Capítulo 7: Honestidad y amistad.

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Al día siguiente, Layla y Mia decidieron hablar acerca de todo lo ocurrido, principalmente porque ambas tenían muchas dudas con respecto a la otra y todo lo que estaba pasando, así que se sentaron y comenzaron.

Layla fue la primera en hablar, permaneciendo sentada en el borde de la cama de su compañera y tomando algo de aire antes de decidir por dónde iniciar. -Supongo que es hora de que te cuente cómo fue que conocí a Cornelia, pero, te debo advertir... puede que suene extraño y hasta algo surrealista.- Mia asintió con la cabeza sin mucho problema. Con todo lo que ya había presenciado hasta ese momento, un par de cosas "raras" más aparte de lo que había experimentado hasta entonces no sería tan terrible.:

Así, estando en la misma página con la menor, Layla prosiguió con su relato. -Bien, ella y yo nos conocimos hace tres semanas más o menos. La verdad, es que había perdido a una persona muy querida hacía un par de meses atrás y no estaba del todo bien emocionalmente, así que para desahogarme salía de fiesta todas las noches.

Necesitaba desahogarme de alguna forma, y esa parecía la más efectiva. De hecho, fue en una de ellas en que la conocí... Debo decir, se veía muy simpática, a pesar de su extraña apariencia, aparte de que eso era común en antros underground como aquel, así que tampoco me pareció tan raro y decidí acercarme. No con alguna idea fija de qué esperar o hacer, sólo quería olvidar mis problemas un rato y pasar un rato agradable con alguien más.

Todo iba bien al principio, hablábamos de todo un poco y nos reíamos de las mismas tonterías, entonces, luego de que la fiesta terminó, nos despedimos con intención de ir cada quien por su lado. No obstante, ella me detuvo y preguntó si es que quería ir a su casa para que continuáramos "pasándola bien".- Al mencionar esto, ella suspiró, cubriéndose la cara con una mano y casi mostrando lo estúpida que se sentía por no haber sospechado nada cuando eso pasó. -La idea no me pareció mala, así que acepté, pero, si hubiese sabido que las cosas terminarían así, jamás le habría hablado siquiera.- Mia la miró un poco preocupado, ya imaginándose cualquier cosa por el rumbo que esa historia parecía ir tomando. -¿A qué te refieres con "así"?, ¿Qué fue lo que Cornelia te hizo?- La azabache le sonrió apenas al ver que la chica se alarmó más de la cuenta, aunque también entendía, así que puso una mano en su hombro para calmarla. -No es lo que imaginas... Bueno, en realidad no sé si lo que pasó de verdad es mejor o peor, sólo... digamos que no fue agradable en general.- La muchacha seguía sin estar tan convencida, aún con esa pequeña aclaración, a lo cual sólo insistió con que le diga lo ocurrido de una vez.

Ante esto, la mujer prosiguió. -Cuando llegamos a su casa, me pareció algo tenebrosa y muy apartada de la ciudad, pero no quería dejarme llevar por las apariencias, además de que estaba algo pasada de copas y no sabía muy bien como volver a mi casa, por lo que no tenía más opción que quedarme allí... Llevábamos unas cuantas horas charlando y bebiendo, todo iba bien, pero, de un momento a otro, ella comenzó a portarse de una manera algo rara y terminó mostrando su verdadera apariencia e intenciones.

Trató de convencerme de que las habilidades sobre el aire que poseía me las había dado ella y que así la ayudaría a vengarse de unos tal Zoé y Nero.- Al oír esos nombres, la castaña se quedó pensativa, ya que no le sonaban de nada, al menos, no de momento. Aún así, no interrumpió, volviendo a ver a su compañera mientras esta le contaba lo demás. -Algo me decía que no era cierto, algo de todo eso no cuadraba en mi cabeza... Sin embargo, cuando vio que yo no estaba tan convencida y no lograba ponerme de su lado completamente, fue que recurrió a la fuerza.- Llegadas a este punto, Layla levantó un poco la pierna y arremangó la tela de sus jeans para que Mia pueda ver la marca de Acuario que tenía ahí en su tobillo. -Antes de darme cuenta, ya tenía estos "tatuajes" y estaban mucho más opacos, casi negros por completo... Dolía un montón además, y ella dijo que era mi destino.

Debía aceptar sus órdenes y hacer lo que me pedía, de lo contrario la corrupción me iba a consumir y no podría hacer nada para salvarme... Claro, ahora sé que todo eso fue un invento suyo y que la misma corrupción la inició Cornelia para tenerme en la palma de su mano.- Cuando la explicación concluyó, Layla dejó ambos pies en la cama y abrazó sus rodillas mientras escondía su rostro un momento. -Todo esto es una locura, Mia... Ya ni siquiera sé qué pensar.- La guardiana de la tierra se dio cuenta de que la situación fue un desastre de principio a fin con esa pobre chica. Pero, entendía su confusión, a fin de cuentas, tanto ella como Vincent también debieron pasar por encrucijadas así de complejas al tomar su rol como guardianes. -Tienes mucho en tu cabeza, y lo entiendo. Esto no es fácil para nadie, Layla... Pero, creo que si ahora estás aquí y también conservaste tu marca a pesar de la corrupción, es que tienes algo que aportar en todo este asunto.- Dicho esto, Mia intentó superar su problema con el contacto físico hacia "desconocidos" y abrazó un instante a la mayor. -Estarás bien, ¿De acuerdo?, eres fuerte y también te has adaptado relativamente bien a controlar tus habilidades... Ya tienes la mitad del camino avanzado.- La mujer la miró al sentir el abrazo, sonriendo con cariño al escucharla igualmente, a lo que terminó acariciando su cabello antes de que ella se separe por completo. -¿Quién lo diría?, ayer tratabas de matarme y ahora actúas como mi mejor amiga.- La menor exhaló y se paró de la cama un poco colorada por la broma. -Bueno, la gente cambia y ahora somos compañeras... Aparte, debo asegurarme que no se te ocurra volver con esa loca.- Su respuesta le sacó una pequeña risa a la mayor y acabó asintiendo, dejando eso como una tregua entre las dos y el inicio de su amistad también. -Me parece razonable, ahora... ¿Qué pasará con tu amigo?, ¿Crees que él estará... disponible a perdonarme?- La joven la miró medio desconcertada por esa duda, mas le mostró una sonrisa despreocupada al final. -Por supuesto, ese idiota perdonaría hasta al Diablo en persona de seguro.

Tú relájate, tampoco fue tan grave, sólo necesita descansar y recuperarse de su pierna... Por lo demás, tengo la total certeza de que te recibirá con brazos abiertos.- Esas palabras le sacaron un enorme peso de encima a la guardiana del aire. Saber que ya tenía un grupo de personas en quien confiar y que no parecían guardar segundas intenciones al estar con ella, era sin duda una sensación muy reconfortante. Así, al terminar esa conversación, ambas decidieron que sería apropiado ir a darle una visita al mayor igualmente, Mia sabía que la familia de este no se hallaba en la ciudad, y de seguro él no le dijo nada a ningún conocido de momento, por lo que sería bueno ver si necesitaba algo durante su estancia en el hospital.

Antes de salir, Layla la detuvo un segundo, preguntando si a ella le gustaría quedarse en su hogar la próxima vez, así podría conocerla un poco mejor también, puesto que Mia no contó mucho de ella durante la noche pasada ni aquel día, en parte porque no se dio la instancia, pero, también porque parecía evadirlo cuanto podía. Frente a esta invitación, la joven no supo qué responder así tan de golpe, siendo alguien bastante hermético por lo general. -Okey, cuando terminemos con la visita a Vincent y demás cosas que puedan surgir, me quedaré a dormir en tu casa, ¿Te parece bien?- Su compañera sonrió de oreja a oreja y asintió, tomándola del brazo para caminar juntas. -¡Perfecto!, será como una pijamada y la pasaremos genial... Pero tienes que contarme de ti, ¿Vale?, nada de cambiar el tema como hiciste antes, señorita.-

Mia miró en dirección opuesta a la azabache mientras se iba apartando un poco como un gato arisco y antisocial sin poder evitarlo. -No tientes tu suerte, mujer. Un paso a la vez, ¿De acuerdo?- Al decir esto, la joven la iba apartando con cuidado igualmente. -Ya es bastante eso de irme a quedar en tu casa cuando recién te estoy conociendo.- Layla suspiró resignada y aceptó en vista de que no la haría cambiar de opinión tan fácilmente, aunque sí insistió en caminar del brazo juntas, algo a lo que la castaña ya no se opuso con tal de salir de una vez y dejar de dar tantas vueltas con el tema.

The Guardians Of The Four ElementsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora