—Me parece una falta de respeto que te aparezcas con la manos vacías.
El robusto hombre hablaba con un tono molesto, pero cualquiera que lo conociese podía entender que solo estaba jugando.
—No a todos nos va como quisiéramos. Quizás para la próxima te obsequio algo de licor. Eso sí, he venido con un trato muy favorable para ti.
—¿Un trato, conmigo? No has aprendido nada, mocoso.
—Tranquilo, tengo claro que saldré perdiendo. Acéptalo como un gesto de cordialidad.
Franklin no quería exponer que estaba necesitado y corto de tiempo. Si fuera a hacer un trato bajo esas condiciones con cualquier otro sería fatal. Afortunadamente lo que requerían no era algo muy valioso; El viejo Gregorio seguro se conformaría con sacar lo justo para atiborrarse de alcohol.
—¡Ja, ja, ja! Eres tan ingenuo como siempre. ¡Acompáñame a hacer negocios! —Gregorio, apunto de dar media vuelta, detuvo su movimiento. Había por fin notado la presencia de los acompañantes de Franklin— ¡Ey! ¿Quiénes son estos que te acompañan? ¿Van a entrar?
—Joder, cada vez estás más ciego. Son familiares míos, aunque hace poco casi no los conocía. Entenderás que no les deje aquí expuestos.
—Supongo que no les puedo prohibir que entren. Pero dime, ¿qué son exactamente para ti?
—No veo qué importancia tiene ese detalle... ¿La tiene?
—Me intriga saber qué clase de vínculo es necesario para que un tipo como tú se preocupe por alguien.
—...
—...
—Son primos de mi medio hermana, pero para mí eso no es importante.
Franklin y Sofía intercambiaron miradas. Franklin intentaba que reaccionara a su falta historia. Sorprendentemente Sofía pudo entenderle y, aunque exageró un poco, Sofía actuó como si se hubiera ofendido. Franklin esperaba que eso bastara para distraer a Gregorio de ese asunto.
—Bueno, si han estado contigo espero que estén acostumbrados al desorden.
Gregorio no se disculpó antes de hacerlos pasar a su inmunda vivienda.
Tal como había avisado el hombre, el interior de su cabaña era un desastre. Cristal, madera, metal y ropa por doquier decoraban de mala manera el interior de esas cuatro paredes.
Entre todo el desastre Franklin buscó una sola cosa.
—¿No tienes agua?
—Pensé que ese nivel de cortesía sería molesto dada la prisa que tienes.
—Me encanta que captes nuestra prisa. Sin embargo, no me estás entendiendo del todo.
—Ah, ¿sí? Explícate entonces.
—Necesitamos agua para los cuatro durante los dos siguientes días.. Entendemos que no nos facilites esa cantidad de gratis, por lo que estamos dispuestos a pagar en especie.
Sin perder tiempo Franklin dejó caer sobre una mesilla, situada en una esquina, un par de relojes de mano que había preparado en su bolsillo.
—¡Ja, ja, ja, ja! Sin duda, eres el tipo más aburrido que ha pisado este lugar.
—Agradezco el cumplido, pero recuerda que tenemos prisa.
—Ya, ya. Si agua es todo lo que necesitas, espera aquí un momento.
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Quiero Morir (Si puedes, sálvame)
Science Fiction¿Qué hacer cuando una catástrofe te arrebata todo lo que creías importante para ti? ¿Por dónde empezar cuando una desgracia sin precedentes te da una oportunidad para reescribir tu vida? Acompaña a Reydhelt y a Franklin en esta historia de descubrim...