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Tenía la sensación de ser perseguida, pero la joven terminaba pensando que solo era cosa de su imaginación, como en otras veces. Nunca le dio importancia y ese fue su grave error.

Un par de ojos color café la miraban desde el otro lado de la calle, en un Ferrari color negro. Sus pupilas se dilataban al mirar aquella chica que caminaba tranquilamente. Mordió su labio inferior al ser consiente de lo hermosa que se miraba ese día, más que los días anteriores.

Y es que Park jimin venía haciendo la misma rutina desde dos meces. Perseguir  a la chica de cabello negro, que caía hasta su espalda, labios delgados y ojos ligeramente alargados, Un color miel intenso que al estar a la luz del sol brillaban, Sin duda esos Par de ojos habían cautivado a Park Jimin.

Además de un rostro lindo, tenía un buen cuerpo y buenos modales, aquella chica  que siempre ayuda a los demá. Y eso a jimin le encantaba.

Sería su nueva presa, porque eso eran para jimin, él sería el lobo feroz y Jade la pequeña oveja.

—La casa del bosque tiene que estar desocupaba para hoy!.

Ordenó a uno de sus hombres.

Los mismo no podían negarse al mandato de su joven jefe. Sabían que su personalidad era una jodida mierda que podía cambiar de un segundo a otro y no querían jugar con su suerte.

—Felices vacaciones Doctora Jade. —le dijo uno de sus conpañeros de trabajo, un hombre ya mayor.

—Gracias doctor Suan, Nos Vemos en un mes.—hizo reverencia y salió del hospital.

Eran las dos de la madrugada. Jade no tenía problemas en irse caminando, su departamento quedaba solo a unos minutos de su lugar de trabajo. Por lo general era un lugar calmado, así que no se preocupaba de ser asaltada o ser perseguida por un loco.

Jeong Jade una joven de 23 años, se había graduado hace un año y tenía ese mismo tiempo ejerciendo su profesión.
Su padre era un alcoholico que golpeaba a su madre y ha ella, era un mantenido que le quitaba el poco dinero que ganaba su madre. Por suerte esta decidió dejarlo  cuando Jade  solo tenía 11 años. Aún así, los traumas que su padre dejó fueron grandes y hasta el día de hoy aún sigue yendo al sicólogo.

El viento sopló, avisando que sería una noche fría.

— Demonios, olvide mi teléfono!

La menor maldijo y regresó por donde había venido.

El paisaje a esa hora era hermoso, los edificios y el parque que se encontraban hacían verlo como de película.

Jade seguía caminado, serca de llegar al hospital, se detuvo cuando un coche de color negro se detuvo en medio del camino.

¿Que loco se quedaría estacionado en medio de la cera peatonal?

La puerta del coche se abrió. Un chico de cabello rubio, piel clara, labios gruesos y leve mente rosados bajo de el.

—Hola. —le saludo el chico de cabello rubio, con esa sonrisa de no quebrar ningún plato. — Me llamó Jimin y tú?

—Hola.— le respondió Jade ignorando la pregunta.

No era tonta, no lo conocía y tampoco sería una idiota para tener una conversación con un desconocido a mitad de la noche. Así que siguió caminando.

—Espera.—volvió hablar el rubio.

Jade de mala manera se detuvo y volvió a verlo.

—Qué quiere?

—Solo conversar.—dijo con una sonrisa en su rostro, haciendo que sus ojos desaparecieran en una delgada línea.

"No parecía alguien peligroso"

—Es noche y tengo prisa... buenas noches.

Lo iba a dejar ahí ignorado y seguir caminando pero algo lo detuvo. El rubio traía en su mano izquierda su teléfono, lo supo porque la pantalla se había encendido. Y la foto de ella y su novio que había puesto hace ya algunos meces aparecía.

Jimin se fijó y levantó su mano izquierda y la movió repetidas veces.

—Esto creo que te pertenece! No es así?

Fue quizás la oscuridad de la noche, pero la menor  podría jurar que la mirada de ese chico que se encontraba en frente de ella cambió. Sus pupilas se hicieron negras en su totalidad y la sonrisa desapareció, ahora dejando un rostro neutro.

"Al diablo con mi teléfono" pensó la doctora y dio la vuelta para salir corriendo, al hacerlo choco con un hombre que era el doble de grande que ella.

Sintió un fuerte golpe en su cuello seguido de dolor.

escuchó esa voz dulce y su agresor con un bate.

—Pronto pasará el dolor, solo es cuestión que te acostumbres...

Y así esa voz se fue desvaneciendo.


[...]

Secuestro' Tortura y Placer. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora