H de ? :¿Quién mató a Brais?

Capitulo 10.

Benjamin mantuvo el silencio mientras conducía mi vehículo hacia la residencia de su abuelo, un lugar que ambos compartían. Finalmente, me indicó que me detuviera frente a una pequeña casa de color azul celeste. Estacioné el auto y, tras salir juntos, lo seguí hasta que tocó la puerta, donde aguardamos unos minutos hasta que esta se abrió lentamente, revelando la figura de un hombre de mediana edad que se parecía mucho a Benjamin.

El hombre se apartó, observándonos con sorpresa, mientras Benjamin se colocaba a mi lado y fijaba su mirada en su abuelo, quien parecía esperar alguna explicación de nuestra parte.

—Ella sabe que Brais fue asesinado —declaró Benjamin, lo que dejó a su abuelo en estado de shock durante unos segundos.

—¡Imposible, ella no es de aquí! —exclamó el hombre, apoyándose en la pared para mantener el equilibrio.

—¡Abuelo!

—¡Señor!

Ambos corrimos hacia él y lo ayudamos a sentarse en el sofá. Una vez que se calmó por completo, me miró con sorpresa y angustia, mientras que yo lo observaba con intriga y preocupación.

—¿Cómo es posible, niña? —me interroga.

—Resido con los Miller, soy la autora de la biografía de Brais.

—¡Lárgate! —exclama.

—Abuelo, ella busca justicia.

—No confío en nadie que haya estado en esa mansión —responde el hombre, visiblemente alterado—. Ni el mismo cielo podrá redimir a esos demonios.

—Por favor, ayúdame, usted es la única persona que puede hacerlo.

—Convénceme, dame una razón convincente —me dice, fijando su mirada en mí—, ¿por qué deseas hacer esto?

Lo miro, incapaz de encontrar las palabras que expresen mi dolor y mi duelo; aunque quisiera seguir ocultándolo, el motivo que guardo en mi corazón debería ser suficiente para que él me creyera. Así que, al sentir las lágrimas resbalar por mis mejillas, juego nerviosamente con mis dedos y lo miro de nuevo.

—Mi padre también fue asesinado y nadie merece pasar por algo así —confieso, con los ojos llenos de lágrimas.

Su expresión cambia de inmediato, de una rabia intensa a una comprensión profunda.

—Eres una niña desafortunada que ha perdido a su padre, ¿no encontraron al culpable? —pregunta con interés.

—No.

—Abuelo, por favor —suplico Benjamin.

El hombre suspira y señala hacia la derecha, donde cuelga un retrato de un joven vestido de policía frente a la comisaría de Forks.

—Fui uno de los policías presentes el día del asesinato; su manaller, Frederick, los otros dos policías y yo recibimos la orden de mantener todo en silencio, y poco después, uno por uno, fuimos despedidos.

—¿Quién les pidió que guardaran el secreto? —pregunto, insistente.

—Las Miller.

Oh Dios, Frederick había ocultado una verdad.

—¿Por qué no lo mencionaron?

—No era nuestra responsabilidad —responde—. Nos despidieron y todo quedó en el olvido, un crimen sin resolver.

—¿Desde cuándo trabaja Hillary Miller en el departamento? —pregunto.

—Poco después de la muerte de Brais —contesta Benjamin.