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Jungkook se sentía tonto por lo que hizo sin pensarlo bien dos veces. Simplemente quiso hacerlo y quitárselo de encima, fue un impulso nervioso que tuvo.

Estaba esperando fuera de la clase de música —donde Taehyung aún se encontraba—, dispuesto a hablarle. Sabía que le tomaría un tiempo, porque le gustaba quedarse después de las clases de violin a practicar por su cuenta. No pudo resistir más y entró.

Nada más entrar, quiso salir, porque sólo los separaban centímetros. Pocos. Su escape fue fallido, ya que el de facciones delicadas cerró la puerta.

—Uhm —esa expresión habló por sí misma, haciendo notoria su incomodidad y nerviosismo —... H-hola.

—¿Qué?

—Yo... Es que- —hizo un puchero infantil mientras jugaba con la cremallera de su chaqueta negra y miraba al suelo.

—Jungkook. Sabes mejor que nadie que estoy ocupado con mis clases de violín—alzó su mentón con dos dedos —. Dime qué quieres... —habló.

El mayor aprovechó cuando desvió la mirada por la incomodidad, y entonces observó su outfit. Llevaba una chaqueta negra varias veces su talla, una camiseta roja que exponía un poco su abdomen y unos pantalones vaqueros.

—¿Y bien?

—Que... me gustas m-mucho, Tae. —murmuró en voz baja. Dudaba que este lo hubiera escuchado de tan bajo que lo soltó.

El contrario rio. —¿A sí? —el menor asintió lentamente avergonzado sin ser capaz de mantenerle el contacto visual— ¿Por qué?

—¡No lo sé! —hizo berrinche sin mirarlo pese a que su mentón era alzado por el otro — Por favor...

—Por favor ¿qué?

Fóllame. Por favor, fóllame. Necesito que me toques... —gimoteó impotente.

Taehyung sonrió victorioso, con un aire de superioridad.

—Oh. Por eso llevas lencería —estiró su pantalón para observar sus bragas rojas de encaje—. ¿Para eso has venido aquí? ¿De veras? ¿Recuerdas lo mucho que me molesté contigo cuando interrumpiste mi ensayo extra? Me desquité.

El azabache mordió su labio con sus adorables dientes de conejo que solían matar al castaño de la ternura.

—Yo- L-lo siento mucho, Ta-

—Ahórrate tus palabras —dijo sin suavidad alguna—. Vete, quieres. —tomó su violín.

—Pero... —tembló su labio inferior y consiguió retener su lágrima. Bajó la cabeza y salió lamentándose. Iba por el pasillo entristecido y: de una vez por todas, descendió esa lágrima que tanto escondía. Subía y bajaba su cremallera en silencio.

—Jungkook. —se escuchó después de que la puerta haya sido abierta. No dijo nada más después de hacerlo.

Éste último sonrió antes de darse la vuelta y regresar al lugar de los hechos corriendo, dando pequeños saltitos de alegría. Pasó hacia dentro y miró al mayor.

—¿Por qué estás tan contento? ¿Qué te asegura que recibirás lo que tanto deseas...?

A este se le borró la sonrisa y lo observó con ojos suplicantes.

—E-entonces, ¿no-

—Contra el escritorio, Jeon.

Éste asintió con la cabeza mientras obedecía al instante sonriente y emocionado. Siempre fue sumiso en cosas como esas. Sintió cómo su chaqueta era quitada y lanzada al suelo. Solo quedaba su camiseta y su pantalón.

Una segunda vez -VKook/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora