Beautiful Girl | Cynonari

Capítulo 04 | Noche de recuerdos

Arte por @/Phaesporia__ via Twitter.

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Una semana después del encuentro con Cyno en la librería.

—Creo que ya me iré a dormir.

—Dale un beso a tu padre — la joven se acercó lentamente a su padre, y antes de bostezar, le dio un beso en la cabeza a su padre que había dado la vuelta a su silla para estar frente a ella—. ¿Necesitas que te cante para dormir?

—No... ja, ja, ja. Ya estoy grande.

—Cierra tus ojos... ¡no tengas miedo...! —Tighnari movió su cabeza de forma extraña para exagerar su voz en una melodía que Collei conocía desde pequeña. Esta rio al instante, y cuando vio que su padre se levantaba de a poco de su asiento para abrazarla, tomó el peluche que estaba bajo su brazo y se lo arrojó moderando su fuerza.

—Ten, ¡cántale al peluche!

—Los monstruos se han ido... Está huyendo... —Tighnari se levantó de su silla, y esperando al quiebre de la canción, se abalanzó y tomó de la cintura a su hija para levantarla y abrazarla por detrás con cariño— ¡Y tu papi está aquí!

—¡Suéltame, me haces cosquillas! —Collei forcejeó divertida y carcajeó cuando sintió los dedos de Tighnari hundirse en su torso, lo cual le provocaba mucha comezón y risa. Este la bajó y le dio un beso en la frente al terminar de reír—. Buenas noches, papá.

—Que descanses, Collei.

No podía negar que se sentía agotado por los largos días que había tenido últimamente. El trabajo extra que estaba realizando por órdenes de Alhaitham lo estaban agotando, y su ánimo se había visto afectado en la última semana. Si bien se negaba rotundamente a aceptar el hecho de que su mal humor era una consecuencia de su repentino encuentro con Cyno, se le hacía imposible evitar pensar en él cada vez que cruzaba miradas con su hija.

Puso sus manos en su espalda baja e hizo presión para intentar hacer que esta sonara. Se estiró, tensando y relajando todos sus músculos con la intención de encontrar algún alivio en su posición. Los años estaban cayéndole encima como un balde de agua fría y eso no le gustaba en lo absoluto, pero pensó seriamente «¿Qué puedo hacer yo contra el paso del tiempo?» y agitó su cabeza tratando de deshacerse de esos pensamientos estúpidos. Idiota. Muy idiota de su parte fue pensar en algo inevitable como el ciclo del sol y la luna remarcándose en sus huesos y en su piel.

Miró hacia todos lados, queriendo encontrar una manera creíble de escapar de la pila de exámenes que aún le quedaban por corregir, pero dejó su cabeza caer sobre los papeles en cuanto recordó que no tenía escapatoria de su trabajo. Sin embargo, cuando giró su cabeza sin despegarla de esa incómoda posición, notó algo extraño en una de las puertas vidriosas de ese hermoso librero que le habían regalado sus padres años atrás. Se levantó, moviendo su silla giratoria en esa misma dirección, y se arrodilló cerca de esos estantes llenos de libros y de carpetas que evidencian sus años vividos en la academia; de igual forma, conservaba un pequeño estante dedicado a recuerdos de su familia y amigos a lo largo de su vida.

—¿Collei ha estado aquí...? —murmuró. Lo notó por uno de los álbumes de fotos de tapa dura que estaba abierto dentro del estante, ocupando gran parte de la vista externa. Tomó el objeto entre sus manos, y su ceño se frunció en cuanto divisó la imagen que delante de él brillaba con la luz de la luna reflejada sobre ella.

Cyno, Tighnari y Collei sonreían fervientes a la cámara. Mientras padre e hija estaban posando al lado de una bicicleta morada, con un canasto y detalles colgantes en sus manubrios, el peliblanco era el que sostenía la cámara frontal y levantaba sus dedos haciendo una señal de amor y paz. Era una fotografía que databa de, aproximadamente, diez años atrás. Tighnari se tomó un momento para volver a su asiento, esta vez sosteniendo el álbum de fotos para observarlo con más tranquilidad. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza.