7. Quedarse

58 8 15
                                    

Tsukishima está sentado a su lado, tranquilo y quieto, una suave respiración, el fresco aire a su alrededor, le agrada la sensación  que experimenta y la imagen que observa, un buen recuerdo que esta gustoso de guardar en lo más profundo de sus memorias algo efímero y que solo él podrá recordar, algo que ocultará de todos y mantendrá en secreto.

La presencia de Tsukishima le parece algo extraño, ayer tras decirle la verdad el chico desapareció después de haberse quedado un rato a su lado, hoy volvió y fue directo a sentarse junto a él, tiene un semblante neutro, sin confusión o tristeza, sin embargo Kageyama no tiene la energía para preguntarle sobre lo que piensa de la situación.

Sus manos se mueven de manera sincronizada sobre la superficie fría del suelo, la presencia del rubio es agradable y aunque admite solo para él que se acercó al chico de largas extremidades solo para molestarlo un poco y sentirme menos solo, ahora aprecia su compañia. Recuerda que lo llamaban egocéntrico por los pasillos de la secundaria, ha pasado el tiempo y el rostro de sus compañeros han ido desapareciendo de su mente, tampoco tiene intensión de recordarlos, sin embargo no cree ser un egocéntrico ni egoísta, no cuando se trata de personas.

Recuerda con pesar la miradas fugaces que Tsukishima daba en su dirección, le hacia pensar que lo observaba, pero él sabía que eso era imposible, eso inicio meses atrás, en algún momento decidió averiguar y hacerse la idea de que alguien lo observará.

Se acercó al salón del chico, lo observo durante horas y realmente no tardó nada en recordarlo como el amigo de Tadashi, el joven de pecas en el rostro y amigable sonrisa que le hablo y ayudo en algunas ocasiones.

Recuerda perfectamente cuando lo vio por primera vez, solo un pensamiento cruzo por su mente, uno que ignoro la situación en la que estaba. Algo tan pequeño y simple que no tenía lugar en ese rompecabezas.

"Que alto"

Sus ojos detrás de ese par de lentes se mostraron indiferentes, pero era la primera vez en varios días que observaba a alguien a la cara, así que se alegró un poco, no había ningún insulto, tampoco le miró con desprecio o enojo, solo como una persona ordinaria con la cual se topaba y de la cual no tenía nada que opinar, fue un cálmate.

Después de esos cortos segundos, las risas ya no tuvieron tanta importancia, por primera vez pensó en lo genial que son algunas personas, pensamiento que relación con haber visto varios partidos de voleibol, aquellos que su abuelo grabó y guardo, personas altas e intimidades, pero alegres con la vida.

Tsukishima apareció para decirle que no solo en la pantalla hay gente así, personas que parecen inalcanzables, pero que están cerca y que pueden mirarte. Entonces apareció un sentimiento que no recordaba poder sentir, celos.

Ese chico no tendría problemas con los demás, no es molestado, tiene buenas notas y posiblemente no decepciona a su familia, los maestros lo deben tener en alta estima y como un modelo a seguir para los demás, tiene grandes amigos como Tadashi que solo habla maravillas de él, puede inscribirse en cualquier club sin miedo a ser molestado, tal vez sus habilidades no sean tan buenas, pero puede mejorar.

Deseo tener su vida.

Un pensamiento que se esfumó, no tenía sentido pensar así, no era Tsukishima y no lo podía ser, no tenía tiempo para pensar en algo absurdo como eso. El sonido de la campana lo sacó de su ensoñación, observo que los chicos que le molestaban se habían ido y él no tenía ganas de entrar al salón.

Quería paz, la tranquilidad que le robaron antes de que se diera cuenta, se habían llevado más de lo que imaginó, no solo le habían dejado heridas físicas, también le habían arrebatado oportunidades y el derecho hablar.

El fantasma enamorado || TsukikageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora