VICTOR FARADAY
Mientras Victor conducía de regreso a la mansión, la pantalla de su celular, que reposaba en el sostén de su tablero, se iluminó con un mensaje de texto.
Aliméntala. Había instruido el señor Forester en su mensaje.
El desagrado de Victor hacia su jefe crecía con cada día. Incluso a través de un esteril mensaje de texto, podía ver la intención en su orden. Ashton Forester hablaba como si su hija fuera una mascota a la que había que atender, como una inconveniencia en su agenda a la cual delegar a cualquier empleado.
Miró por el espejo retrovisor, hacia la chica en el asiento trasero. Sky tenía el codo en la ventana, su mentón reposando sobre el talón de su mano y la mirada perdida en el cristal, su rostro y cabello iluminados por las luces del atardecer.
—Señorita Forester —llamó su atención, esperó hasta que encontró sus ojos azules en el espejo—. ¿Ya comió algo?
La chica frunció el ceño, con esa permanente mirada de "¿Y qué si no lo hice?" fija en su rostro. Paradójicamente, respondió su pregunta con simpleza.
—En la mañana, una barra de cereal.
¿Eso había sido todo lo que había comido durante el día? ¿Era así cómo se alimentaba todos los días? Victor esperaba que no, comer poco en casa y esforzarse al máximo en el gimnasio definitivamente no era sano en lo absoluto. ¿Su padre lo sabía? ¿Siquiera le importaba?
Se guardó esas preguntas para sí mismo y giró el volante y dirigió el vehículo hacia la cafetería más cercana.
—¿Qué hacemos aquí? —cuestionó la chica cuando se estacionó frente al establecimiento.
—Es una cafetería —respondió apagando el vehículo—. La gente suele venir aquí para comer.
La chica rodó los ojos.
—Me refiero a que creí que no podía estar en lugares públicos.
—Dije lugares sobrepoblados —aclaró desabrochándose el cinturón de seguridad, soltando la formalidad en su hablar—. Tu padre me encargó que me asegurara de que comieras antes de volver. Estamos en un establecimiento escondido y prácticamente vacío, además habrá empleados míos haciendo guardia dentro y fuera del local. Estás a salvo.
La chica miró la cafetería a través de su ventana un momento.
—No tengo hambre.
La chica, tenía esa mala costumbre de retar órdenes, para su infortunio, Victor tenía el mal hábito de imponerlas.
—Me temo que no está a discusión, señorita Forester.
Sky llevó su retadora mirada al espejo. Probablemente podía doblegar e intimidar a los jovencitos de su clase con el filo de sus ojos, pero no a él, Victor había visto horrores más grandes que la mirada desafiante de una adolescente.
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MI SEXY GUARDAESPALDAS (18+)
RomanceUn guardaespaldas experimentado, una chica en peligro y un crimen mortal. Una cadena de asesinatos arrasó con el gremio compuesto por las cuatro familias más acaudaladas en Nueva York. Al final de la cadena de muertes se encontraba Skylar Forester...