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_UN BUEN EMPUJÓN DEL DESTINÓ _

Entonces ya me había acostumbrado a esos pequeños pies tocando el techo, curioso porque ahora sé quién es aquel chico tan lindo que con el Tic Tac en las vigas del sexto piso podría hipnotizar a cualquier idiota

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Entonces ya me había acostumbrado a esos pequeños pies tocando el techo, curioso porque ahora sé quién es aquel chico tan lindo que con el Tic Tac en las vigas del sexto piso podría hipnotizar a cualquier idiota. Algo así como lo que empezó conmigo.

Aún lo recuerdo muy bien, carajo. Tiene la piel tan blanca que no me sorprende que lo confundan con porcelana y su voz me dice que no tiene mucha edad que digamos, debe de ser mucho más joven que yo. A lo mejor un año o dos, no lo sé, solo sé que me gustaría que el destino me dé una excusa para verlo de nuevo, la otra opción es subir por la escalera de incendios, pero sería demasiado acosador o bueno eso me dice mi sentido común.

Me pregunto un poco, si podré volver a encontrarlo en el ascensor o tal vez en el recibidor, que horrible es el destino, quiero que pase y no me da ni una ayuda. Ya debía estar acostumbrado a mi nada me sale como quiero, bueno tampoco es como que valla a subir con alguna estúpida tontería, no tengo mucho que usar como excusa, podría pedirle una taza de azúcar, pero acabo de ir por las compras.

Me resignó completamente a que no habrá modo de ir a verlo este día, ya es momento de volver a mi rutina de entre semana, guardar mis cosas en la mochila e ir por mi moto para poder llegar a mi lugar de trabajo. Suspiro cuando voy por el pasillo, mal, porque no he podido dormir bien aún. El culpable es mi gato que prácticamente se cree dueño de mi cama y yo soy el intruso qué debe solicitar permiso para entrar en su territorio.

—¡Hola! —Pego el salto en ese momento, levantando la vista del celular en lo que espero el ascensor, lo veo ahí sonriendo y le doy las gracias al destino porque se me permitió volver a cruzarme con él.

—¿Qué tal? —Digo. Mientras entro al ascensor, me acomodo a su costado y noto que al igual que yo lleva una mochila blanca en su espalda, su ropa invernal también combina, un abrigo de color café claro y unos pantalones negros, acompañados de unos deportivos blancos. Lo he visto bastante bien para solo tratar de ignorar qué me gusta.

—Bien, estaba esperando el ascensor y se ha tardado una vida en llegar —Me dice cuando sentimos que se detiene. La mira para todos lados asustado.

—Descuida —Lo calmo—Es muy viejo así que se toma su tiempo para ir y venir, espero no tengas claustrofobia —Suelto.

—Por suerte no... Pero si voy tarde —Me avisa mientras mira su reloj—Una madia hora tarde... Mi hermana va a matarme...

—Que mal—Me limitó a opinar, pero luego creo tener la mejor idea de mi vida—¿Quieres que te dé un aventón? —Suelto, aunque no creo que acepte.

—¡Enserio! —Grita casi dejándome sordo—¿Eso estaría bien?, tú también debes de trabajar.

—Está bien, tengo mi motocicleta afuera, si no te molesta ir en ella puedo dejar te de camino haya —Él se ríe, asiente y yo me quedo como idiota, porque esa parece la sonrisa más linda que he notado jamás, inconscientemente me recuerda a mi hermano por la forma en la que aprieta la nariz.

LA BAILARINA VECINA (DRAKEY) (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora