CAPITULO 8: SILENCIO, MIEDO Y DOLOR

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Abrió sus ojos y solo reinaba la oscuridad, como un abismo todo era negro, no se lograba divisar ni un solo rastro de luz y solo se escuchaba un ruido constante y uniforme, era, ciertamente relajante, como un día de lluvia, decido avanzar sin rumbo y extrañamente no sentía temor alguno, eventualmente y sin darse cuenta estaba en un hermoso prado, era un claro en medio del bosque, este tenía pequeñas y lindas flores a su alrededor, era su paraíso, su rincón favorito en el mundo, se encontraba preparando una sorpresa, era un pequeño y sencillo picnic de aniversario.

Con todo lo que había ocurrido últimamente él, su luz en la oscuridad, se merecía un pequeño descanso por más breve que fuera, anhelaba darle  un momento de plena felicidad en medio de toda la tristeza y si podía ofrecérsela, claro que se la daría,  haría todo a su alcance para verlo sonreír y que la pasara bien, se merecía ser un poco de felicidad ¿no?, mientras terminaba de organizar todo, tarareaba una dulce melodía,  que había estado rondando su mente desde ya hace un tiempo, esta le hacía pensar en lo afortunado que era de tener a tan maravillo y hermoso troll a su lado y no solo eso, era rudo, audaz, inteligente, dios como lo amaba, todas y cada una de sus cualidades e incluso sus defectos, los adoraba todos, con su sola mirada sentía que podía ver lo más profundo de su alma y no le importaba en absoluto que él la escudriñara, era el troll más suertudo al tenerlo como compañero, su sola imagen era sublime, No, todo su ser lo era y sin mencionar lo sexy que era, sobre todo cuando estaba en el campo de batalla, bueno eso era solo un plus, ya que incluso sin eso, lo amaba y lo seguiría haciendo incluso cuando llegaran a viejos y estuvieran tan arrugados como  uvas pasas, tan ensimismado estaba en sus pensamiento que no se percató del sonido unas suaves pisadas que se acercaban cada vez más, hasta que sintió un característico olor mentolado y antes de que pudiera dar la vuelta para ver de dónde provenía el tan atrayente aroma, unas manos cubrieron sus ojos y sintió como chispas invadían en su pecho y mariposas en su estómago, un dulce escalofrió recorrió todo su cuerpo cuando aquel troll le susurro en su oreja derecha, aquella sensación lo envolvió por completo y lo último que supo es que se encontraba recostado en su cama, y al parecer todo había sido un simple y bello sueño, que desaparecía rápidamente de su mente en la bruma de recuerdos difusos.

Se levantó de la cama y se dirigió al baño, ciertamente sentía somnoliento, todo estaba oscuro ¿Qué hora era?, miro al pequeño reloj que tenía en colgado y santos trolls, ramón lo iba a matar si llegaba tarde, solo le quedaba 30 min para estar listo, aún debía darse un baño y desayunar, también podía simplemente no ir,  después de todo lo que había pasado el día anterior realmente no estaba seguro de siquiera poder dar la cara, pero, Poppy le había pedido que acompañara y ayudara a Ramón, además, debía asegurarse que él estuviera bien, después de todo, lo había visto caminar un poco cojo, incluso si él quería disimular su dolor, no era del todo posible, aun se veían algunos corte, y su cabello no era tan alto como lo era siempre, eran detalles minúsculos, lo sabía,  he incluso él mismo no los notaria de no ser que lo que vio esa noche , aun le hervía la sangre de saber lo que había pasado y de no haber hecho nada, y lo peor era, que él era tan cobarde, que no fue capaz de ver a la cara a los agresores del troll gruñón, por lo que tampoco podía saber quiénes eran y ciertamente eso lo estaba volviendo loco.

Además el día anterior se había portado como un patán, fue más brusco de lo normal, es verdad que siempre terminaban discutiendo por alguna razón, pero tomarlo de la manera en que lo hizo o las palabras que dijo, fuera lo que fuera, se había pasado de la raya, no pensó que reaccionaria así,  ni siquiera con lo que le había hecho esos miserables lo había visto llorar de esa manera,  al menos no lo había visto así en mucho, mucho tiempo. 

Decidido, por el bien de su conciencia y la culpa que lo carcomía lentamente que  debía ir si o si y sobre todo era por orden real, por lo que no tenia forma de desobedecer,   además el día anterior no habían podido hablar bien por bueno su culpa, por lo que  sentía extra positivo, tal vez podría entablar una conversación amistosa con Ramón o tal vez  no, la verdad sea dicha, saber como reaccionaria Ramon era como predecir el vuelo de una sola luciérnaga en medio de todo un campo llena de estas en una noche estrellada, y viéndolo de este modo era algo que realmente  lo estaba desmotivando nuevamente. 

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