Un guardaespaldas experimentado, una chica en peligro y un crimen mortal.
Una cadena de asesinatos arrasó con el gremio compuesto por las cuatro familias más acaudaladas en Nueva York. Al final de la cadena de muertes se encontraba Skylar Forester...
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SKYLAR FORESTER
Fantástico, simplemente fantástico...
Justo cuando pensó que esta noche no podía ponerse peor, esto pasaba. El universo no le daba descanso, pasaba de un desastre a otro. Hace un momento estaba conversando tranquilamente y ahora estaba atrapada en los brazos de un lunático con problemas de ira, alcohol y, por lo que percibía su nariz, clara falta de higiene básica.
Aún seguía pasmada, no lo vio llegar, el hombre apareció de repente, como si la oscuridad del tren lo hubiera materializado de la nada.
Al darse cuenta de que no la alcanzaría en auto, debió regresar a la estación y abordar en otro vagón... Sky razonó.
El militar se había levantado del asiento en cuanto vio la amenaza. Debía darle crédito, se veía calmado. Alerta y en modo de defensa, pero calmado, probablemente había estado en al menos mil situaciones de riesgo teniendo en cuenta que era militar. Ella, por otra parte, sentía el corazón retumbándole el pecho por la adrenalina.
El militar alzó las manos despacio y el mastodonte apretó su agarre, tenía una mano en su cuello y su otro brazo estaba sujetándole los hombros, impidiéndole alzar los brazos lo suficiente para defenderse.
Un tirón de sus manos y ella terminaría muerta en el suelo con el cuello roto. Morir no era una opción para ella, aún tenía cuentas pendientes con la vida. Todavía tenía una misión por cumplir.
-No te acerques -el calvo advirtió cuando el militar dio un paso.
El hombre olía a alcohol barato y tabaco, sus manos se sentían grasosas y sudorosas.
-Sólo quiero hablar -dijo el militar con calma-. Sólo eso.
-Sé que piensan que estoy loco, pero me entenderían si la conocieran -el calvo debatió-. Ella es la mejor cosa que me ha pasado, es lo único que le da sentido a mi vida. Es mi propósito.
-Estoy seguro que sí -dijo el hombre-. Te entiendo.
-¡No! ¡No lo entiendes! -el calvó aumentó la fuerza de su agarre y Sky comenzó a ver borroso-. Nadie lo entendería. Por eso me hicieron perderla, por eso ahora quizá jamás la vuelva a ver.
Su voz era agitada, Sky podía oír cuanto le aterraba perder a la mujer, si no hubiera visto la forma en la sujetó o los moretones en sus delgados brazos, le habría parecido conmovedor. Pero Sky podía reconocer a un hombre abusivo y posesivo con sólo verlo.
-Tal vez debería acabar con ustedes aquí, por hacerme perderla -se debatió entre dientes-. O tal vez deba llevarte conmigo y usarte para traerla a mí-. Añadió por lo bajo, sólo para que Sky escuchara.
Sky apretó los puños, la impotencia que sentía se había convertido en cruda rabia. Al diablo la cautela, si este sujeto iba a matarla, la mataría peleando. Su plan era simple, un talonazo en su tibia y, con algo de suerte, causaría daño.
-Escucha -el militar comenzó, deteniendo el plan de Sky antes de ponerlo en práctica-. Estás asustado, es normal sentirse así cuando perdemos a alguien que amamos. Por eso, antes de que tomes una decisión precipitada, quiero que te tomes un momento para considerar lo que sientes. Sé que harás lo correcto -los ojos verdes del militar bajaron a Sky- Sólo pido que te lleves la mano al pecho y sientas que hay ahí.
Y Sky captó el mensaje.
Rápido, flexionó su codo hasta que su mano tocó el bolsillo de la chaqueta en su pecho, introdujo la mano y tan pronto sus dedos sintieron el objeto sólido, supo que se trataba del mango de una navaja.
De un movimiento, liberó la navaja del bolsillo, y la metálica hoja del mango, para dejarla caer justo en el muslo del calvo, clavándola por completo en su carne.
-¡Mierda! -el agresor exclamó soltándola por reflejo.
Sky aprovechó ese instante para salir de sus brazos y alejarse de él. Corrió hasta estar al lado del militar.
-¿Estás bien? -preguntó el hombre sin apartar la mirada del calvo maldiciendo en dolor.
-Lo estoy -dijo acariciándose el cuello.
El calvo los miró, la furia había crecido en rencor que pareció funcionar como anestésico, pues tomó el mango de la navaja y la sacó de su pierna para apuntarla hacia ellos, su pierna sangraba pero no parecía importarle. En ese instante, su prioridad máxima era cobrar venganza.
-Quédate atrás -ordenó el militar sacando una navaja de su bolsillo trasero.
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-Ese sujeto es peligroso -Sky advirtió.
-También está herido y por lo que alcanzo a oler algo ebrio -levantó el cuchillo a la altura de su propio mentón, el filo siempre apuntando hacia su oponente-. Pasa al vagón de atrás.
Ni loca iba a dejarlo sólo con ese lunático.
El militar paró delante de ella y extendió su otro brazo, usándolo como límite entre ella y el agresor.
El calvo cojeó hacia ellos pero el militar lo encontró en medio.