Un guardaespaldas experimentado, una chica en peligro y un crimen mortal.
Una cadena de asesinatos arrasó con el gremio compuesto por las cuatro familias más acaudaladas en Nueva York. Al final de la cadena de muertes se encontraba Skylar Forester...
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-Victor... -Skylar gimió ansiosa y desesperada. Su nombre salía de su boca en forma de súplica, en forma de plegaria, como una demanda y un reto, todo al mismo tiempo.
Victor lamió desde el inicio de su raja hasta el final, recolectando sus jugos con su lengua para finalmente degustarlos en el interior de su boca. Lo hizo de nuevo y de nuevo, enterrando en cada ocasión un poco más de su lengua en ella, saboreando su interior y preparándola para la invasión de su polla.
Cuando la tuvo temblando, Victor abandonó su coño y trasladó sus atenciones a su parte favorita de la anatomía femenina. Puso su pulgar justo encima de su clítoris, aplicó presión y la capucha de piel descubrió el pequeño y rosado botón. Lucía brilloso e invitante, listo para recibir cualquier perversión que la lengua o cualquier parte de su cuerpo estuviera por administrar.
En ese momento solo tenía una.
Acercó levemente sus labios y su simple exhalar fue suficiente para hacerla contraer los muslos y soltar un jadeo. Hambriento, sacó la lengua y ésta aterrizó a un lado de su clítoris. Rodeó el pequeño botón con la punta de su lengua, tentándolo pero no tocándolo.
Cuando las piernas de la chica se agitaron con impaciencia, Victor atrapó el clítoris en sus labios, miró hacia arriba y sonrió.
Aplicó una succión y las rodillas de sky se elevaron, sus talones se enterraron en la espalda de Víctor y su cuerpo se estremeció. Victor se dio un festín con su sexo, utilizando su clítoris como un arma a su favor, sometiéndola bajo placer y éxtasis en cada lengüetazo y succión mientras era premiado con el adictivo sabor de su feminidad.
Había deseado hacer esto durante meses, había fantaseado con este simple instante, con tenerla desnuda y a su total merced. A pesar de las prohibiciones estipuladas por el código profesional entre un guardaespaldas y su cliente, Victor permaneció deseando a Skylar Forester.
Las manos de la chica bajaron y las de Victor subieron. Las palmas abiertas de Victor atraparon los firmes pechos de la joven, los dedos de la joven se entrelazaron en el cabello de Victor.
Victor hundió sus dedos en su piel, viendo sus pechos desbordarse entre sus dedos ante la presión. Sintió las manos de Sky, presionando su rostro contra su sexo mientras comenzaba a rotar sus caderas, generando fricción y aumentando el placer.
Los pulgares de Victor circularon sus pezones del mismo modo que su lengua comenzó a hacerlo con su clítoris, arrastrándola hacia el inevitable abismo del placer.
Las manos de Victor bajaron por su cuerpo hasta terminar en sus cremosos muslos. Succionó una última vez y la sintió estremecerse mientras el orgasmo se manifestaba por su cuerpo.
La joven se corrió en su boca, empapando su barba, labios y lengua con sus jugos. Victor bebió tan fuerte que los músculos en su cuello dolieron, inhaló la esencia de su placer buscando embriagarse con ella, experimentarla con cada sentido a su alcance.
