Arrepentido de pecar

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Aquella mañana tendría que ser una de completa felicidad para el rubio, aquella noche en la que de cierto modo se había entregado al mayor y como este había aceptado tan gozoso aquellas suaves caricias y toques llenos de pasión, le hacían pensar que aquello era el comienzo de un amorío pasional cargado de deseo y lujuria bilateral.

Pero al rodar sobre la cama y sentir nada más que el lado frío y vacío de esta y su cuerpo desnudo ya no siendo cobijado por aquellos fuertes brazos que tan complacidos lo habían tocado la noche anterior, fue el detonante para tomar una decisión final.

~♤~

Las calles de aquel distrito a las cuatro de la madrugada, hora en la que Lee había decidido huir de los brazos del menor, solo se podía describir con tres palabras.

Frío, triste y vacío.

Al igual que aquellas calles, así estaba su corazón. Aquella calidez que sintió en medio de la pasión hacían solo una pocas horas, se había esfumado siendo remplazada por un frío arrasador, que no hacía más que recordarle, lo solo que estaba, y el hecho de que lo estaba por voluntad propia.

En lo que llevaba de sus 28 años nunca se había sentido tan querido, tan amado tan... adorado, por una persona como lo había hecho sentir el menor.

Era un toque erótico, simplemente libidinoso, pero el pelinegro pudo jurar y poner las manos sobre el fuego apostando ciegamente que entre aquellos toques cargados de deseo, había una pizca de inocencia, una de cariño y una de identidad.

El menor recorría cada parte de su cuerpo como si lo conociese de pies a cabeza, con tanta autoridad sobre este y conociendo a la perfeccion los lugares más erógenos de su templo y su alma.

De solo recordar aquello el frío de la madrugada desaparecía y un calor abrumador, para nada suave, ni tierno,  sino ardiente a niveles que podrían quemar su piel llegaban a su percepción mental.

Estaba más que confundido... Jisung lo hacía sentir como si tocase el cielo con una mano para luego soltarlo y hacer que sintiera como las llamas del infierno lo consumían...

Por pecador.

Y es que luchar contra aquel dogma establecido desde su nacimiento no era una lucha fácil... y sinceramente el no se veía en condiciones de ser el mejor guerrero de Dios y luchar contra las adversidades.

Caminó tanto por aquellas calles, solamente siendo acompañado por las agobiantes voces de su mente que no supo en que momento había llegado a la parroquia, ni en que momento sus mejillas se habían humedecido por sus propias lágrimas.

Miró el portal de la entrada parroquial y se sintió sucio... por primera vez en lo que llevaba de ser clérigo no se sentía digno de entrar a aquel lugar "santo".

Se sentía pecador... y esta vez no podía echarle la culpa a aquel rubio... en realidad en ningún momento debió poner sus cargas y tormentos en los hombros de alguien más que no fuese él, pues él era quien tendría que cargar con su propia cruz.

Jisung no tenía la culpa de su pasado, él era quien debía ser un ejemplo a seguir con respecto a la pureza, la decencia y la pulcritud espiritual... todo aquello era su trabajo, y Jisung no tenía por que pagar por sus faltas.

Entró a la parroquia por la parte trasera, no era "digno" de entrar por la puerta grande, caminó hacia su habitación y sin mucho ánimo se hizo a la idea de que lo habían saqueado pues la puerta de esta estaba abierta... pero grata fue su sorpresa al ver al pequeño Jeongin ahí.

–Sacerdote Lee!!! Por amor a Cristo, me tenía con el Jesús en la boca, dónde estaba!? Sabe lo preocupado que me puse al no verlo aquí!?–Habló el pequeño en su tono "menos" dramático acercándose y abrazando al mayor.

◇My Better Sin◇ [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora