo estaba tan, tan mal.

Impuro ⊱kootete⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora