Tres Selección

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Tres

Selección

Para cuando el expreso a Hogwarts se detuvo, todos los alumnos vestían ya sus túnicas escolares y se amontonaban para bajar. Sophie, Vincent, incluso Albus y Rose no se separaron de Scorpius mientras caminaban entre el montón de alumnos hasta llegar abajo.

—¡Los de primero, por aquí! —escucharon gritar. Scorpius notó a Albus que se colocaba a su lado.

—Ese debe ser Hagrid —dijo con una enorme sonrisa. Para ese momento, se había acostumbrado un poco a aquel cabello azabache rebelde. Scorpius frunció el ceño en su dirección.

—¿Hagrid?

—Sí, Hagrid. Suele ir a comer a casa. Es el guardabosque de Hogwarts. Y Guardián de todos los secretos.

—Papá me contó de él —agregó Vincent—. Dijo que es muy alto ¿es cierto?

—Muchísimo —les comentó Albus sin dejar de sonreír—. Será mejor que nos apuremos. Vamos —tomó del brazo a Scorpius y salió disparado, cargandóselo con él en dirección al guardabosque—. Allí está, mira. Es él, Scorpius. ¡Hola Hagrid! —sonrió.

Scorpius abrió la boca y se olvidó de cerrarla por un largo periodo de tiempo. Hagrid era enorme, "alto" se quedaba corto. Una enorme barba le tapaba la cara al guardabosque y Guardián de los Secretos de Hogwarts, y cuando se movió, pensó que era porque debajo tenía una sonrisa.

—Ah, Albus, allí estás. Hola pequeña Rosie. Hola... —y el movimiento desapareció en cuánto lo vio a él. Scorpius sintió palidecer por esa reacción, pero no bajó la mirada.

—Scorpius, Hagrid —le dijo Albus—. Ellos son Scorpius, Sophie y Vincent.

—Sí, sí, sí... —respondió el hombre enorme, pero entonces los ignoró y siguió llamando a los de primero. Sólo cuando se juntaron todos pidió que los siguieran. Scorpius se preguntó si la gente entendía que tener once años no lo hacía tonto. Podía ver y sentir las miradas que Hagrid le lanzaba a cada rato, como aquellas que le lanzaban las personas cuando salía con su padre a algún lugar público. No bajó la cabeza, pero sí se aseguró de que, cuando Albus lo soltó, alejarse unos pasos de él. Sin embargo, cuando se dio cuenta, Albus volvía a estar a su lado, sonriéndole con esos ojos verdes brillando.

—No te alejes mucho. Vamos juntos. Tenemos que conseguir el mismo bote.

—¿Bote? —preguntó Scorpius curioso.

—Sí —rió bajito Albus—. ¿No lo sabes? Los de primero siempre llegamos a Hogwarts en bote, por el lago.

Ni su padre ni su madre le habían contado nada de esto, salvo que alrededor del castillo había un lago. De repente, la emoción latió en él. Subir a un bote debía ser algo muy divertido, eso le transmitía al menos Albus.

—Nunca anduve en bote —Dijo.

—Yo tampoco. Pero estoy seguro que debe ser emocionante.

***

¿Divertido? ¿Cómo pudo pensar que podría ser divertido o emocionante? En cuanto bajaron del bote, Albus y Vincent tuvieron que ayudarlo a caminar hasta una esquina, donde se dobló y vació su estómago. El movimiento del bote era espantoso. Apenas habían hecho los primeros metros, Scorpius se había empezado a sentir fatal. Que no hubiera devuelto antes había sido un milagro.

—Estás muy pálido, Scorp —comentó Sophie en cuanto lo vio. Parecía asustada.

—Estoy bien —murmuró mientras la mano de Albus le acarició la espalda, sin embargo, al levantar la vista todo se movió y debió agacharse otra vez. No había comido tanto ¿cómo es que todo aquello salía de su estómago?—. Ok... tal vez no muy bien... —susurró apenas.

El Legado de Potter #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora