Capítulo 12:Alexander pierde el control.

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"M-Mia..., Mia e..,Mia..está.."-era todo lo que el jóven guardian podía decir, mientras observaba a su compañera desplomarse frente a él.
Nisiquiera podía pensar con claridad, su cuerpo no se movía y su vista no podía apartarse del cuerpo inmóvil de la muchacha, rodeado por un charco de sangre y practicamente carente de vida.
A lo lejos podía escuchar el llanto desesperado de Layla y Vincent, quienes trataban de reanimarla infructuosamente.
La jóven no se movía y su piel se tornaba cada vez más pálida.
Todo ésto no hizo más que empeorar el estado mental de Alexander, quien estaba a punto de perder el control a causa de la escena presenciada, pero, sin duda alguna, lo que terminó con lo poco de autocontrol que le quedaba al chico fué la insistencia del soldado en cumplir con su misión de ascesinar a los guardianes restantes.
Apenas había levantado hasta la mitad su espada, cuando Alexander la partió por la mitad justo frente a sus ojos, el soldado quedó atónito, jamás se habría esperado que un poco de agua fuera capaz de destruír una espada hecha de puro diamante.
Pero había algo que ni él ni Cornelia sabían, y era que la magnitud en los ataques y control o descontrol sobre los elementos que los guardianes poseían no sólo se regían por sus signos zodiacales, sino que también por sus estados de ánimo predominantes, y en Alexander era el miedo, cuando se tiene miedo o inseguridad sobre algo o alguien hay sólo dos reacciones que adoptamos por instinto natural, una es contraataque o defensa y la otra es el escapar de lo cual nos provoca esta sensación.
En el caso de Alexander sólo había una reacción, la cual era el contraataque y la defensa, pero no defensa propia, sino que hacia sus compañeros, esto porque no estaba dispuesto a ver morir a ni uno más de sus amigos.
Sin embargo, al llevar tan al extremo sus deseos de venganza y sobreprotección, sus emociones se descontrolaron a tal punto que ya nisiquiera podía utilizar a voluntad sus habilidades sobre el agua, lo cual significó un peligro latente, tanto para los demás guardianes como para sí mismo.
Vincent y Layla trataron de calmarlo, pero fué inútil, no escuchaba ni respondía, estaba fuera de sí.
Aunque por un lado entrar en ese estado le permitió tomar una enorme ventaja por sobre el soldado de diamante negro, llegando incluso al punto de arrancarle el corazón con sus propias manos, matandólo en el acto, por otra parte no parecía ser capaz de volver a la normalidad, no por sí mismo.
Los demás guardianes no sabían que hacer, Mia estaba al borde de la muerte y Alexander había perdido la cabeza por completo, la situación no podía estar peor, realmente no sabían como ayudar a su amigo a recuperar su sanidad mental.
El jóven se encontraba en una especie de trance, gritaba y destruía todo a su paso, hasta que, de un momento a otro, la chica, que supuestamente ya no sobreviviría en su estado físico actual, se levantó y caminó lentamente hasta donde él se encontraba.
La sangre que goteaba de su ropa y herida se mezclaba con los charcos de agua que había dejado Alexander a su paso.
Desde un principio la chica no tenía ídea alguna de que era lo que estaba haciendo, pero, una vez que se paró frente a él, lo único que hizo fué abrazarlo con todas sus fuerzas y decirle suavemente:-"Ya no sigas Alex, es suficiente.
El soldado ya está muerto así que ya no hay necesidad de ponerse como loco, bueno, desde un inicio no la había, así que vuelve porfavor, Layla y Vincent están muy preocupados por ti, y yo también, después de todo, la única razón que tuve para hacer esto fue para protegerte y ahora...mírate, te has vuelto mucho más peligroso y aterrador que la misma Cornelia..."- Alexander guardó silencio y se dejó caer de rodillas al tiempo que rompía en llanto y, mientras intentaba volver en si, decía:-"L-lo s...sie..siento...M-Mia...Lay-Layla...Vin-..Vincent...yo...yo no...qu...quería..."-en ese momento sintió como 2 personas más lo abrazaban.
Eran Layla y Vincent, quienes trataban de ayudar a la muchacha a contenerlo.
Luego de, supuestamente, unos minutos Alexander recuperó su consiencia, pero cuando lo hizo ya no se encontraba a las afueras de la ciudad, sino que, en lo que parecía ser, una sala de hospital.
Y a su lado yacía inconciente su compañera, Mia Brown, estaba cubierta de vendas y su piel tenía cicatrízes por todas partes.
Alexander se quedó en silencio, mientras, contemplaba con expresión triste a la jóven.
Después de eso el chico tomó una difícil, pero muy necesaria decisión, hablar de su pasado.

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