Episodio 4

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La arena se extendía hasta donde le alcanzaba la vista, el sol ardiente del mediodía le abrasaba la piel y la escasa vegetación se retorcía en busca de sombra. En definitiva, no era el mejor lugar para tener algún tipo de enfrentamiento.

Su capa blanca le ondeaba alrededor, mientras se movía con gracia y rapidez. Su sable de luz amarillo brillaba con intensidad, perdiendose con el color de la arena. Lo único que le importaba en ese momento era evitar a toda costa que a su padawan le sucediera algo.

Si debía morir con tal de salvarlo, lo haría.

Contempló como la cicatriz de su oponente le cruzaba por completo el ojo derecho, iniciaba arriba de su ceja y terminaba en su pómulo. Éste tenía el cabello largo y azabache, algunos mechones le caían por la frente, y su piel era pálida, demasiado para alguien que suponía vivir en un planeta como en el que se encontraban. 

Pero lo que más le llamó la atención fueron esos ojos gatunos, su iris presentaba un color dorado brillante, y se encontraban cargados de ira. 

Salir de ahí no sería sencillo.

La túnica negra de su oponente se agitaba al viento, mientras que sus sables de luz rojos lanzaban chispas cada vez que entraban en contacto con el suyo. El desconocido realizaba movimientos bruscos y agresivos, cada golpe que daba parecía estar cargado con la única intención de aniquilarlo.

—¿Quiénes son y qué quieren de nosotros? —preguntó en un grito, pero no obtuvo respuesta.

Miró de reojo a su joven padawan, en lugar de haber corrido a refugiarse a la nave, se encontraba peleando con otro de esos sujetos, y le estaba sonriendo de manera pretenciosa. 

Si no fuera por la situación, lo habría matado él mismo.

 En ese preciso instante.

¿Cómo se le ocurre exponerse de esa manera? pensó.

En reiteradas ocasiones le había enseñado a Jungkook cuál era el protocolo para ese tipo de casos. Si salían de esta con vida, estaba seguro de que no se controlaría al momento de regañarlo.

En un pequeño momento de descuido por parte de su contrincante, intentó correr en dirección a Jungkook, pero antes de lograr girar su cuerpo por completo, el desconocido usó la fuerza y lo estampó contra la arena.

—¿A dónde crees que vas? —su voz era rasposa y profunda, casi como un ronroneo, lo que le provocó un escalofrío.

Se levantó lo más rápido que su cuerpo permitió, no se rendiría así de fácil y mucho menos se dejaría amedrentar. Con movimientos fluidos, evitó los siguientes ataques, respondiendo con golpes precisos. La lucha se desarrollaba como si se tratase de un baile, en el que cada uno intentaba acabar con el otro sin dar tregua.

La tensión en el aire era palpable, y ambos se encontraban demasiado concentrados en el duelo, sin prestar real atención al entorno. Cada cierto tiempo, Jimin intentaba mirar en dirección a su padawan, pero le era imposible, su contrincante no cesaba con los ataques.

Estaba preocupado de que Jungkook necesitara ayuda.

De repente, el suelo en sus pies comenzó a temblar, no era demasiado intenso como para llegar a perder el equilibrio, pero era como si algo de un tamaño considerable se estuviera acercando a ellos a gran velocidad.

—Algo viene... —musitó el desconocido, con más angustia de la que pretendía.

Jungkook quería correr a la nave y avisar al templo lo que estaba sucediendo, realmente quería hacerlo. Pero si lo hacía, estaba seguro que las probabilidades de que su maestro no lograra sobrevivir eran altas, y él no quería eso. Se negaba a abandonar a su maestro, aunque éste se enojara con él.

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