Una segunda vez -VKook/KookV

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El fin de semana apareció rápido. Tanto como Jungkook una vez Taehyung le abrió la puerta.

—Jungkoo-

—Jeon. —corrigió.

—Oh. Vale, perdón. —arrugó sus labios.

—¿Podemos hablar? Es necesario hacerlo. —dijo mirando al suelo.

—¿Hablar de qué?

—De nuestra relación de antes —soltó sin pudor—. Hay que... f-finalizarlo bien.

«¿Finalizar? ¿Jungkook quiere finalizarlo todo?»

—No... No quiero hablar de ello... —lentamente cerraba la puerta— Tal vez... Otro día. —sabía que no podían tener esa conversación. Tenía muchas conclusiones, como por ejemplo, que probablemente Jungkook se ponga a llorar, o que literalmente acaben cortando todo tipo de lazos.

Cuando cerró la puerta, el menor suspiró y se puso a llorar en voz baja mientras sacaba el móvil para recurrir a sus amigos. Por la mirilla, lo observaba el rubio con remordimientos.

—¿Quién era? —preguntó Jimin mientras se secaba el pelo con la toalla.

—Este... —despegó el ojo de la mirilla rápidamente mientras descansaba la espalda en la puerta.

La cara del contrario tornó bastante seria de un segundo a otro. Lo señaló con el dedo y entrecerró los ojos.

—No me digas que- ¡Kim Taehyung! ¡Deja de puto cagarla! ¡Ve! ¡Ve y dile algo, joder! —chilló el que seguía en toalla.

—Jimin... No creo estar listo para ello. No ahora. Es que- es muy confuso.

—¿Lo quieres?

—Supon-

—¿Supones? Mira. ¿Sí o no? Sabes la respuesta, sé la respuesta, pero la quiero escuchar salir de tu boca.

—Sí... —dijo arrastrando la pereza y quejándose como si no quisiera hacerlo— Me gusta, y lo sabes, sólo que la situación es... —chasqueó la lengua y se soltó de hombros mientras caminaba a abrazarse a su mejor amigo.

—Tae. ¿Qué hay de tu presentación de violín? ¿Irás?

—Claro que iré. He estado un año entero preparándome para ello, no voy a perder tal oportunidad.
 
 
 

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Jungkook dibujaba garabatos en su cuaderno con la intención de sacarse a Taehyung de su cabeza, pero no pudo.

Era muy pegajoso.

Jadeó desesperado por hacer algo, pero entonces recordó la existencia de sus dos maravillosos amigos.

Por el pasillo con una sonrisa, observó cómo un chico pelirubio salía del dormitorio de Yoongi con una sonrisa y unas hojas en la mano. Se despidió y se fue.

El menor sonrió emocionado corriendo hacia él emocionado y lanzándose a sus brazos de inmediato.

—¿Quién era, quién era? Dímelo, por favor... Yo quiero saberlo. —empezó a golpear sus hombros.

—Vamos... Vamos juntos en matemáticas. Entonces le he prestado los apuntes que tomé de las fórmulas y eso.

—¡¿Ense-