Trece Planes

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Trece

Planes

Lily y Hugo estaban entretenidos jugando al Snap Explosivo en la sala mientras Harry, Hermione y Ron estaban en la mesa de la cocina, bebiendo una taza de café con algo de whisky en ella. Estarían bebiendo alcohol, pero no era la hora de dormir de los niños aún, por lo que debían conformarse con eso y un simple hechizo a la puerta del comedor para que los niños al otro lado no escucharan nada.

En cuanto Hermione recibió la carta de su hija semanas atrás, les había contado el contenido a Harry y a Ron. Ambos estuvieron de acuerdo que su hija no mentía, Rose no era de esas pre adolescentes rebeldes. No podían creer que semejante acto hubiera pasado sin ser advertido. Ron había agregado que Malfoy podía seguir cayéndole mal y que su hijo seguía sin ser Merlín de su devoción, pero era un niño inocente, al igual que los mellizos de Goyle. Hasta ahí, la verdad es que se había ganado la mirada de ensoñación de su esposa, salvo que agregó:

—Y Sophie es una niña

—Ron, no es cuestión de género.

—Ya, ya.. tienes razón, perdón.

Harry estaba de acuerdo con Hermione. Aunque en un principio había estado de acuerdo con Ron sin ser consciente de su error.

En la semana después a eso, Harry recibió una carta donde relataba que su hijo Albus no había sufrido el mismo abuso que sus compañeros, pero que se enteró que le lanzaban hechizos contra las Artes Oscuras. Harry leyó aquellas palabras con ojos desorbitados. ¿Qué más podría estar sufriendo su hijo? Pero lo peor fue que muchos de esos hechizos eran lanzados por sus primos, y en algún momento, por el propio James. Le relata que conversaría con todos ellos en privado, pero que si él necesitaba conversar con ellos o sus hijos, estaba a su disposición para dejarlo entrar al Castillo.

Por Merlín que Harry lo haría. Y tendría una conversación con los hermanos de su difunta esposa. La guerra, al parecer, no les había enseñado nada. Pensó en las fiesta que pasaron todos juntos. ¿Cómo no se había dado cuenta? No, claro. Para ese momento, las cosas habían estado mejor. Todos tenían aprecio por Scorpius por haber salvado a Rose, entonces habían surgido los artículos del Profeta.

Y de eso estaban hablando ahora mismo los tres.

—Ese maldito periodico —despotricó Harry—. Y la gente odiosa que lo lee —vio las cejas de Hermione y se sonrojó—. Perdón, quise decir, y la gente odiosa que no distingue la basura de la verdad.

Su amiga pareció de acuerdo.

—Eso está mejor. Y ese es el problema. Pero no creo que sea el Profeta que mueve todos esos hilos solo, Harry. Desde el ataque a Lavander Brown y las declaraciones de ese... Auror —lo dijo con asco—, han estado haciendo quedar mal a todo aquel que una vez fue mortífago y a su descendiente. Se murió la planta en la puerta del Ministerio, un Mortifago tiene la culpa. Primera plana del Profeta. y la gente salta. No hay duda, están haciendo que la gente haga lo que los vengadores hacían antes. Se está saliendo de control y ...

—Y el Ministro no está haciendo nada. De hecho, Hermione ¿Tú lo has visto esta semana?

—No. Eso quería contarles hoy.

Ron se sentó derecho, con el ceño fruncido, atento a todo lo que decían. La verdad es que intentaron hablar con Lavander Brown pero Harry pronto entendió que la habían Obliviatado sobre el accidente. Por lo que sabían, incluso podría haberse prestado a ser víctima. Por otro lado, estaban seguros que era la fuga que les había permitido atacar a los Vengadores, pero no tenían pruebas y Lavander negó toda acusación, resguardandose en su papel víctima en un ataque. Para empeorar, ahora ni siquiera sabían dónde estaba, ya que, el desaparecido Ministro, actuó por su cuenta y la mandó a una casa de seguridad de la que era el único conocedor. La noticia había salido en el profeta. Y ahora, incluso el Ministro estaba fuera de su vista.

Hermione dejó su taza de café y suspiró.

—La verdad es que no sé nada desde hace más de una semana, pero, y dime si te ha pasado lo mismo, Harry, recibo sus órdenes, como por ejemplo que espera ciertos informes, misiones, información que entra.

Harry asintió.

—Sí, de hecho, hoy entró en un memorándum a la oficina, que investiguemos un rumor —Harry sacudió la cabeza—, sobre un ataque mortífago en una tienda del callejón Diagon. No llegó a nada la investigación porque no hubo tal ataque, pero apuesto que...

Ron tomó su lugar.

—Mañana saldrá en el Profeta en primera plana.

Hermioné se mordió los labios.

—Lo que sea que el profeta vaya a decir, espero no provoque más desvestidas a los niños en Hogwarts. Estoy preocupada, ¿qué clase de alumno le hace eso a alguien de once años?

A Harry le dio un escalofrío en la espalda.

—Le pedí permiso a Minerva para ir a hablar con mis chicos, más al saber que James en algún punto le levantó la manga a Scorpius. Sé que es distinto, sé que todos hablamos con él, pero una charla más no hará daño. Y quiero ver la cara de Albus cuando me diga que de verdad no han intentado lo mismo con él. Y eso de los hechizos que le lanzan me preocupa un poco.

—Debes hacerle prometer que será como Rose, te empezará a informar de todo, no solo lo que hace James. Si no hubiese sido por Rose... —Hermione dejó la frase inconclusa.

Entonces, Ron cortó ese tema.

—No pasará a mayores. Minerva ya está avisada. Pondrá más atención. Hay algo que quiero decirles —Harry puso atención a su amigo—. Ya que mi contacto no ha regresado por la tienda, le mandé una lechuza. Intenté ser lo más inocente posible. No me mires así, Herms —advirtió—. Le hice un comentario como que había visto a los Vengadores desaparecer y como se necesitaban ahora que... los mortífagos atacan como si nada y nadie hace nada. Ya saben, cosas que un fanatico idealista se tragaría. Espero tener respuesta. Ya no contamos con tenderles una trampa sin Lavander Brown.

—Claro, ¿qué harás ahora que no tienes a Lavander Brown, Ro Ro? —soltó Hermione, más brusco de lo que Harry esperaba, y al verla, supo que estaba enojada. Tanto, que la taza en su mano se rompió, colorada, la reparó de inmediato con un suave movimiento de su varita y un hechizo no verbal, y después limpió. Ron, estupefacto, tardó unos segundos en reponerse.

—No lo dije en ese plan. Lo sabes... no hace falta que te pongas celosa...

—¿Quién se pone celosa?

Harry decidió mirar para otro lado. La conversación se había desviado tanto que decidió reflexionar en torno al Ministro entre lo que sus amigos solucionaban su leve disputa marital. Alguien tenía que estar manipulando, pero quién, cómo, ¿cómo averiguarlo? Para cuando Hermione y Ron regresaron a la normalidad, intentaron trazar algunos planes. Hermione se llevaba bien con algunos Inefables. Él era bueno en su trabajo y jefe del Departamento de Aurores. Se suponía que estaba lleno de cualidades, como la observación y la investigación. 

El Legado de Potter #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora