Extra uno

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Extra uno 

Scorpius y Albus vienen hablando codo a codo sobre sus planes de presentarse el año entrante en las pruebas para el equipo de Quidditch de Slytherin.

—Me gustaría ser buscador, como mi padre —decía Scorpius, frunciendo el ceño mientras arrojaba un cabello rubio rebelde detrás de su oreja—. Pero no sé, ¿tú también quieres ser buscador? —le preguntó a Albus. Sabía que Harry Potter había sido el buscador más joven en Gryffindor. No había habido otro después de él. Sí mejores tal vez, pero con eso, el Chico que Vivió seguía siendo nombrado como El Buscador.

Albus frunció el ceño mientras seguían avanzando lentamente, sin apuro, mientras otros estudiantes delante caminaban y otros salían de sus vagones.

—No —dijo finalmente—. No me molesta la posición en sí, tal vez un poquito, pero creo que la razón principal es que me comparen con mi papá, y si lo intento... será peor ¿no? —dijo con pesar—. No. No quiero eso. No podía jugar tranquilo —se sacudió un escalofrío—. De solo pensar la presión... No. Me gusta la idea de ser guardián o cazador. Este verano buscaré jugar en esas posiciones y veré cuál me gusta y se me da mejor.

Detrás, escucharon un gruñido. Scorpius miró. Se trataba de Rose que venía hombro a hombro con Sophie. Entonces, después de mucho tiempo, se percató que ella realmente no parecía tener amigas en su casa, pero en el año, varias veces la vio cerca de algunas. Sabía de su no amistad de Marieta.

—Oye, Rose —dijo de repente a su amiga.

—¿Sí? —se adelnató luego a decir—: Mira, me frustra que solo hablen de que el año siguiente todo sea Quidditch, por que—

—Tranquila —le pidió Scorpius—. No iba a decirte nada de eso.

—Ah —Rose frunció el ceño—. ¿Entonces?

—Me acordé de algo que nunca nos dijiste.

—¿A si? —preguntó a su lado un interesado Albus—. ¿Qué?

Scorpius lo miró y luego volvió a centrarse en Rose.

—Nunca nos dijiste qué pasó exactamente con Marieta. Algo de hormonas fue... pero no lo entendí.

Para sorpresa de Scorpius, el del gruñido esta vez fue Albus.

—¿Qué? —preguntó, sientiendose tonto porque parece que se le escapaba algo obvio.

—Seguro estaba detrás de ti o de algún jugador de Quidditch de Slytherin.

Scorpius sacudió la cabeza. ¿Era todo lo que interesaba a las chicas? ¿Los chicos? ¿No las tacticas?

—Te equivocas —dijo Rose. Scorpius volvió a observarla, ella miraba a Albus—. Era por ti, Albus. Pero como te la pasaste con Scorpius y Vincent hablando solo del partido —se encogió de hombros—, aun cuando fingió estar pasando frío la ignoraron. Entonces, cuando me di cuenta que me esta usando para acercarse a ti la puse en su lugar y jamás volvió a hablarme.

Sophie, al lado de Rose, asintió y puso la mano sobre su hombro.

—Bien hecho, Rose. Esas no son las amistades que hay que cultivar. La otra chica, ¿cómo era su nombre? ¿Emily? Ella me cae bien. Le gustan los unicornios.

Scorpius decidió que era momento de romper la atención que le ponía y miró a Albus, estaba con el ceño fruncido, parecía incluso enojado.

—¿Qué sucede?

—Esa niña seguro estaba detrás mío porque soy un Potter.

—No lo sabes, Albus. Y no importa. A menos que te importe las niñas —dijo, casi sorprendido. Albus se sonrojó enormemente pero negó.

—¡No! ¡No así! Aún no al menos. Es solo que... espero que si un día alguien se acerca así, con intenciones... románticas —la palabra parecía quemar en sus labios—, sea por mi, no por mi apellido.

—Albus, no sé si lo has notado, pero te has hecho un nombre. Tuyo.

Y era cierto, eso consideraba Scorpius. Albus era Slytherin, uno no muy común. No era un cobarde, no salía huyendo, era vulnerable, y tenía un buen concepto de justicia. ¡Rayos, ni siquiera debería estar en Slytherin! Es cierto que esa faceta suya, la serpiente dentro, a veces le salía con creces, especialmente cuando se trataba de vengarse de los demás o desearles ciertas cosas malas. Se le salía bastante hablando de su hermano por ejemplo. Pero entre ambos Potter, rayos, que Albus destacó más que su hermano. Eso que su hermano ganó con Gryffindor la Copa de Quidditch, y lanzó un perfecto Expelliarmus contra Henrietta Jones, siendo apenas de segundo. Pero eso no fue siquiera noticia.

Gryffindor hablaba de Albus.

Albus estaba logrando su propio camino, propio, diferente al de su padre, y destacándose por sus propios talentos.

Albus, a su lado, sonrió.

—Gracias —le dijo. 

El Legado de Potter #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora