Episodio 15

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El sol comenzaba a elevarse entre las montañas de Naboo, pintando un cálido manto de luz sobre el horizonte. La suave brisa del amanecer acariciaba sus pieles, mientras que el coro de las criaturas del bosque tejían una sinfonía natural que llenaba el aire de serenidad. Con un suspiro de satisfacción, Jimin abrió sus ojos, permitiendo que el mundo despertara ante él.

Con lentitud, sus ojos descendieron hacia la figura que reposaba abrazada en su cintura, como si el universo entero hubiera conspirado para crear ese instante de perfecta armonía. Pequeños ronquidos, dulces y apenas audibles, escapaban de los labios entreabiertos de Yoongi, provocando que Jimin no pudiera reprimir una risita juguetona. Allí estaba, tal como lo recordaba, en la misma posición en la que habían compartido sueños y secretos.

Por primera vez en años, Jimin no había sido asaltado por las garras de las pesadillas en medio de la noche. No había sobresaltos, ni movimientos bruscos ni susurros angustiados. Solo calma. Era como si las sombras que habían perseguido sus noches finalmente hubieran cedido terreno ante la presencia tranquilizadora de Yoongi.

Mientras sus ojos acariciaban la figura de Yoongi con ternura, una sonrisa traviesa se curvó en los labios de Jimin, iluminando su rostro con una calidez. El amor que sentía en ese instante parecía latir en cada fibra de su ser, amenazando con hacer estallar su corazón en una cascada de emociones. Era como si el tiempo mismo se hubiera detenido para permitirles disfrutar de aquel momento de quietud en medio de la belleza de Naboo.

Sin embargo, el abrazo acogedor y la sonrisa de Jimin fueron interrumpidos por un ligero movimiento. Yoongi, en su sueño, se removió ligeramente entre los brazos protectores de Jimin y su nariz se arrugó con un adorable gesto de descontento antes de sucumbir nuevamente en su sueño profundo.

Jimin se acercó suavemente a Yoongi, acurrucándolo aún más contra su cuerpo y le habló en un susurro.

—Es hora de despertar, cariño —murmuró, su voz como una melodía que apenas perturbaba la quietud del amanecer.

Yoongi, en el borde de la conciencia y el sueño, emitió un murmullo somnoliento en respuesta. 

—Solo... cinco minutos más —susurró en un tono que desprendía una pizca de pereza.

—Si seguimos así, pasará todo el día antes de que logremos movernos —bromeó.

—No me importaría quedarme aquí toda la vida —murmuró Yoongi con una voz adormecida.

—A mí tampoco, pero recuerda que tenemos a dos personitas que esperan por nosotros —respondió Jimin, sin soltar su delicado agarre.

—Quizás ya sean lo suficientemente independientes para cuidarse por sí mismos —musitó Yoongi, mientras apoyaba su barbilla en el pecho de Jimin, buscando sus ojos en un gesto cálido.

—Pero Yoonie... Jungkook estaba al borde del llanto cuando los dejamos solos en Arvala-7 —comentó Jimin formando un puchero. Su tono mezclando de preocupación y cariño.

Yoongi formó una línea recta con sus labios, dejando escapar un suspiro cargado de resignación.

—¿De verdad estás preocupado de que les pase algo? —inquirió Yoongi, sus ojos oscuros conectando con los de Jimin en busca de respuestas.

Jimin suspiró, soltando una exhalación cargada de sentimientos. —Siempre estoy preocupado por ellos —respondió con sinceridad.

Sin decir nada más comenzaron a deslizarse fuera de la cama improvisada, el calor de la mañana acariciando sus pieles mientras se vestían y se preparaban para enfrentar el día. Sus manos se encontraban en pequeños gestos, como si hilos invisibles los mantuvieran conectados en cada movimiento.

—Estarán bien, ¿qué es lo peor que pueda pasarles mientras no estamos? —planteó Yoongi con una pizca de ligereza en su tono, aunque sus ojos no dejaban de expresar la curiosidad genuina.

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