CAPÍTULO 1

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"Secretos de la noche"

"Secretos de la noche"

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VICTOR FARADAY

El peligro seguía a Victor Faraday, como el trauma consecuente a una tragedia o una maldición inquebrantable. Con el tiempo, aprendió a aceptarlo en su vida, a abrazarlo sin miedo, hasta disfrutarlo incluso.

Transitaba a través de él como una vereda conocida, una en la que terminaba más seguido que nunca. Era parte de sus días y poco a poco terminó volviéndose parte de él. Por ello siempre estaba alerta, si algo le habían enseñado sus años como militar y sus más recientes años como oficial de protección personal, era que nunca había que bajar la guardia.

Por eso era un hábito suyo el escanear cada lugar en el que se encontraba, estudiar hasta el último detalle; determinar riesgos potenciales así como posibles entradas y salidas en casos de crisis.

Desde la banca en la que estaba sentado, inspeccionó la estación. A las 11 pm, casi a un respiro de la media noche, era natural que no hubiera muchas personas esperando ser llevadas a sus destinos.

En esa estación del metro, sólo se encontraban él y delante de las vías del tren, a varios metros, se encontraba una rubia vistiendo una camiseta blanca, jeans negros y botas militares negras. No podía ver más detalles además de que tenía las manos en los bolsillos y que movía su talón con impaciencia.

La noche prometía ser tranquila y ordinaria hasta que escuchó pasos apresurados bajando de las escaleras y el choque continuo de una maleta contra cada escalón. Se trataba de una pareja, una mujer delgada y bajita de cabello negro y piel pálida y un hombre alto y grueso, sin cabello pero con exceso de barba. Por la prisa en la que iban, parecían estar retrasados para su destino, a simple vista, parecían la pareja promedio.

Hasta que los escuchó alzar la voz.

—¡No puedes hacer esto! —exclamó el hombre—. ¡No a mi!

—Es... es lo mejor para mí —respondió la mujer sujetando la manija de su maleta con fuerza.

—¿¡Y qué hay de mí!? —el hombre debatió, su voz retumbando por toda la estación—. ¿¡Cómo puedes ser tan egoísta después de todo lo que he hecho por ti!?

A juzgar por el temblor en los hombros de la mujer, no fueron años particularmente agradables.

—Esto... esto es lo mejor para mi —la chica repitió, esta vez parecía tratar de convencerse a sí misma en lugar de a él.

Yo soy lo mejor para ti —el hombre sujetó el brazo de la mujer, sus largos dedos rodearon por completo el diámetro de su delgado bícep, casi exprimiéndolo dentro de su agresivo agarre—. Nos vamos a casa. Punto final.

—No —la morena rebatió temblorosa.

—No te lo estaba pidiendo —el calvo gruñó.

Fue cuando Victor se puso de pie y se apresuró a la zona, su cerebro lo conectó con el bolsillo en su chaqueta pero descartó la idea. A medio camino, algo lo sorprendió. La rubia que observaba todo desde las vías cerca de ellos, había llegado antes que él.

MI SEXY GUARDAESPALDAS (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora