Beautiful Girl | Cynonari

Capítulo 05 | Cena incómoda

Arte por @/nendo_c via Twitter.

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—¿Entonces si puedes venir? —preguntó Collei con entusiasmo. Del otro lado de la línea, Cyno se mecía sobre la silla de su escritorio, pensativo.

—Estoy libre esta noche, pero... ¿estás segura de que está bien que vaya?

—En lo absoluto, ya me encargué todo —respondió con seguridad la joven. Cyno se rascaba su cabellera larga con su bolígrafo, dudando un poco de su siguiente respuesta. El entusiasmo de Collei y la felicidad que le producía escucharla contenta era un mimo a su corazón en ese mismo momento.

—Hm... de acuerdo. Estaré allí a las ocho, ¿te parece bien? —dijo bajando sus pies sobre del escritorio y dando vueltas sobre su silla giratoria. La menor chilló del otro lado de la línea por la emoción. Este cerró sus ojos y alejó el teléfono de su oído para evitar escuchar esa agudeza de tan cerca.

—¡Sí! Gracias, Cyno. Recuerdas donde vivimos, ¿verdad? No importa, te pasaré la dirección por mensaje... —aseguró la niña felizmente. Cyno dejó de prestarle atención por un momento, absorto totalmente en los recuerdos que le traía esa aguda voz—. Te prometo que todo estará genial.

—Bien, enana... te veré más tarde. Debo volver al trabajo —soltó una pequeña risa entre su comentario y colgó la llamada.

Miró hacia la ventana de la oficina de su departamento, pensando bien en lo que acababa de hacer. Sacudió su cabello con fuerza, en un intento por quitar esos pensamientos invasivos en su mente. Bufó profundo y volvió a su escritorio para tratar de concentrarse en el informe que debía terminar para esa misma tarde. Por un momento agradeció que pudiera realizarlo sin moverse de su casa, pero eso solo hacía más frecuente que su cabeza comenzara a frotar en un limbo de recuerdos sobre esa familia a la que tanto aprecio le guardaba.

Lo único que había pasado por su mente desde que se reincorporó en su escritorio, era en el postre que compraría para sorprender a esa niña antes de llegar a su casa.

—¿Debería llevar de vainilla?

Mientras tanto, Collei saltaba de alegría y de nervios al mismo tiempo. Las mentiras que había dicho al teléfono no iban a resolverse tan fácil si se quedaba tonteando en su habitación con sus peluches, por lo que se paró de su cama y caminó alrededor de esta misma, pensando en la mejor forma de confrontar a su padre. Respiró profundo, abrió la puerta de su habitación y bajó las escaleras silenciosamente.

En la cocina, Tighnari lavaba malhumorado los trastes que habían quedado de la noche anterior. La molestia de volver agotado de la Academia para llegar a un hogar que parecía no llegar nunca a estar limpio por completo lo irritaba con intensidad, y a su vez, sentía que había destinos peores que solo unos platos con migas de tostadas y mermelada pegadas a la cerámica pulida.

Collei se acercó de forma bastante disimulada a la cocina, sentándose en la barra que le daba la espalda a Tighnari. El mayor guardó silencio para esperar una pregunta sobre la cena de esa noche, la cual nunca llegó. En su lugar, escuchó una cuestión muy rara para provenir de su propia hija.

—Papá... ¿no tienes ningún plan de fin de semana? —preguntó Collei rodando sus ojos, fingiendo normalidad.

—¿Qué es esa pregunta? —Tighnari, confundido, carcajeó por lo insólito del momento. Este suspiró, tratando de hacer memoria respecto a su pasado y a las noches en vela que alguna vez había pasado con sus amigos—. Ay, Collei, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que salí un viernes por la noche —respondió el mayor sin moverse de su lugar.

—¿Ni siquiera con el tío Kaveh? —insinuó la peliverde, apoyándose sobre la barra e incitando a su padre a dar una respuesta arriesgada, la cual nunca llegó.