5. Memorias

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Tsukishima nunca se ha considerado un persona de buena voluntad, simplemente alguien ordinario y que evitaba problemas con los cuales más tarde no podría lidiar. Nunca pensó en él como un héroe ayudando a las personas, se alejaba cuando había problemas ajenos cerca, como una persona promedio que solo trataba de llevar una sencilla vida escolar.

Y entonces nunca le interesó saber ni involucrarse en el problema de acosos en su escuela. Su experiencia más cercana fue de pequeño cuando un grupo de niños molesto a su ahora mejor amigo. Él solo tiró un insultó al aire que ellos se tomaron personal, cualquier intención maliciosa que tuvieran desapareció al observa la diferencia de estatura, impotente y peligroso fueron como ellos lo vieron. Tadashi no parece haber tenido más problemas después y de haberlos tenido jamás se lo comentó.

Mientras observa a Kageyama dibujar en la ventana empañada con su propio aliento no puede evitar pensar en la primera vez que se vieron, que irónicamente también fue la última. Recuerda perfectamente como ese dia también aplicaron una encuesta sobre el acoso en el plantel.

Las preguntas eran sencillas y el remitente se mantenía en anonimato, pensó momentáneamente como varias personas podrían dejar sus quejas sin ser descubiertos, algo en lo cual él no cooperó.

¿Has visto un acto de acoso dentro del plantel?

No.

De haber dicho sí, menciona o describe a los implicados.

La mirada de aquel tono azulado aparecieron en su mente, ese chico tenían un evidente golpe en el rostro, las risas alrededor y él tirado en el suelo sería suficiente para llegar a la misma conclusión. Lo fue, sin embargo, él no era valiente y no cambió su respuesta, ahora no puede evitar pensar que tanto pudo haber ayudado su respuesta.

—Tsukishima —llama en un tono emocionado, él, interesado lleva su mirada hasta el fantasma.— ¿Has ido alguna vez a un partido de voleibol?

—Nunca. Vi algunos en televisión.

El joven de azabache cabellos ha estado más hablador se lo común, lo cual es decir más de dos oraciones cada media hora. Lo cual ha permitido tener más información sobre el fantasma, sus anteriores conversaciones y estas solo aportan más, pero no suficiente información.

Kageyama parace disfrutar de los veranos, asume que se debe a la falta de clases en esa época, gusta de pasar la mayor parte del tiempo a lado de la maquina expendedora cerca del gimnasio, también comento su favoritismo por los pájaros sobre los demás animales. Lo ha visto quedarse sentado y quieto en clases como si las estuviera tomando aunque solo él notará su presencia.

Se pregunta que tan lejos pudo haber llegado, que tanto hubiera disfrutado y que le gustaría hacer ahora. Sin embargo, nota las cadenas invisibles que lo atan a este mundo, al cual él ya no pertenece.

—¿Por qué sigues aquí? —pregunta sin intención de ser suaves quiere una respuesta que sea sincera y lógica.

—No te quejes de eso —es lo que recibe por preguntar. Kageyama es todo menos alguien sentimental, o al menos no lo deja ver.

No es como si estuviera triste por los pasillos de la escuela. Tampoco parece alegre, más bien esta acostumbrado a eso, vive en la escuela, se acostumbró a observar y no ser notado.

—¿Qué hay de tu familia? —su tono mismo es enojado y ambos lo notan, pero Tsukishima no entiende la indiferencia que Kageyama presenta ante el hecho de estar muerto. Está confundido y quiere entender.

Él siente una gran inquietud ante la devastadora situación de su familia, a la cual es totalmente ajeno, no soporta ver a su familia tan cansada, con esos semblantes preocupados y pasos perezosos. Si estuviera en la situación del fantasma se sentiría terrible de ser el causante de la tristeza y dolor de ellos y sabe que Kageyama no puede hacer nada por eso, pero simplemente se ha resignado a todo y todos.

El fantasma enamorado || TsukikageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora